Miércoles, 24 de abril de 2024
Efecto Mariposa

El arte de escuchar la voz del pueblo no es tan sencillo

Yasmín Salazar Méndez

Yasmín Salazar Méndez

Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.

Actualizada:

6 Nov 2021 - 19:00

Los datos que proporcionan las encuestas de opinión a menudo causan polémica. Por ejemplo, en las últimas elecciones presidenciales de Ecuador, el ganador variaba según la empresa encuestadora.

En otro caso más reciente, al medir la popularidad del presidente Guillermo Lasso, dos conocidas encuestadoras presentaron cifras que divergían en abismales casi treinta puntos, aunque ambos resultados sugerían un descenso en la aceptación de la gestión del mandatario.

A pesar de ello, no todos los pronósticos de las encuestas son malos, también hay casos de éxito, como el ocurrido en las últimas elecciones para el Bundestag, en el que empresas encuestadoras alemanas acertaron con precisión en los resultados finales. 

Los casos citados podrían llevar a concluir que las encuestadoras alemanas son mejores que las ecuatorianas.

Sin embargo, las inconsistencias entre los resultados reales y los obtenidos en las encuestas de opinión son frecuentes y acompañan la trayectoria de empresas demoscópicas de distintas partes del mundo, al punto que, algunos especialistas atribuyeron a la suerte los resultados obtenidos en Alemania.

A pesar de estas discrepancias, las encuestas de opinión se siguen realizando. ¿Cuál es la razón para insistir con las encuestas?

La información proveniente de las encuestas de opinión puede significar la diferencia entre la continuidad y la caída de un gobierno, entre la paz y un estallido social.

En otras palabras, la información de las encuestas puede contribuir al mantenimiento de la democracia, pero, para que los datos sirvan, y se pueda aprovechar todo su poder, deben ser recogidos de la mejor forma posible y hay que escuchar la información que proporcionan.

La información proveniente de las encuestas de opinión puede significar la diferencia entre la continuidad y la caída de un gobierno.

El proceso de diseño e implementación de una encuesta es sumamente complejo y el método de recolección de los datos dependerá no solo de aspectos técnicos, sino también presupuestarios.  

Para garantizar que la información de una encuesta sea confiable es necesario controlar algunos aspectos que, si son ignorados, pueden afectar la representatividad de la muestra, es decir, la capacidad de que esta refleje las características de toda la población.

Entre los desafíos más comunes que se presentan a la hora de implementar una encuesta se pueden mencionar: bajas tasas de participación en las encuestas; alto porcentaje de no respuestas; encuestas en línea, que son más baratas, pero no garantizan la representatividad de la muestra.

Además de encuestas telefónicas, que tampoco garantizan representatividad, sobre todo si la comunicación es a través del teléfono fijo cuyo uso es bajo en los jóvenes.

Y la extracción de datos de redes sociales, que están plagadas de perfiles y de comportamientos ficticios, también puede comprometer la obtención de buena información.

Conseguir datos confiables implica un proceso costoso, pero si los gobernantes usan la información de las encuestas para identificar los problemas que preocupan a la población, el alto costo se compensa.

Las encuestas son útiles si se usan para proponer e implementar políticas que respondan a las necesidades de la población. 

Todo esto suena muy simple, aunque en la práctica no lo es. En algunos casos, por excelentes que sean los resultados de una encuesta, los gobernantes no escuchan el mensaje de la población, aludiendo que son solo percepciones.

En el ejercicio del poder hay que escuchar no solo las voces amigas que susurran dulcemente, sino los gritos del votante mediano.

En otros casos, restricciones presupuestarias o eventos extremos no permiten modificar el gasto en ciertos rubros.

De igual forma, en temas controversiales, como el aborto y el porte de armas, puede suceder que la postura de la mayoría de la población sea contraria a la ideología del gobierno de turno.

Finalmente, el escenario político, los grupos de poder y los compromisos con organismos internacionales también pueden incidir en la capacidad de atender el clamor de una población.

En democracia es fundamental escuchar la voz del pueblo. No se puede complacer a todos, sin embargo, en este punto, el votante mediano es importante.

En el ejercicio del poder hay que escuchar no solo las voces amigas que susurran dulcemente, sino los gritos del votante mediano. Cuando los gobernantes escuchan solo a grupos aislados, que dicen estar revestidos de sapiencia o de poder, el costo puede ser impagable.

Y más grave que eso, cuando las propuestas gubernamentales responden a unos pocos no solo es señal de una democracia no saludable, sino de coqueteos con regímenes que prefiero no mencionar.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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