Jueves, 28 de marzo de 2024

Cuando Scorsese mostró a un Jesús que decide ser el Mesías

Autor:

Eduardo Varas

Actualizada:

10 Abr 2020 - 0:05

"La última tentación de Cristo" se puede ver vía Netflix.

Autor: Eduardo Varas

Actualizada:

10 Abr 2020 - 0:05

"La última tentación de Cristo" se puede ver vía Netflix. - Foto: Diego Corrales, PRIMICIAS

El filme 'La última tentación de Cristo' fue acusado de blasfemo por grupos religiosos. Lo que hace la película es mostrar un Jesús más humano.

En algún punto de su vida, Martin Scorsese quiso ser sacerdote. El cine ganó la puja.

Pero cuando en 1972, la actriz Barbara Hershey le regaló un ejemplar de la novela de Nikos Kazantzakis, La última tentación de Cristo, supo que debía llevar esa historia al cine.

Le tomó casi 20 años hacer la película. Él sabía la polémica que podía generar. Especialmente por el enfoque central del libro y que él -gracias al guion del imprescindible Paul Schrader- respetó:

Jesús tiene miedo, duda, sabe lo que debe hacer y es tentado todo el tiempo.

Hasta el final. Y es justamente la última tentación la más importante. La que define todo, la que genera polémica y la que ofrece una versión implacable y casi perfecta de Jesús, sobre todo para este momento de la historia.

El Mesías no cumple la voluntad de Dios, decide hacerlo, quiere. Toma una decisión.

Jesús es hombre y lo divino es el punto de vista

Willem Dafoe interpreta a Jesús. Es un carpintero que hace cruces para que los romanos crucifiquen a criminales. Sí, hay una paradoja aquí y de las mejores.

Es un Jesús en medio de una puesta en escena que resulta ser pequeña, si bien respeta el asunto de película de época, y tiene cierto aire épico. La magia del cine de Scorsese es que con pocos recursos, consigue impactar.

Especialmente con la fotografía -a cargo de Michael Balhaus-, que en cierta forma recuerda a las pinturas de Caravaggio y ese juego necesario de luces y sombras.

La intimidad del filme se percibe a cada momento, incluso en esas escenas llenas de muchos personajes.

Por eso es que Dafoe brilla. Porque es enérgico, agresivo, fuerte, decidido y es capaz de romperse cuando debe romperse. Sabe lo que debe hacer, pero no está tan seguro que lo quiere, sobre todo en los momentos más importantes.

Y así se llega al momento de impacto.

La pasión de Cristo no tiene mucho espacio en la película. Lo que sí mueve la narrativa es lo que pasa en la crucifixión. Eso que hizo que los creyentes rechazaran el filme... sin siquiera verlo.

Tentación, al fin

En la cruz, una niña se le aparece y lo baja de ahí. "Eres un hijo de Dios (...) No eres el Mesías", le dice.

De cierta forma, la fuerza narrativa de estos minutos de metraje revelan a un director que busca una espiritualidad y una definición de bondad basadas en la conciencia y en la claridad.

Jesús se casa con María Magdalena. Tiene sexo con ella. Esperan un hijo, pero ella muere. Luego se junta a las hermanas de Lázaro, Marta y María y tiene familia con ellas, hijos. Es un tipo de bien, vive en paz.

Pero se da cuenta que esa vida ha privado al mundo de otras cosas. Lo reconoce y lo acepta, en uno de los momentos más poderosos de la película.

Scorsese no le da mucho tiempo al espectador a acomodarse a la desesperación de Jesús y a la respuesta de Dios.

Solo pasa, Jesús vuelve a la cruz -un travelling a su rostro como señal de comprensión-. Es el Mesías porque quiere.

Ha vencido al demonio en forma de niña. Lo importante no es la omnipresencia, ni la divinidad. Es la libertad en la decisión. Hacer lo correcto porque se quiere hacerlo.

Hay una moraleja aquí. Pero absolutamente terrenal. Scorsese no quiere hablar de la grandilocuencia, sino de lo que pasa adentro. Y es probable que este filme siga siendo polémico.

A veces solo queda sobrepasar esas primeras impresiones y ver con criticidad las cosas.

La última tentación de Cristo

Dir: Martin Scorsese

Guion: Paul Schrader

Elenco: Willem Dafoe, Barbara Hershey, Harvey Keitel, David Bowie

Universal Pictures, 1988

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