Logo

Suscríbete a nuestras notificaciones para recibir las últimas noticias y actualizaciones.

Lo Último
Temas:
  • Daniel Noboa
  • Mundial de Clubes
  • Migrantes por el mundo
  • Día del Padre
Domingo, 15 de junio de 2025
  • Home
  • Lo Último
    • Qué pasa hoy
  • Política
    • Elecciones Ecuador 2025
  • Economía
    • Empresas
    • Reputación en Acción
  • Seguridad
    • Sucesos
    • Caso Metástasis
  • Quito
  • Guayaquil
  • Jugada
    • #Eldeportequequeremos
    • Barcelona SC 100 años
    • Eliminatorias Mundial 2026
    • Tabla de posiciones LigaPro 2025
    • Tabla de posiciones Eliminatorias Mundial 2026
    • Tabla de posiciones Copa Libertadores 2025
    • Tabla de posiciones Copa Sudamericana 2025
  • Sociedad
    • Censo Ecuador
  • Trending
    • TV y Streaming
    • Música
    • Gastronomía
    • Cine
    • Cultura
    • Agenda
  • Firmas
  • Internacional
  • Revista Gestión
  • NEWSLETTER
  • Juegos
  • Telegram
  • X Twitter
×
  • Telegram
  • X Twitter
  • Lo Último
    • Qué pasa hoy
  • Política
    • Elecciones Ecuador 2025
  • Economia
    • Empresas
    • Reputación en Acción
  • Seguridad
    • Sucesos
    • Caso Metástasis
  • Quito
  • Guayaquil
  • Jugada
    • LigaPro
    • Fútbol
    • La Tri
    • Tabla de posiciones LigaPro 2025
    • Tabla de posiciones Copa Libertadores 2025
    • Tabla de posiciones Eliminatorias Mundial 2026
    • Tabla de posiciones Copa Sudamericana 2025
    • Más deportes
    • Ciclismo
    • Eliminatorias Mundial 2026
    • #Eldeportequequeremos
    • Juegos Olímpicos 2024
    • Dónde ver
    • Mundial de Clubes
  • Sociedad
    • Censo Ecuador
  • Trending
    • TV y Streaming
    • Música
    • Gastronomía
    • Cine
    • Cultura
    • Agenda
  • Ciencia y Tecnología
  • Firmas
  • Internacional
  • Revista Gestión
  • Juegos
Videos
NEWSLETTERS

De la Vida Real

La casa donde la sopa estaba prohibida

Valentina Febres Cordero

Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido. 

Actualizada:

13 feb 2023 - 05:27

Compartir:

  • X Twitter
  • Telegram
ÚNETE A NUESTO CANAL

Más o menos hace un mes, le oí a una nutricionista en la radio que recomendaba volver a comer sopas.

"Nuestra alimentación es tan mala, que los niños de hoy quieren vivir de comida rápida, porque hemos dejado de poner alimentos reales sobre la mesa. Para los padres, es más fácil que coman lo que ellos quieran –con tal de que coman– a darles alimentos de verdad" dijo.

Enseguida se me vino la imagen del plato de sopa que nos dio mi abuela el jueves anterior, una sopita calientita de arroz de cebada, acompañada de un delicioso ají con tomate de árbol, cebolla picada y chochos sin cáscara.

Mientras le oía a esta nutricionista, me acordé por qué dejé de comer sopa.

Como siempre fui gorda y me ha encantado la comida toda la vida, mi mamá, preocupada, me llevó cuando tenía 11 años a una nutricionista que me mandó una dieta en la que estaban prohibidas las sopas.

Según ella, porque es un alimento que solo da calorías y no aporta nutrientes. El menú de la dieta era de 1.500 calorías diarias. Nos explicó también que un plato de sopa contenía todas esas calorías.

Obviamente, a los tres meses de ese régimen estricto bajé de peso, me puse regia y entré a la adolescencia cuerazo.

Pero quedé marcada, o más bien las sopas quedaron marcadas como un plato que engorda y que no es bueno, porque a lo largo de mi vida he ido a muchas otras nutricionistas y lo primero que me prohíben es eso. Nunca más fui cuerpazo, pese a que no volví a comer sopa.

