Miércoles, 24 de abril de 2024
Con Criterio Liberal

Pro-vida y pro-libertad

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.

Actualizada:

7 Feb 2022 - 19:00

Tanto la Asamblea de Ecuador como las redes sociales (no creo que sea una preocupación en la calle) llevan semanas debatiendo sobre el aborto.

En realidad es un debate muy estrecho en sus consecuencias, pues tan solo se debate, por obligación de la Corte Constitucional, la regulación del aborto por violación.

Y la realidad es que en Ecuador no hay ninguna mujer presa por abortar, por tanto, no es que la regulación que salga cambiará en mucho la situación.

Pero sí es un debate muy interesante a nivel social y cultural, pues es en la cuestión del aborto donde se confrontan las visiones de nuestra sociedad.

Por algún motivo el movimiento feminista ha decidido hacer del aborto su principal bandera, cuando las encuestas nos dicen que la mayor parte de las mujeres del país está en contra del aborto, y la lógica que su despenalización no solucionaría en nada la situación de las mujeres de Ecuador.

Dejémoslo claro: por supuesto que estoy en contra del aborto, que es la pérdida de una vida humana, o al menos, el potencial de una vida humana, y como ser humano y humanista, defiendo siempre la vida de los seres humanos.

Más vida es bueno, menos vida es malo; este me parece el principio moral básico.

Ahora, una cosa es creer que el aborto es un mal, y creer que es bueno evitarlo, otra cosa es creer que su penalización legal sea conveniente o adecuada.

Por un lado, por meras razones prácticas. El hecho de que algo sea ilegal no significa que no se produzca, sino que se produce en un mercado negro, que en el caso del aborto tan solo quiere decir con peores condiciones sanitarias y mayor riesgo para la mujer.

Pero es que, además, el derecho penal es la “última ratio” de las normas de convivencia, solo puede penar aquello que como sociedad hemos acordado entre todos que es inadmisible.

Y es evidente que, nos guste o no, no existe ese acuerdo generalizado en torno al aborto, por tanto, que sea un delito, significaría una imposición de una parte de la sociedad por sobre la otra.

Pero tampoco se puede decir que abortar es un derecho, esa es uno de los absurdos de nuestra sociedad, que es llamar derecho a todo lo que nos apetece, y creer que por ello hay un deber de los demás hacia nosotros.

El aborto es una opción que, innegablemente, existe. Una opción que a veces se toma en dramáticas y muy duras circunstancias, y otras no tanto, pero que las mujeres pueden tomar, y eso no se puede negar tampoco.

Y que la puedan tomar en un cierto plazo, 12-16 semanas, hasta la viabilidad del feto por sí mismo, me parece la regulación más razonable.

Como yo siempre intento defender la máxima libertad posible para el máximo número de personas posibles, creo que, aunque yo lo considere un mal a evitar, y crea que no es moral, no creo que deba ser un asunto penal, sino personal.

Creo que no cambiará nada muy sustancial vote lo que vote la Asamblea, pero sí creo que es muy significativo ver cómo tantos y tantas defienden el aborto como si fuese algo positivo, o como si fuese la solución a algún problema.

Orgullosamente me declaro pro-vida y pro-libertad.

Pero, por desgracia, no creo que la imposición de la penalización del aborto sea una solución, sino más bien que traería aún más problemas a una sociedad, y sobre todo a unos sectores muy ideologizados, que no parecen poner a la vida como valor supremo.

Frente a esto, creo que lo único que queda, es alabar y amar la vida desde su concepción hasta su final, y volver a nuestras raíces culturales, basadas en la celebración de la vida misma.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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