Sábado, 15 de junio de 2024
Efecto Mariposa

Ciudades hermosas, estómagos vacíos

Yasmín Salazar Méndez

Yasmín Salazar Méndez

Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.

Actualizada:

22 May 2024 - 5:57

¡Auxilio, auxilio! Esos son los gritos de ayuda de una comerciante informal de plátanos, que vende sus productos en una calle del sur de Quito, mientras agentes encapuchados de la Agencia Metropolitana de Control le retienen sus productos.

Después de los inútiles pedidos de socorro se observa un forcejeo, en el que golpes de parte y parte van y vienen.

Se sabe que, al final, el agente con el rostro encubierto fue golpeado con un artefacto eléctrico y fue herido en la quijada con un arma blanca.

Enfrentamientos violentos de ese tipo, protagonizados entre comerciantes informales y miembros de organismo de control, no son exclusivos de Ecuador y son más frecuentes de lo que parecen.

Según la red global Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO, por sus siglas en inglés), diariamente se produce un desalojo violento en algún lugar del mundo.

A pesar de que estos eventos se producen en muchos países, no dejan de generar indignación bien sea porque no se permite que los comerciantes busquen honestamente su sustento o por la molestia que generan las ventas ambulantes.

Lo cierto es que la presencia de comerciantes informales es una problemática compleja, pues quienes están a favor tienen argumentos para estarlo, pero quienes se oponen también los tienen.

A continuación, presento algunos de los argumentos a favor y en contra de las ventas ambulantes.

  • Razones para permitir el comercio informal en las calles:

1. En Ecuador, el 52,5 % de los trabajadores pertenecen al sector informal. En general, la informalidad laboral está relacionada con ingresos bajos y volátiles, ausencia de protección social y exclusión del sistema económico y financiero.

Para no hacer más larga la historia, resumiré en una palabra lo que significa la informalidad laboral: pobreza.

Según el INEC, el 87,8 % de los trabajadores informales pertenecen al primer quintil de renta; el 73.4%, al segundo; al tercer quintil el 59,0 %, al cuarto 43,7 % y al quinto 22,0 %.

Un quintil de renta es una forma de dividir la población en cinco grupos iguales según sus ingresos. Cada quintil representa el 20 % de la población, ordenada de menor a mayor ingreso. Así, el primer quintil incluye al 20 % más pobre y el quinto quintil al 20 % más rico.

En resumen, la informalidad es una actividad que permite obtener recursos a gran parte de las personas que viven en pobreza.

2. Existen algunas modalidades para laborar en condiciones de informalidad, y una de las más comunes es la venta de productos o servicios en las calles.

Los vendedores ambulantes son parte importante de las ciudades, de su economía y cultura, pues facilitan el acceso a diversos bienes y servicios a precios módicos; muchos vendedores ambulantes tienen compradores fijos.

Entre los productos y servicios que se ofrecen en el comercio informal se pueden mencionar a los siguientes: frutas, verduras, comida preparada, ropa, zapatos, artesanías, artículos electrónicos, servicios artesanales y de belleza.

  • Razones para no permitir la presencia de vendedores ambulantes:

1. La mayoría de los comerciantes informales carece de puestos de venta fijos y seguros, y están expuestos a regulaciones o al acoso diario por parte de las autoridades locales.

Esto implica que tienen que pagar multas; son objeto de sanciones, confiscaciones o retenciones de mercancías, y sufren abuso físico o verbal. En algunas ocasiones, los comerciantes informales recurren al pago de sobornos para evadir los controles.

2. Vender productos de manera informal puede ser sinónimo de evasión de impuestos, caos, congestión, apropiamiento del espacio público, delincuencia e insalubridad. Asimismo, a los vendedores ambulantes se les acusa de afear las ciudades.

Analizando los puntos a favor y en contra del comercio informal, es difícil tomar una postura radical de apoyo o rechazo a esta actividad, pues, aunque en el país existen millones de ecuatorianos viviendo en situación de pobreza, el caos, el desorden, la evasión tributaria, la insalubridad y la delincuencia son argumentos suficientes para que los organismos de control no les permitan comercializar sus productos en el espacio público.

