Jueves, 28 de marzo de 2024

Lo bueno, lo malo y lo extraño del final de ‘Game Of Thrones’

Autor:

Eduardo Varas

Actualizada:

19 May 2019 - 21:55

Autor: Eduardo Varas

Actualizada:

19 May 2019 - 21:55

Fotograma de Game of Thrones, episodio final. - Foto: HBO

La serie que generó pasiones, polémicas, memes y análisis de todo tipo ha llegado a su fin. En su último episodio algunas cosas funcionaron, otras no estuvieron a la altura y hubo situaciones que llamaron la atención.

Listo. Se acabó. Esto es todo, amigos. Game of Thrones llegó a su fin, como una serie amada y odiada por igual. Ya sean asesinatos, incestos, dragones, zombies fríos como un helado, caballeros y damas… el universo de Westeros se acaba de cerrar. Por el momento. Ahora que ya se sabe cómo quedó el trono de hierro, vale la pena hacer una revisión sobre los hechos más relevantes de este capítulo final.

Un episodio plagado de diálogos, en el que solo le faltó hablar al dragón.

Lo bueno

El jugador más valioso del capítulo: Drogon

De golpe, el único dragón vivo que le quedaba a Daenerys Targaryen hizo lo que muchos fanáticos estaban esperando: destruyó el trono de hierro.

Y con eso, puso en entredicho el sentido de las monarquías de esta Edad Media de fantasía. Abriendo el camino a una extraña democracia participativa, en la que se gana la paz, pero por la que algunos personajes van a sufrir.

Drogon le ganó a Tyrion. Punto.

Si bien los reinados seguirán, hay una idea de elección detrás de ellos, que al parecer buscará acabar con tanto problemas.

Tyrion Lannister (Peter Dinklage) en el episodio 5 de la temporada 8.

Tyrion Lannister (Peter Dinklage) en el episodio 5 de la temporada 8. HBO

Lo malo

Daenerys es la reina loca por poco tiempo, poquísimo

La escena en la que Daenerys Targaryen se dirige a su ejército —y les confía su plan de hacer la guerra con todo el mundo conocido— tiene una estética particular que el mundo ha conocido en otras ocasiones. Una bandera gigante colgando de las ruinas y sus soldados colocados a una distancia similar, unos de otros, en largos bloques. El nazismo ha dado varias imágenes que son parte ya de la conciencia mundial y no hay que escarbar mucho para saber qué nos quieren decir con eso. La simbología no es gratuita.

Y sí, ella está vestida de negro. Hasta el episodio anterior ella vistió de blanco, como regularmente lo hacía. Se volvió mala. Se convirtió en Darth Vader.

Esto, hasta que Jon Snow la mata. Y así los fanáticos de la serie pudieron sentir cómo un castillo se desmoronó sobre ellos. Porque él debió hacer lo que hizo ahí dos capítulos atrás, al menos.

Jon Snow (Kit Harrington) en un fotograma de la temporada 8 de Game of Thrones.

Jon Snow (Kit Harrington) en un fotograma de la temporada 8 de Game of Thrones. HBO

Lo extraño

El final

Si bien hay una idea de justicia detrás de las últimas acciones —que nos muestran a los descendientes de Ned Stark como los reyes y mandantes de las zonas importantes—, el final es agridulce. Y debía ser así.

No crean a quien dice que es un mal final. Lo malo son las acciones que llevan a los personajes al desenlace, pero el cierre definitivo tiene elementos importantes a considerar. Sobre todo, el hecho de que los héroes de la historia terminan en los lugares de los que no debieron irse o hacia los que quisieron ir.

Lo realmente raro es que, de golpe, Bran Stark pareciera haber movido los hilos detrás de todo este entramado, para llegar a ser el rey de los siete reinos.

Aunque bueno, lo que sí termina siendo extraño es que se pone bien meta el final y vemos que en ese universo existe un libro llamado Una canción de fuego y hielo, un guiño innecesario a George R.R. Martin.

Sansa Stark (Sophie Turner) en la temporada 8 de Game of Thrones.

Sansa Stark (Sophie Turner) en la temporada 8 de Game of Thrones. HBO