Jueves, 28 de marzo de 2024
Con Criterio Liberal

Hay que ponderar las medidas frente al coronavirus

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.

Actualizada:

23 Mar 2020 - 19:00

Vivimos semanas convulsas. Días que cambiarán en gran parte el mundo que conocemos. En muchos países se han decretado periodos de cuarentena más o menos estrictos, estando Ecuador entre los que ha decretado una muy rigurosa, que ha paralizado la actividad del país.

Ante la incertidumbre a la que nos enfrentamos, los gobiernos y los distintos políticos han optado por tomar cada cual medidas más drásticas de confinamiento, con la confianza de que el aislamiento es la solución al problema.

En medio del temor a que el coronavirus sea tan grave en sí mismo que cualquier medida para frenarlo es necesaria, no se ponderan las consecuencias de las medidas que se toman para intentar parar su expansión. Apenas oímos algunos anuncios de acciones para enfrentar la amenaza, para aumentar la capacidad del sistema sanitario, por ejemplo.

Paralizar a un país por tres semanas, o puede que más, es algo tan extremo que no tiene precedentes. Y es una medida que, aún si fuese efectiva para frenar la expansión del virus -algo que aún estamos intentando-, ni siquiera sabemos si es realmente aplicable pues, precisamente, no tiene precedentes.

En países como Italia o España son miles y miles las multas que aplican a diario las autoridades a quienes están rompiendo el confinamiento, que además no es tan extremo como en Ecuador. Y las multas solo se ponen a una fracción de quienes incumplen las normas.

Pero tampoco se puede aplicar las medidas por igual en los distintos países. En Ecuador, por ejemplo, menos del 5% de la población puede trabajar desde casa, y la mayor parte no tiene ingresos mes a mes.

Esto hace que la situación sea muy difícil para millones de ecuatorianos, que además viven en casas no adaptadas para permanecer encerrados en ellas durante un largo periodo de tiempo, a diferencia de las viviendas en Europa o Estados Unidos, donde hay largos y duros inviernos para los que las casas están acondicionadas.

Una vez que se han adoptado medidas tan drásticas, necesariamente vienen medidas nuevas para hacerlas cumplir, en una escalada complicada de parar. 

Así, por ejemplo, una vez que se impide a millones de personas trabajar, y teniendo en cuenta que muchos en Ecuador viven del día a día, se han tenido que implementar programas extraordinarios del Bono de Desarrollo Humano o de reparto de kits de alimentación, que difícilmente serán suficientes para todos aquellos que están pasando dificultades con apenas diez días de confinamiento, y que serán más según pasen los días.

Estas medidas son profundamente desiguales. Afectan a los más pobres, a quienes apenas tienen para vivir de su día a día. A ellos les empobrecen aún más. A las clases medias y altas, con recursos para vivir más de un mes, casas amplias, posibilidad de trabajar desde el hogar y disponibilidad de educación on-line les afecta mucho menos. Esto sí que está aumentando la desigualdad.

Ya se han registrado incidentes violentos entre quienes no quieren o no pueden cumplir con el aislamiento y las autoridades. Y para intentar confinar a la población se ha tenido que militarizar la provincia de Guayas, una medida radical que supone la aplicación de la violencia o la amenaza del uso de la violencia estatal.

Y en los días venideros es de esperar que haya más incidentes y enfrentamientos pues la situación se va complicando según se va alargando el confinamiento.

En estos días iremos viendo cómo aumentan el número de casos y el número de muertes en Ecuador, como en muchas partes del mundo. Y esto alertará aún más a la población y a la ciudadanía, y probablemente se seguirá en esta escalada de extremos, mientras la paralización empobrece y pone en situaciones cada vez más difíciles a más y más ciudadanos. 

Se necesitan mucha serenidad y perspectiva para afrontar la crisis. La reacción de pánico sólo empeora todo aún más. El miedo es un mal consejero.

Aún no hemos valorado lo que supone para la mayor parte de los negocios de Ecuador estar dos o más semanas paralizados. Lo que supone para las finanzas del gobierno ecuatoriano o lo que supone estar encerrados para los ciudadanos más vulnerables, con problemas familiares o mentales.

Vivimos tiempos de zozobra e incertidumbre, pero creo que en algún momento tendremos que preguntarnos cuáles son son los costos y las consecuencias de las medidas que se están tomando, pues la reacción extrema por miedo ante el coronavirus está teniendo y tendrá consecuencias graves que no parecen estar siendo consideradas aún.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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