Jueves, 25 de abril de 2024

Cinco libros y películas para nunca olvidar el Holocausto

Autor:

Eduardo Varas

Actualizada:

29 Ene 2020 - 0:05

Fotograma de 'El hijo de Saúl', de László Nemes. Filme que sin necesidad de ubicar un lugar deja todo claro.

Autor: Eduardo Varas

Actualizada:

29 Ene 2020 - 0:05

Fotograma de 'El hijo de Saúl', de László Nemes. Filme que deja en claro la pesadilla que fue Auschwitz. - Foto: RTVE.es

75 años después de la liberación de Auschwitz-Birkenau parece que la memoria de la humanidad tiende a ignorar toda la violencia y dolor que fue capaz de generar. Aquí cinco obras, entre libros y películas, para recuperar el pasado y seguir aprendiendo de él.

Parecería ser que recordar es el ejercicio menos humano en este momento. Es necesario, importante, pero se lo da por sentado. Eso lo sabe David Marks, que el pasado 27 de enero dio declaraciones a AFP, en el marco del acto oficial para rememorar los 75 años de la liberación del campo Auschwitz-Birkenau.

Una fecha que se conoce como el Día Internacional de Conmemoración en Memorio de las Víctimas del Holocausto.

Marks tiene 93 años y es uno de los 200 sobrevivientes que todavía están vivos y que se reunieron en este punto, al sur de Polonia, para lanzar alertas:

"Queremos que la próxima generación sepa lo que hemos vivido, y que nunca se repita"

David Marks

No es para nada gratuita esa frase, sobre todo si se toma en cuenta que tanto en Europa -como en el resto del mundo, especialmente en Latinoamérica- existe una corriente muy fuerte que denosta al extranjero, al distinto y se están creando condiciones que causan temores.

¿El principal? Que suceda algo cercano a lo que fue la deportación de más de seis millones de judíos europeos a campos de concentración como Auschwitz-Birkenau, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor y Treblinka, para luego asesinarlos.

Eso no es historia antigua. Y quizás, para ese ejercicio de memoria, el arte ayuda.

PRIMICIAS reunió cinco obras que se deben revisar para nunca olvidar el Holocausto y lo que significa.

La trilogía de Primo Levi

Primer lugar y no hay duda de las razones. El italiano, de origen judío sefardí, Primo Levi, sobrevivió a Auschwitz y lo que fue esa experiencia lo contó en tres libros. Si esto es un hombre (1947) cuenta cómo fue su llegada y cómo era el día a día en el campo.

Desde su mirada de doctor en Química que se salvó de la muerte gracias a sus conocimientos y a la escarlatina que lo obligó a estar en la enfermería los últimos días del campo. Hay evidencias de los gestos de poder en el lugar, así como la deshumanización a la que eran sometidos los prisioneros.

El relato es duro y doloroso. Sobre todo porque no hay ficción.

En 1962, Levi publicó La tregua, que narra lo que sucedió después de la liberación: cómo fue su retorno a Italia y la dureza del traslado, así como de la aceptación de lo sucedido.

Pero es en Los hundidos y los salvados, publicado en 1986 -un año antes de su muerte- que Primo Levi no solo recuerda, sino que analiza.

En su reflexión está el trauma que no se va, la ligereza que da el paso del tiempo, la sensación de angustia dentro del campo, las dificultades de comunicación, así como esa violencia que se ejercía como gesto de poder.

Nadie nunca dijo que esta trilogía es de fácil lectura. Pero leerla es lo mínimo que se puede hacer para reconocer la brutalidad del ser humano frente a otro.

El documental por excelencia

Claude Lanzmann se demoró 11 años en tener listo su documental Shoa, que se estrenó en 1985. Un trabajo particular con una premisa clara: mostrar el Holocausto desde las voces judías. Y lo hace, y afecta a quien lo ve.

El trabajo del director francés es centrarse en las voces y en los rostros de los entrevistados -en su mayoría sobrevivientes- y obviar las tomas de archivo. Aparte de las entrevistas, hay imágenes en las que se visitan los lugares donde sucedieron los hechos que se narran.

Eso es todo.

https://www.youtube.com/watch?v=FKqNTGmpvE8

Shoa es un documental de nueve horas de duración. Sí, nueve horas. En el que lo que golpea es el relato oral de los que sufrieron la atrocidad. Están ahí. Tienen rostro, timbre de voz y recuerdos que exponen.

Para muchos expertos es una obra maestra, en la que se cuenta lo que pasó en en el campo de exterminio de Chelmno, en Treblinka, en Auschwitz-Birkenau y en el ghetto de Varsovia. En ocasiones se usa texto sobre la imagen para dar detalles sobre lo que se va a ver y escuchar.

