Viernes, 26 de abril de 2024
Una Habitación Propia

La primera semana de la guerra

Maria Fernanda Ampuero

Maria Fernanda Ampuero

María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.

Actualizada:

3 Mar 2022 - 19:01

¿Saben qué es el efecto mariposa? Para explicar burdamente la teoría, podríamos decir que algo tan simple como el aleteo de una mariposa puede modificar el curso de la historia.

Wikipedia recuerda el ejemplo propuesto por el matemático Edward Norton Lorenz: si se parte de dos mundos o situaciones globales casi idénticos, pero en uno de ellos hay una mariposa aleteando y en el otro no, a largo plazo el mundo con la mariposa y el mundo sin la mariposa acabarán siendo muy diferentes. En uno de ellos puede producirse a gran distancia un tornado y en el otro no suceder nada en absoluto.

Recuerdo esto porque, aunque mucha gente piensa que lo de Rusia y Ucrania no tiene nada que ver con su vida, la descomunal mariposa de la guerra está agitando sus alas para cambiarnos a todos, a todas. 

A mí, pero a usted también. 

Hace un par de días Rusia recordó que tiene armamento nuclear. Poca broma ahí. Sabemos que Vladimir Putin es una persona que ha hecho cosas monstruosas, que ha envenenado, matado, amenazado, encarcelado, silenciado y ridiculizado a personas e instituciones. 

El sociópata con poder: el terror encarnado en hombre. 

Cuando era niña se hablaba mucho de la Guerra Fría, el conflicto entre Rusia y Estados Unidos. Desde el lejano Ecuador se escuchaba que había botones rojos que podían destruir el mundo y que esos botones rojos los podían oprimir unos señores que no tenían nada que ver con nuestra zona del planeta.

Vuelve a pasar. 

Putin tiene un botón rojo y es una olla de presión: las grandes potencias están acorralándolo económicamente, hay sanciones y restricciones financieras, pero también otras más simbólicas: exclusión de eventos deportivos, culturales y sociales. La Unión Europea y Estados Unidos enarbolan la bandera azul y amarilla de Ucrania. 

El sociópata, se sabe, muere matando.

Hablaba al principio del efecto mariposa. Si Rusia toma Ucrania seguirá con los países que formaban parte de la ex Unión Soviética y, entonces, será como una nueva versión de la Segunda Guerra Mundial: igualito en muertos y horror, pero con nuevas tecnologías. 

La veremos en las pantallas de nuestros teléfonos y menearemos la cabeza. 

Se dice que en aquellos tiempos el pueblo alemán no sabía lo que estaba pasando en otras partes de los territorios ocupados: nosotros sí lo sabremos, pero ¿se hará algo?

Todavía no se hace nada, ¿qué esperan?

En apenas una semana de guerra ya hay miles de personas desesperadas por cruzar la frontera a otros países. En apenas una semana de guerra, las ciudades más importantes de Ucrania parecen tierra de nadie con sus edificios destruidos y sus calles vacías. En apenas una semana de guerra ha muerto una cantidad aún desconocida de rusos y ucranianos y las pérdidas económicas, patrimoniales y emocionales son incalculables. 

Ha caído una de las ciudades más importantes de Ucrania, Jersón: su población llora ante los tanques del invasor, los hombres que hasta la semana pasada eran veterinarios, camareros o profesores, ahora empuñan armas y cócteles molotov hechos con botellas de cola en los garajes donde guardan las bicicletas de sus hijos e hijas. 

Y las mujeres y los niños se agolpan en la frontera con Polonia sin saber si volverán a ver a sus hijos, novios, maridos o hermanos. 

Si esas imágenes se mostraran en blanco y negro no habría diferencia con las de los libros de historia de la Segunda Guerra Mundial. 

Las guerras matan todo, todo. Los soldados rusos y ucranianos son unos chicos jóvenes que apenas han sacado del colegio y que probablemente tienen familia en el ahora país enemigo.

Lloran, dios mío, y el infierno bate las alas. 

El efecto mariposa de la guerra de Rusia y Ucrania estallará en nuestras vidas como un misil. Si Europa entra en guerra, con este mundo tan globalizado, todos lo sentiremos. 

Ya los precios se están disparando en Europa. Los pobres de este continente, que hay muchos, serán mañana más pobres y pasado aún más. 

Aunque eso sería lo menos grave si Putin decide aplastar el botón rojo.  

Sobre el mundo, para seguir el ejemplo del matemático Norton Lorenz, girará un gran tornado que se llevará todo a su paso. 

A mí, pero a usted también.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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