Viernes, 19 de abril de 2024
Columnista invitado

Banca: Tres etapas durante la pandemia

Julio José Prado

Julio José Prado

Exministro de Producción, PhD en Management con énfasis en Competitividad de Lancaster University Management School. Expresidente Ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador. Es profesor del área de Entorno Económico de IDE – Business School.

Actualizada:

12 Oct 2020 - 19:05

La banca no ha sentido ningún efecto negativo durante esta pandemia y es el único sector cuyos ingresos no se han afectado”.

Decían unos pocos analistas despistados, o mal informados, en redes sociales. Pero la realidad está lejos de ser esa. En menos de siete meses, la banca ha pasado por dos etapas claramente definidas.

Y nos encontramos ahora, en el último trimestre del año, entrando en la tercera; posiblemente la más difícil y compleja.

Etapa 1- De marzo a junio:

Caracterizada por la incertidumbre generalizada. El temor a una posible crisis de liquidez. Y la paralización casi total de las actividades económicas, en medio de la peor crisis de salud de la historia reciente del Ecuador.

Se produjo una reducción agregada mensual de USD 935 millones en depósitos de la banca. No por temores de los depositantes, sino porque simplemente las familias y las empresas utilizaron sus ahorros para enfrentar la reducción de sus ingresos.

Para enfrentar el shock inicial, los bancos, gracias a la prudencia mantenida en épocas de mayor crecimiento, liquidaron posiciones de inversión en el exterior y repatriaron capitales (más de USD 1.200 millones) para poder hacer frente a la demanda de los depositantes.

Además, para superar a la inminente ruptura de la cadena de pagos, se inició desde marzo un proceso masivo de diferimientos de pagos y alivios financieros.

Fueron más de USD 10.000 millones, que representa el 35% de la cartera total para más de dos millones de clientes. Cifra que -por cierto- hubiese sido imposible de lograr sin una banca líquida, bien provisionada y capitalizada, que contó además con el apoyo de casi cuatro millones de clientes que pagaron, con mucho esfuerzo, sus deudas a tiempo.

Etapa 2 – De julio a septiembre:

Caracterizada por un retorno paulatino a las actividades productivas y una recuperación importante de los depósitos que superaron la reducción experimentada en la etapa 1.

Por el lado de cartera, se hicieron menos diferimientos de pagos, y más bien se analizó, con cada cliente, opciones de reestructuración y refinanciamiento que fueran más permanentes y acorde a la nueva capacidad de pago.

Los desembolsos de nuevos créditos se reactivaron, en especial hacia los sectores productivos y la microempresa, que recibieron el 77% del crédito total en este periodo. Pero el crecimiento del crédito tuvo menos fuerza de lo esperado, debido principalmente a la baja demanda.

Etapa 3- De octubre a diciembre:

Estará caracterizada por las medidas que deberán tomar los bancos, para enfrentar el alto porcentaje la de cartera cuya calificación se ha deteriorado como resultado de la crisis económica.

Una vez que se ha agotado el plazo prudencial otorgado por la Junta de Regulación Financiera, que hacía que la cartera impaga no se registre como vencida.

En esta etapa, comenzaremos a ver un incremento en los niveles de morosidad, que hasta ahora se habían mantenido prácticamente sin cambios, a pesar de la crisis económica.

La tercera etapa requerirá de un mayor cuidado y manejo técnico de parte de los bancos para poder amortiguar el efecto que implica reflejar la alta cartera vencida en los balances de los bancos de forma casi inmediata.

Sin embargo, como lo decía Carmen Reinhart, famosa profesora de Harvard, ahora vicepresidente del Banco Mundial, en una importante conferencia hace pocos días: es mejor que los bancos reflejen de forma paulatina el verdadero impacto de la crisis en sus balances, y que se tomen acciones puntuales con aquellos que requieran medidas de remediación.

Reinhart dijo que, como los bancos y sus reguladores actuaron en forma prudente antes y durante la crisis, la gran mayoría de bancos de América Latina deberían estar en capacidad de resistir este duro golpe a sus balances. Esto es precisamente lo que va a pasar con los bancos del Ecuador en esta tercera etapa. Los indicadores de morosidad van a crecer, por lo que la cobertura excedentaria de provisiones comenzará a ser usada.

La utilidad y rentabilidad se va a reducir de forma importante, algunos otros indicadores podrían verse afectados.

Pero, quizá paradójicamente, los bancos estarán en una mejor posición para enfrentar la crisis y seguir apoyando a sus clientes tanto por el lado de la cartera, como por el lado del resguardo de los depósitos.

Los bancos privados harán lo que los gobiernos de Ecuador no hicieron; mantener la prudencia en épocas de bonanza para preservar la estabilidad en épocas de crisis, es decir que usarán sus colchones de liquidez, capital y provisiones, que se crearon justamente para momentos como estos.

¿Imagina usted lo que hubiese pasado si la banca no se manejaba de esta forma, y caía ante las presiones políticas para relajar sus políticas de crédito, provisiones y liquidez? Una banca prudente le hace bien al país. Ahora es cuando comprobaremos la validez de este argumento.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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