Jueves, 28 de marzo de 2024
El Chef de la Política

Otra vez la muerte cruzada

Santiago Basabe

Santiago Basabe

Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).

Actualizada:

20 Mar 2022 - 19:03

Vuelve a la discusión pública el uso de la muerte cruzada, una figura constitucional que podría aliviar problemas de gobernabilidad en países en los que el poder político se encuentra concentrado en la legislatura. Esa es la estructura de las democracias que acuden a formas de gobierno parlamentaristas.

No es el caso de Ecuador, país de tradición presidencialista, en la que tanto el Jefe de Estado como la Asamblea Nacional son elegidos de forma independiente, a través de voto popular.

Por esa razón y otras, la muerte cruzada es uno más de los experimentos fallidos, 'fantochadas' dirían las abuelas, de la Constitución de Montecristi. Quienes comparten esta opinión, por coherencia, no deberían acudir a dicha herramienta cuando les conviene políticamente.

Sin embargo, como eso de la coherencia no es lo común hoy en día, nuevamente el debate sobre este tema se instala en el país.

Si se trata de observar los beneficios y costos de una muerte cruzada, lo más conveniente es analizar actor por actor.

Para el gobierno, implicaría tener carta relativamente abierta para aprobar las leyes que le interesan sin la interferencia de la legislatura. Ahí debería tomarse en cuenta que esas leyes, que deben ir bajo el membrete de 'decreto-ley de urgencia económica' requieren previamente de dictamen de la Corte Constitucional.

No hay control luego de que la norma sea expedida sino antes, ese detalle es clave. Por tanto, si el gobierno está pensando en la muerte cruzada como una opción, debería evaluar también cuál es la correlación de fuerzas al interior de la Corte Constitucional.

Con la reciente salida de los tres jueces que mayor influencia tenían en ese tribunal, ahora mismo no es tan claro cómo se posicionarán allí las mayorías. Hay que considerar que la Corte Constitucional actual es más 'plana', en el sentido de que no existe alguien que pueda llevar la batuta e incidir claramente sobre el voto de sus colegas.

Pero aún si se asume que la Corte Constitucional resolverá favorablemente y de forma ágil las peticiones del gobierno, ahí no termina el problema. La vigencia de una ley de inversiones aprobada por esta vía, -porque la que está en la Asamblea Nacional se dice que camina vehementemente al archivo- otra en materia laboral e incluso algunas complementarias, no garantizarán en modo alguno ni la reactivación económica ni la generación de empleo.

La razón es simple: los inversores miden la temperatura del país y fácilmente llegarán a la conclusión de que, antes de propiciar negocios, es necesario esperar los resultados del proceso electoral.

Si en esos comicios el gobierno no corre con suerte, toda la estructura legal creada podría ser revertida en cuestión de semanas por la nueva Asamblea Nacional.

Ya que hablamos de elecciones, la apuesta del gobierno sería entonces ganar la Presidencia y, además, incrementar el tamaño de su bancada legislativa. En el primer caso, eso sería posible, si y solo si, la popularidad del Jefe de Estado en los meses venideros es igual o mayor a la que tuvo en las elecciones de 2021.

Para lograr ese repunte, dado que las actuales encuestas lo posicionan peor que hace un año, la alternativa sería crear un ambiente social y político en el que la población se adhiera a su propuesta de gobierno.

Sin la Asamblea Nacional de por medio la batalla parece más fácil, pero eso no es suficiente. Para conseguir ese objetivo, el gobierno requerirá mucha inversión social, mucha clientela, mucha cooptación de los gobiernos seccionales, mucha negociación con grupos de presión de diferentes sectores y muchos recursos económicos para solventar esta estrategia.

La pregunta es si el gobierno tiene esa disponibilidad financiera y si está provisto del arsenal de operadores políticos que se requieren para hacer ese trabajo de hormiga en unos pocos meses.

En el plano legislativo, el gobierno podría incrementar su bancada legislativa si en el cortísimo plazo es capaz de generar una estructura partidista, o al menos una plataforma de apoyo electoral basada en la clientela, que le permita posicionarse mejor en las provincias.

Esa no es una tarea fácil, pues para aumentar las curules en la nueva Asamblea Nacional el gobierno necesariamente debe restar espacios electorales a otros actores políticos.

Ahí la apuesta sería conseguir los votos que en las elecciones de 2021 fueron a Izquierda Democrática (ID), Pachakutik, el Partido Social Cristiano o la Revolución Ciudadana.

Algo podría obtener CREO de votantes decepcionados con la actuación de ID en la Asamblea Nacional y de quienes apoyaron a Pachakutik, pero que le perdieron fe a raíz de la salida de Yaku Pérez y de la división del bloque legislativo.

Sin embargo, al gobierno le resultará más difícil arrancarle votos al Partido Social Cristiano pues allí será clave el trabajo de Jaime Nebot para, al menos, mantener el cada vez más pequeño espacio que tiene en la legislatura.

Finalmente, conseguir que alguna parte del electorado que votó por la Revolución Ciudadana en 2019 ahora lo haga por el gobierno es una tarea titánica y de pronóstico reservado.

En definitiva, visto así el escenario, la otra pregunta que deberían plantearse en Carondelet es en qué medida su presencia legislativa puede variar considerablemente con una nueva conformación de la Asamblea Nacional.

En un escenario muy favorable, su bancada podría crecer en 10% y hasta 15%. La reflexión que cabe es si vale la pena jugarse por la muerte cruzada para luego de unos meses tener una representación legislativa similar a la actual, desde luego, asumiendo que el Presidente Lasso pueda ganar la reelección.

Si el escenario legislativo de ID, Pachakutik y PSC en una nueva elección sería, en el mejor de los casos, relativamente similar al actual, en el plano presidencial una muerte cruzada tampoco aparece como una opción llamativa.

La candidatura de Xavier Hervas podría ser la que más espacio tendría si consigue los votos que fueron de Yaku Pérez y no de Pachakutik, si arranca votos a Lasso, si captura algunos pequeñísimos espacios del PSC y si es capaz de convencer a gente que votó por la Revolución Ciudadana para que en esta ocasión lo apoyen.

Desde luego, todo esto asumiendo que la votación que obtuvo Hervas en 2019 no ha descendido. Allí el apoyo de ID a las recientes amnistías y su posición ambivalente en otros temas discutidos en la Asamblea Nacional podrían jugarle a su candidato presidencial en contra.

Del PSC es poco lo que se puede decir, pues si no tuvo candidato presidencial en 2019 en menos de dos años es difícil que se posicione a alguien, salvo que "por pedido del pueblo" la opción de Nebot vuelva a surgir.

En Pachakutik, sin Yaku Pérez, lo más probable es volver al histórico techo de 10% en elecciones presidenciales.

Para la Revolución Ciudadana (RC) el escenario es distinto. Pocas lealtades electorales habrán perdido entre la elección de 2019 y el momento actual. Al contrario, con las amnistías su discurso político se posiciona de mejor forma y la idea del retorno del ausente cobra más valor.

Al no ser parte del gobierno central, el desgaste de RC es mínimo y, por el contrario, las posibilidades de sacar apoyos a una parte del electorado de ID y Pachakutik, aumentan.

Aunque su objetivo mayor será conseguir más de la mitad de las bancas en la nueva Asamblea Nacional, con mantener su bloque actual o incrementarlo en alguna medida se podrían dar por satisfechos.

En realidad, en la elección presidencial sería donde más se jueguen los intereses de la Revolución Ciudadana. Allí la meta seguramente será mantener la votación de 2019 e incrementarla en ese 8% de votos que le faltaron para ganar en una sola vuelta.

No será una cuestión sencilla, pero capturando votos de acá y allá y dispersando los apoyos del resto de candidatos, puede ser un objetivo más fácilmente alcanzable que el del gobierno y las demás agrupaciones políticas.

***

En resumen, al Partido Social Cristiano la llegada de la muerte cruzada no le da ni le quita mucho por lo que puede apostar por ese ensayo.

En Izquierda Democrática y Pachakutik quizás los costos serían mayores, salvo que la efervescencia del fenómeno Yaku Pérez y Xavier Hervas se mantenga, aunque eso es poco probable.

A quien realmente le conviene llegar a elecciones anticipadas es a la Revolución Ciudadana y allí se explica por qué el permanente desafío y la provocación desde la Asamblea Nacional.

Finalmente, a quien más le podría perjudicar la muerte cruzada es al gobierno; sin embargo, parece que allí, en Carondelet, están los más entusiastas por asumir esa medida.

Otra vez la muerte cruzada. Otra vez el gobierno obnubilado por una opción en la que poco o nada tiene para ganar.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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