Miércoles, 24 de abril de 2024
Análisis Económico

¿Y si aprovechamos el dólar?

Francisco Briones

Francisco Briones

Director general de Perspectiva, consultora de asuntos económicos y empresariales. Docente de posgrado en macroeconomía y políticas públicas. Realiza análisis coyunturales del Ecuador para The Economist Intelligence Unit (EIU).  

Actualizada:

8 Ene 2020 - 19:00

Esta semana la dolarización cumple 20 años. Lo mejor que le ha pasado al Ecuador en la historia reciente. No hay nada más vigente y aceptado en el país que el dólar. Todos lo quieren, solo unos cuántos lo odian. 

La forma dolió, pero en lo de fondo fue lo mejor. Los motivos para celebrar son todos los problemas que no tenemos gracias al dólar. Que por cierto son los mismos que condujeron la economía al colapso de finales de los 90. Entre ellos, la hiperinflación, la devaluación monetaria constante y la consecuente crisis financiera. Nada de esto nos atemoriza hoy.

Debido a ciertas limitaciones de política monetaria, algunos detractores creen que el dólar es un problema para el Ecuador. Lo que en verdad les duele es no tener el control de nuestro poder adquisitivo.

Lo verdaderamente malo es seguir asumiendo que se trata de una mera conversión monetaria y no de un esquema con muchas aristas indispensables para su máximo provecho.

La receta de la dolarización vino completa, con lista de ingredientes y con instrucciones. Incluso con el secreto mágico del sabor: apertura comercial y equilibrio fiscal. Lamentablemente ni se siguieron las instrucciones ni se usó el secreto. Por eso estamos como estamos.

Lo más lamentable de todo es que la dolarización llegó en un momento histórico inmejorable que no se aprovechó: justo antes de uno de los más prolongados debilitamientos del dólar.

En 2002, la moneda estadounidense alcanzó su mayor valor de los últimos 30 años. Desde entonces, hasta inicios del 2014, el U.S. Dollar Index (un medidor del valor del dólar frente a una cesta de otras monedas) se mantuvo en bajos históricos, llegando a niveles cercanos a 70 durante la crisis financiera del 2008-2009.

Pero en los últimos cinco años la historia cambió y el dólar ha empezado a fortalecerse.

¿Qué quiere decir todo esto? Que Ecuador no pudo tener un mejor momento para penetrar con sus productos en los mercados internacionales. Un dólar debilitado hace más competitivas las exportaciones ecuatorianas porque las abarata frente a otros competidores. La otra cara de la moneda es el encarecimiento de las importaciones. 

Pero elegimos el camino contrario, el del aislamiento y proteccionismo irracional. Ahora, colocar nuestros productos en el exterior es más difícil porque el dólar se está fortaleciendo y perdemos competitividad (sin mencionar los elevados costos de producción local).

Peor aún, nos amenazan que si no se sigue restringiendo el comercio perderíamos el dólar. Es obvio que el problema no es la salida (o fuga) de dólares, sino que no entran divisas debido a nuestro aislamiento.

La misma lógica irracional se usó para el manejo fiscal. Para nadie es ajena la crisis actual como consecuencia del gran desequilibrio fiscal que ha mantenido el Estado en la última década.

Al Gobierno le hace falta plata, pero los detractores del dólar dicen que es porque no tenemos moneda, y por tanto, no se puede imprimir dinero.

Una vez más, el problema no es el dólar, es el gasto incontenible. Aunque estamos felices con el control inflacionario impuesto por la dolarización que nos libró de ser la réplica de Venezuela, hay mucho más por ganar con el dólar. No nos conformemos, al dólar hay que aprovecharlo.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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