Viernes, 26 de abril de 2024

40 años después, Serú Girán suena como nunca

Autor:

Eduardo Varas

Actualizada:

28 Dic 2019 - 0:05

Edición por el aniversario 40 de 'La grasa de las capitales', de Serú Girán

Autor: Eduardo Varas

Actualizada:

28 Dic 2019 - 0:05

Edición por el aniversario 40 de 'La grasa de las capitales', de Serú Girán - Foto: PRIMICIAS

La reedición mejorada de 'La grasa de las capitales', segundo disco de los argentinos Serú Girán, muestra a músicos monumentales en su mejor momento. Ahora, con un sonido que recupera secretos escondidos en años y años de malas ediciones.

En léxico argentino, ser "grasa" es ser ordinario. Para fines de la década de los 70, Charly García había decidido darle una vuelta a su banda (la ya clásica Serú Girán) con un segundo disco que tratara de calmar los ánimos de críticos y fanáticos.

Pocos habían entendido la propuesta de Serú en su primer disco. Rock, orquestas sinfónicas, bajo a lo Jaco Pastorious y ritmos brasileños. Quizás Charly había perdido su toque, su magia. Quizás se había vuelto "grasa", se había olvidado quién era.

Y para su segundo disco, el grupo -compuesto, además de García, por Oscar Moro en la batería; Pedro Aznar en el bajo, y David Lebón en la guitarra- se lo toma a pecho y rearman el proyecto. Dan en el clavo. Golpean donde deben golpear.

Con una portada que parodia una revista tan superficial, que el efecto es increíble.

La grasa de las capitales es una explosión difícil de creer.

Al mismo tiempo, revierten la crítica y se deciden, desde la composición, con Charly a la cabeza, a referirse a aquellos que no entendieron lo que presentaron meses antes.

Y se enfrentan a lo ordinaria que puede ser la existencia en espacios donde hay personas que se asumen mejor que otras, sin escuchar o dilucidar lo que sucede.

Inicio a capella, luego revolución y "lo tienes todo, todo / no hay nada".

Excelencia musical.

Mostrar un disco como antes no se lo mostró

Desde 1993 hasta 2016 las cintas originales de este disco permanecieron en una bodega, guardadas, junto a más de 2.000 cintas de otros artistas y géneros de la música argentina.

Esto por un tema legal que se produjo una vez que quebrara la empresa Music Hall.

El Instituto Nacional de Música consiguió recuperar este material y definir con sus propios creadores los procesos de remasterización y arreglo del sonido, para que ellos también los distribuyan. Acordando, incluso, nuevos criterios alrededor del derecho autoral, en beneficio de la música.

Eso significó un trabajo por parte de Pedro Aznar y el ingeniero Ariel Lavigna, quienes remasterizaron el álbum -a partir de las cintas máster de seguridad que encontraron de ese disco-, usando de referencia un disco vinil de la época.

Ahora, con resolución digital.

Esto ha permitido escuchar un disco de hace cuatro décadas con una nitidez que impresiona.

Errores como las reproducciones a menor velocidad -que repercutieron en el tono de las canciones-, o como la compresión en la voz, así como detalles en la batería de Moro -que se habían perdido con el paso del tiempo- han sido corregidos y se muestran en todo su esplendor.

La leyenda crece

La grasa de las capitales es un trabajo que se mueve entre a tensión de lo profundo y lo superfluo. Se observa el suicidio, desde la perspectiva de una voz que solo narra e intuye.

La decadencia y lo vacío de la vida de ese instante, y que se puede trasladar a esta época, está presente en temas como Frecuencia Modulada y Canción de Hollywood.

Noche de perros es como si Serú Girán hubiera querido hacer su propio Comfortably Numb, de Pink Floyd. La nueva versión muestra el solo de guitarra de Lebón (usa una Fender, desde luego) con un poder antes escondido.

La melancolía continúa, en clave acústica con San Francisco y el lobo, y en espíritu tanguero, con esa canción llamada Los sobrevivientes, plagada de fuerza, en plena dictadura, donde García canta:

"Estamos ciegos de ver /
cansados de tanto andar /
estamos hartos de huir /
en la ciudad. /
Nunca tendremos raíz /
nunca tendremos hogar /
y sin embargo, ya ves / 
somos de acá"

Quizás la gran joya de este trabajo es Paranoia y soledad. Tema en el que un Pedro Aznar de 20 años hace de compositor, toca todos los instrumentos y canta. Aznar se decanta por el misterio y el resultado, como todo lo que pasa en este trabajo, es maravilloso.

 

Se puede escuchar el disco aquí: