Jueves, 18 de abril de 2024
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¿Voto facultativo?

Rafael Lugo Naranjo

Rafael Lugo Naranjo

Abogado y escritor. Ha publicado varios libros, entre ellos Abraza la Oscuridad, la novela corta Veinte (Alfaguara), AL DENTE, una selección de artículos. La novela 7, además de la selección de artículos Las 50 sombras del Buey y la novela 207.

Actualizada:

18 Jul 2020 - 18:12

Un tuit del asambleísta Sebastián Palacios que decía: “Estamos debatiendo una enmienda constitucional para que el voto sea facultativo en Ecuador y no obligatorio...¿Ustedes qué opinan?” Me ha puesto a pensar nuevamente en este extraño derecho obligatorio. 

Sinceramente no creo que la calidad de nuestros elegidos mejore con la posibilidad de que Ecuador norme como facultativo el voto. De esto diré algo más adelante. Sin embargo, prefiero que dejemos de tener un “derecho obligatorio”, pues encuentro una contradicción insalvable en esta ley.

Para dar contexto cito el artículo 62 de la Constitución que señala:

“Las personas en goce de derechos políticos tienen derecho al voto universal, igual, directo, secreto y escrutado públicamente, de conformidad con las siguientes disposiciones: 

1. El voto será obligatorio para las personas mayores de dieciocho años. Ejercerán su derecho al voto las personas privadas de libertad sin sentencia condenatoria ejecutoriada.

2. El voto será facultativo para las personas entre dieciséis y dieciocho años de edad, las mayores de sesenta y cinco años, las ecuatorianas y ecuatorianos que habitan en el exterior, los integrantes de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, y las personas con discapacidad”.

En resumen, hay personas que por estar en el goce de sus derechos políticos tienen el derecho al voto. Pero este derecho resulta que es obligatorio, y termina siendo un dislate como sería contraer obligatoriamente matrimonio, por el hecho de estar en la capacidad legal de hacerlo.

No es un pensamiento imposible quitarle el carácter de impositivo. Tanto puede ser facultativo este derecho, que hay ecuatorianos que lo tienen así, como claramente señala el numeral 2. O sea, ya existe el voto facultativo en el país.

¿Qué es eso de estar en goce de derechos políticos? Pues alcanzar requisitos inevitables, como llegar a cierta edad, o fáciles como no estar sentenciado, que te sirven para elegir, ser elegido o entrar a servir en la función pública. Y con esta misma lógica, si gozas del derecho a ser elegido, ¿es tu obligación lanzarte de candidato? Salvo Álvaro Noboa, nadie lo siente así. 

Ejercer o no un derecho es una responsabilidad. Las consecuencias de hacerlo, del azar de tu opción, o de no hacerlo, son parte de tu aprendizaje, pero esto es algo muy ajeno al hecho de que el Estado te obligue coercitivamente a practicarlo. 

Hay gente que prefiere el voto obligatorio pues cree que esto aseguraría algún tipo de resultado beneficioso para sus intereses o anhelos. Y hay otros que piensan que la cosa sería mejor si solo fueran a votar los que “realmente quieren hacerlo” (con ese cándido optimismo de considerar que solo acudirán a votar los que van a votar igual que él). Ambas opciones no tienen nada que ver con la obligatoriedad de votar.  

Hay una variada lista de países con el voto facultativo y con voto obligatorio. 

En la fracasada Grecia es obligatorio, pero también lo es en Bélgica y Luxemburgo. 

En Canadá es facultativo y en Chile también. Chile tiene un porcentaje enorme de abstención, no obstante ha ido pasando de derecha a izquierda nomás.

En México no es obligatorio, pero la abstención supera el 30%. A lo que voy es que la forma voluntaria u obligatoria de votar no es la fórmula para mejorar nada. 

En este debate, personalmente no apuntaría a hablar de la calidad de la democracia, ni de los políticos. Esa calidad no deviene de si te multan por no salir a votar, sino de la calidad de la sociedad. Porque la sociedad es la materia prima de sus políticos. 

Por décadas las mujeres lucharon en Ecuador para tener el derecho al voto, y hubo un tiempo (casi cavernario) en que solo los que tenían patrimonio podían votar.

El voto universal es una conquista de la civilización, pero no hay sentido en que ahora estemos en la lucha por alcanzar la coherencia, una mínima coherencia, que nos permita decidir voluntariamente si queremos o no queremos usar ese derecho. 

Yo voto por la coherencia. Y el respeto a una básica libertad individual. ¿Acaso es un error optar libremente por no salir de la casa el día de las elecciones y que el ejercicio de tu derecho a manifestarte sea el silencio?

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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