Pero siempre con las voces de la gente que estuvo ahí, de los testigos y de los criminales, como Franz Suchomel, nazi que cumpliera una condena por crímenes de guerra y quien en la entrevista llega a mostrar la canción que debían aprenderse los detenidos al llegar a Treblinka.

Nada sencillo.

Un día en la vida de un Sonderkommando

El hijo de Saúl es una película de 2015, dirigida por László Nemes. Y en la primera escena se ve cómo un grupo de personas desnudas entran a una cámara de gas, en una versión clara de Auschwitz-Birkenau. Se escucha el sistema activándose y la desesperación de la gente que se sofoca al interior.

Saúl Ausländer es un Sonderkommando, ese grupo de prisioneros que eran obligados a trabajar en las cámaras de gas, recogiendo los cuerpos de quienes eran asesinados ahí. Y claro, esas personas casi siempre eran judías. Judíos obligados a mirar y deshacerse de los cuerpos de otros judíos.

El conflicto del filme es que Saúl ve en uno de los cuerpos que ha sido quebrantado a su hijo. Nunca queda claro si es o no.

La película es el intento de Saúl por recuperar en algo su humanidad, su identidad y su fuerza para despedirse del cuerpo de su supuesto hijo, a través de un ritual religioso respectivo.

Nemes en esta, su primera película, más que mostrar el horror -que lo hace- se enfoca en recrear las condiciones y el ambiente de eso terrible Hay varios personajes, pero Saúl siempre está a la cabeza. Los demás se desdibujan. Es en el audio donde se asienta la naturaleza trágica del filme.

La mente brillante de Hannah Arednt

En 1960 empezó en Jerusalén el juicio a Adolf Eichmann, luego de que la Mossad lo encontrara en Argentina y lo llevara a Israel. La gran pensadora alemana, de origen judío, Hannah Arendt fue enviada como corresponsal de The New Yorker a hacer la cobertura.

Ahí, en ese espacio, ella reflexionó y regaló a la humanidad un concepto que ha sido abandonado y que en su momento se entendió de la peor manera: la banalidad del mal.

Arednt escuchó y tomó apuntes. Pensó mucho. No disminuyó los crímenes cometidos por Eichmann -uno de los responsables de aplicar la Solución Final, al estar encargado de la logística de los trenes que llevaban a las víctimas a los campos-, pero sí buscó comprenderlos.

La polémica fue clara entonces, porque ella criticó la forma en que fue detenido Eichmann y el motivo del juicio, al que consideró un show por la falta de un mecanismo jurídico para juzgarlo.

Pero su principal aporte fue comprender que detrás de las decisiones para servir un régimen terrible, como lo hizo Adolf Eichmann. No hay fanatismo, ni un problema mental: lo que hay es una decisión de cumplir un trabajo, de hacerlo bien en búsqueda de renombre, de seguir las normas o las órdenes. De servir.

Arendt no habla de ideología, sino de la banalidad del mal. De la decisión de hacer daño como algo sin importancia. No habla de la crueldad, sino del hecho de que en esas circunstancias habrá siempre gente que decidirá hacerlo

Y eso siempre es peligroso.

Un testimonio directo dado por una mujer

A sus 94 años, Ginette Kolinka decidió contar su historia como sobreviviente de Auschwitz. Su libro, Regreso a Birkenau, publicado en Francia en 2019, vendió 100.000 ejemplares.

Quiso contar lo que le pasó cuando fue deportada al campo en 1944, con 19 años, porque lo consideró necesario.

Me di cuenta de que había que seguir hablando de esta historia, en un momento en que el peligro del odio y del antisemitismo sigue existiendo”

Ginette Kolinka, en una entrevista a El País

Kolinka ha hecho de la memoria su tema. Desde 2000 hace visitas guiadas al campo a la que asisten estudiantes secundarios y en París creó la Asociación de deportados de Auschwitz, cerca de su casa.

En Regreso a Birkenau, la autora, en un poco más de 100 páginas, muestra el sufrimiento, las distintas experiencias que se pueden sacar de situaciones que vivieron varias personas juntas, la desnaturalización que se producía cuando se vivía la muerte muy de cerca.

Las mujeres morían a diario. Y ella tenía el cadáver de una chica cerca, porque creía que si llegaban a darles de comer, ella podía reclamar otro plato para dárselo a su amiga que dormía. "A lo que llega una. En lo que se convierte una", dice en el el libro.

Hay pocas experiencias en primera persona contadas por mujeres. Este libro es una forma de entender cómo, desde la mirada de género, hay otra manera de comprender ese horror.