Lunes, 29 de abril de 2024
Punto de fuga

¿Por qué no se calla?

Ivonne Guzmán

Ivonne Guzmán

Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.

Actualizada:

6 Abr 2024 - 5:59

Señor López Obrador, ¿no está cansado de oírse hablar frente al micrófono todos los días, por horas? ¿No se da cuenta de que de tanto hablar ya no sabe ni lo que dice? ¿Es usted de palo y, por tanto, ajeno al sentido del ridículo; indiferente a sus meteduras de pata? En serio, ¿por qué no se calla? Un ratito aunque sea, más que por su salud mental —a la que no le vendría mal un poco de silencio—, para darles un merecido descanso a quienes tienen que padecer su verborrea a diario.

¿Qué sabe usted de Ecuador? Parece que apenas lo que le cuentan sus malas juntas, en la modalidad de teléfono dañado. Es decir, todo de forma distorsionada y a su conveniencia. Para ser un hombre de academia —como siempre se ha jactado de ser—, demuestra muy poca capacidad de análisis y un pobrísimo manejo de las fuentes. 

Por ejemplo, si como corresponde a un académico, usted hubiera consultado más de una fuente (y no se hubiera quedado con lo que le dicen sus amiguis, los “refugiados”), sabría que en las dos últimas elecciones presidenciales en Ecuador (2021 y 2023), los candidatos del correísmo siempre obtuvieron el mayor porcentaje en la primera vuelta. 

Y sabría también que al inicio de la segunda vuelta mantuvieron la ventaja, según las encuestas, hasta que pocas semanas antes de la votación, el castillo de naipes se les derrumbó, porque todos los que no votaron por ellos en primera vuelta se juntaron para votar contra ellos. Ni siquiera por los candidatos que resultaron ganadores, sino en contra del correato, o sea contra su compadre Rafael Correa. Porque la mayoría de ecuatorianos ha tenido memoria y entereza para evitar que Correa vuelva a mangonearnos. 

Según su teoría, que se cae de floja y mal planteada, en 2021 también habría tenido que ocurrir algo terrible —de la dimensión del asesinato de Fernando Villavicencio— para que Arauz perdiera frente a Lasso, como sugiere que pasó entre González y Noboa. ¡Cómo ha sabido comer cuento usted!

Si, por ejemplo, se preocupara más de no dejar en la impunidad los asesinatos de los 27 candidatos a las elecciones que se celebrarán este año en su país, no tendría tiempo para hablar de lo que no sabe. 

Estar callado le ayudaría, por ejemplo, a tener paz mental y decisión para enfocarse en solucionar la infinidad de problemas que aquejan a los mexicanos. Le paso el dato de uno gravísimo, por si acaso no se haya enterado por andar hablando a toda hora: el duopolio de poder, entre el gobierno y las bandas narcocriminales, que es una triste realidad en su país. 

Supongo que sabe que los líderes de los diferentes carteles del narco actúan como autoridades de facto en decenas de poblaciones mexicanas. Como publicó el jueves pasado el periodista Ioan Grillo (@ioangrillo en X, especialista en crimen y violencia en México donde los haya), en 2022 el Comando Norte de Estados Unidos reveló que “los carteles mexicanos ya controlan entre el 30% y el 35% del territorio mexicano”. ¿Sabe por dónde andan esos porcentajes ahora? Ocúpese de esto, que le incumbe.

Si actuara como un académico o como un estadista y se informara antes de hablar, y peor aún de emitir opiniones o lanzar acusaciones veladas, se hubiera evitado el ridículo de su mañanera del miércoles 3 de abril. ¿Ha escuchado esa frase que en internet se le atribuye a Groucho Marx que dice algo así como “es mejor quedarse callado y parecer tonto, que abrir la boca y despejar toda duda”?

Yo creía que las sabatinas de su compadre Correa eran insufribles… pero sus monólogos diarios de las mañaneras son realmente para valientes. Mi solidaridad con los colegas periodistas que tienen que fumárselos cada mañana. Y ya para despedirme, le reitero mi pregunta que es más un consejo: ¿por qué no se calla?

Nota de la autora de esta columna: Este artículo fue escrito antes de la irrupción de las fuerzas de seguridad ecuatorianas en la embajada mexicana.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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