No obstante, la problemática de la informalidad laboral es un asunto sensible, que ha sido incorporado en las agendas de desarrollo, porque es una actividad desarrollada, en su mayoría, por personas pobres.

En efecto, en el Objetivo 8 de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 se menciona la necesidad de promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, así como el empleo y trabajo decente para todos. Además, en el Objetivo 11 se menciona que se procura lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.

También, la Organización Internacional del Trabajo, adoptó la Recomendación sobre la transición de la economía informal a la economía formal 2015, en la que se emiten directrices a los Miembros, instándolos a incentivar la creación, preservación y sostenibilidad de las empresas y de empleos decentes en la economía formal y a prevenir la informalización de los empleos de la economía formal.

Así, se solicita a los gobernantes que garanticen condiciones de trabajo decente y que implementen procesos para pasar de la economía informal a la formal, en lugar de regular, perseguir y castigar a los trabajadores informales.

En Quito, al parecer, la represión a los vendedores ambulantes es y será la línea de acción, pues la directora de la Agencia Metropolitana de Control, Lira Villalva, manifestó en una entrevista en FM Mundo, que los operativos, desalojos y retenciones seguirán “para asegurar el buen uso del espacio público de los quiteños y quiteñas” y para recuperar la armonía a la ciudad.

Además, la funcionaria especificó que este año se han realizado 2.607 operativos, se han emitido 260 actos de inicio de sanción y 532 retenciones en distintos puntos del Distrito Metropolitano, y que las notificaciones han sido entregadas por escrito, obedeciendo a un “nuevo modelo de gestión”.

Villalva recalcó que todas estas acciones están enmarcadas en la normativa municipal, y explicó que a los vendedores ambulantes se les ofrece alternativas para que se ubiquen en los lugares libres que hay en los mercados

La gran pregunta es cuántos comerciantes informales existen en la ciudad y si habrá espacio para todos en los mercados. Realicé la consulta a la AMC, sin embargo, no recibí una respuesta hasta el momento de la publicación de este artículo.

Me temo que, a pesar de todas las advertencias, los operativos y los fornidos agentes encapuchados, las ventas informales seguirán en Quito, y en todo Ecuador, pues la recuperación del espacio público y el ordenamiento de las ciudades no se basa solo en combatir la presencia de los comerciantes informales.

Si bien la funcionaria tiene que defender las acciones de la AMC, y para esto se ampara en la normativa y en un modelo de gestión, llama la atención que sus únicos objetivos sean mantener la armonía y que los quiteños y quiteños tengan su espacio público bien conservado.

Una funcionaria de una entidad de ese tipo no debería ser ajena a las directrices de las agendas de desarrollo, aunque esa es la actuación de la mayoría de las autoridades locales de las ciudades del mundo y, siendo consecuente con la ideología política del alcalde de la ciudad, debería procurar una salida más inclusiva y acorde a la realidad nacional.

Millones de ecuatorianos dependen cada día de tener “suerte” en las ventas ambulantes para comer, en el mejor de los casos, una vez al día, y lo que menos necesitan son actas con advertencias de que les van a desalojar o a retener los productos.

Esa será una lucha interminable, los miembros de la AMC notificando y los comerciantes informales escondiéndose, y protagonizando tristísimas y peligrosas escenas con violencia de ambas partes.

En un contexto como el ecuatoriano, en el que pertenecer al sector laboral formal termina siendo un privilegio, los comerciantes informales requieren que se les reconozca e incluya como agentes económicos y que se los integre en la planificación urbana y en los programas de desarrollo económico local.

También es importante que los trabajadores informales estén organizados y bien representados para que tengan una voz activa en los planes para incluirlos en la economía local.

En otras palabras, una propuesta sensible con la situación de pobreza de millones de ecuatorianos debería regular y proteger a los vendedores ambulantes, en lugar de regularlos y reprimirlos.

Aunque es legítimo el derecho que todos tenemos a vivir en ciudades lindas y armoniosas, no es menos legítimo que todos tenemos derecho a tener una vida digna.

Las ciudades hermosas no tienen millares de personas con los estómagos vacíos.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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