Viernes, 26 de abril de 2024
Con Criterio Liberal

El Presupuesto de la renuncia

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.

Actualizada:

29 Nov 2022 - 5:26

El Gobierno de Ecuador ha presentado el Presupuesto para 2023, que parece indicar la renuncia del presidente Lasso a aplicar las políticas económicas que él mismo consideraba tan necesarias cuando accedió a la Presidencia.

Para empezar no se plantea una revisión de la eficiencia del gasto público.

No hay un presupuesto base cero, ni siquiera un análisis de eficiencia por unidad administrativa, ni ningún mecanismo de control del trabajo de los servidores públicos. No hay una reducción del gasto.

Si el año pasado lo presupuestado fueron USD 33.900 millones, sobre un PIB nominal de USD 109.000 millones (un 31,1%); este año se prevé un supuesto gasto de USD 31.500 millones sobre un PIB de USD 122.000 millones.

La supuesta reducción del gasto es más un truco contable que una realidad, como lo señala el profesor Rodrigo López Santos, de la USFQ.

Pues se han ocultado en las cuentas de PetroEcuador los USD 5.300 millones de los subsidios, por lo que el presupuesto comparable sería de USD 36.800 millones, un 30,1% del PIB, no hay reducción nominal y la proporcional es de apenas de 1%.

Más preocupante parece que este mismo año, cuando el Gobierno hacía sus primeras directrices del Presupuesto, apostaba por un déficit del 0,6%, y cuando ha presentado estos presupuestos se hacen con un déficit de 2,1%.

Lo anterior supone una renuncia a las ideas básicas sobre cómo mejorar la economía.

Pero el problema principal es que estos presupuestos son insostenibles.

Sumando déficit presente y las deudas, Ecuador tiene una necesidad de financiación de USD 7.500 millones; cifra que está infra valorada, pues no queda muy claro de dónde se sacarán los USD 1.000 millones de la venta de activos.

Aún tomando esa cifra, Ecuador gasta un 20% más de lo que ingresa. Es algo inaceptable en cualquier presupuesto, más cuando el riesgo país está en el entorno de los 1.300 puntos, lo que quiere decir que los prestamistas internacionales no tienen confianza en la capacidad del Estado ecuatoriano de pagar sus deudas.

Lo más triste es que el Presidente Lasso llegó con la promesa de terminar su mandato en 2025 con un crecimiento del 5%. Una cifra optimista pero alcanzable.

En la última proforma presentada, el crecimiento proyectado para 2026 es de 2,3%; algo claramente insuficiente para un país joven, cuya población crece en torno a un 1,5% anual.

Otra vez más estamos en el eterno debate entre Keynes y Hayek, aquellos que priorizan el crecimiento del PIB en el corto plazo a base de gasto público, y quienes buscan el crecimiento sano en el largo plazo, a base de inversión privada.

El gobierno de Lasso, de manera sorprendente por sus precedentes en la oposición, parece que ya ha optado por continuar con este modelo keynesiano de gasto público.

El problema es que con una población tan joven y una década sin crecimiento económico lo menos probable es que todo siga más o menos igual, pues o hay un cambio o habrá malestar social.

Es hora de afrontar un cambio estructural, pues las cifras muestran que la situación es ya insostenible.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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