La del domingo 22 de octubre era una elección crucial, porque la Argentina tenía la posibilidad cierta al alcance de la mano de derrotar al peronismo. Y eventualmente, de cerrar ese ciclo histórico perverso de populismo y decadencia que empezó allá por 1946.
En junio de 1946, tras una elección que ganó gracias al apoyo combativo de los sindicatos obreros, el general Juan Domingo Perón inició una presidencia caudillista y tumultuosa con nacionalizaciones y fuertes cargas tributarias a la exportación. Al mismo tiempo, impulsaba la industrialización y aumentaba constantemente los salarios.
El gasto excesivo derivó en un estallido inflacionario, el deterioro de la popularidad de Perón y su derrocamiento en 1955, pero para entonces el peronismo, con su estilo asistencialista, populista, demagógico y clientelar, ya se había instalado para siempre en la política argentina y nunca pudo ser erradicado.
Jorge Ortiz cuenta en su video columna semanal, acerca de la incertidumbre en la segunda vuelta electoral argentina y el historial tumultuoso del peronismo en el país.
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