Cuando todavía vivía en la casa de mis papás, de vez en cuando hacían sopas. Mi preferida era la de melloco. Cada bocado me llenaba de felicidad extrema. Sentía un poco de culpa, pero me repetía el plato una y otra vez, pensando en que no iba a comer el segundo.

Así se equiparaba el pecado que estaba cometiendo. Ahora, 14 años más tarde y con hartos kilos de más, ese recuerdo de comer la sopa calentita en la casa de mis papás me hace muy feliz.

No siento culpa, sino un eterno agradecimiento por haberme permitido comer ese manjar de los dioses.

La sopa tiene su encanto. Me acuerdo de que mi otra abuela, la mamá de mi papá, quien ya murió, siempre preparaba sopas. Las hacía de quinua, de habas y también locro de papa, locro de acelga.

Mi preferida era la crema de tomate con papas fritas. Qué bestia, cuando llegaba a la hora del almuerzo, primero pasaba por la cocina comiendo las papas de la sartén. Las empleadas se morían de las iras –y yo de la risa–.

Mi abuela decía:

-Denle nomás a la guagua lo que ella quiera.

Y ante esa autorización no había cómo hacer nada.

También hacía crema de apio con pan tostado en mantequilla, y claro, lo primero que me acababa era el pan. Era un placer almorzar con ella. Comíamos con calma, despacito y saboreando cada bocado.

Frente al plato de sopa hay muchos otros elementos que deben estar en la mesa. El locro, por ejemplo, tiene que ir con trozos de queso picado y aguacate, y nunca puede faltar el ají.

La mesa se va llenando de cosas que pueden acompañar al plato. Si hay tostado, también se le pone. O se hace canguil para ponerle a la crema de zanahoria. La idea es que la sopa nunca debe ir sola. Es un plato generosísimo.

La otra noche, mi abuela comía sopa de letras, y me sentí egoísta, porque a mis hijos jamás les he preparado una. Porque claro, ellos nacieron en una casa en la que la sopa está prohibida.

No es justo, pensé, quitarles esa parte fundamental de la infancia porque tienen una mamá que cree que la sopa engorda, pero se come todos los chocolates a escondidas. Y a ellos siempre les compro golosinas. O sea, les doy calorías por montones, pero jamás un caldito de verduras con pollo desmenuzado.

Hablé con la Yoli, mi ángel de la guarda, y le dije que había que modificar el menú del almuerzo. Menos arroz, más ensalada y una porción de proteína chiquita.

Ahora todos somos felices. Hemos comido caldo de bolas de verde, sopa de lentejas con fideo, aguado de pollo con chifles, encebollado con canguil y una deliciosa sopa de espárragos con queso.

Por arte de magia, se acabaron los piqueos en las tardes. Almorzamos más nutritivo y mis guaguas ya no comen las cosas de la lonchera del colegio ni galletas con mermelada. Y por fin logré que por las noches todos nos alimentemos más sano.

Noticias Relacionadas

Firmas

Parece que no nos libraremos de una gran guerra

Leer más »

Firmas

Una vida turbulenta

Leer más »

Firmas

Ley de Inteligencia for Dummies

Leer más »

Firmas

Impuesto para vivir

Leer más »

Firmas

Una deidad sin ética para una humanidad sin alma

Leer más »

Firmas

Protegiendo juntos nuestro planeta: El compromiso del Reino Unido con los océanos y la biodiversidad en América Latina y el Caribe

Leer más »

article.theLast

Esta página web usa cookies

Las cookies de este sitio web se usan para personalizar el contenido y los anuncios, ofrecer funciones de redes sociales y analizar el tráfico. Además, compartimos información sobre el uso que haga del sitio web con nuestros partners de redes sociales, publicidad y análisis web, quienes pueden combinarla con otra información que les haya proporcionado o que haya recopilado a partir del uso que haya hecho de sus servicios. Puede revisar nuestra política de privacidad y tratamiento de datos.

  • Telegram
  • X Twitter
  • Quiénes somos
  • Regístrese a nuestra newsletter
  • Sigue a Primicias en Google News
  • #ElDeporteQueQueremos
  • Tabla de Posiciones Liga Pro
  • Resultados elecciones 2025
  • Etiquetas
  • Politica de Privacidad
  • Contacto Editorial
  • Contacto Ventas
  • RSS

©Todos los derechos reservados 2024