El ejercicio y la testosterona, hormona masculina que se consume principalmente en inyecciones y pastillas, son indispensables para masculinizar al cuerpo.
José León y Leonel Yépez son amigos desde que se conocieron en la Fraternidad Transmasculina del Ecuador. El colectivo nació en 2015 y celebra actividades deportivas y artísticas, como moda, baile y boxeo.
Carlos Gordillo, un entrenador de boxeo que ha trabajado 10 años con personas LGTBI, dice que cuando empezaron a practicar el deporte, León y Yépez tenían cuerpos de mujer. “Lo que hicimos fue trabajar durante nueve meses con ejercicios para cambiar su morfología”.
“El uso de pesas y los tipos de ejercicios deben ser escogidos cuidadosamente para que no haya lesiones que perjudiquen la salud”, dice Gordillo.
Las jornadas de entrenamiento empezaban a las 08:00 y terminaban a las 10:00. Eran tres días a la semana en los que desahogaban su tristeza y depresión.
Yépez dice que al inicio le entristecía no ver cambios en su cuerpo, a pesar de que se esforzaba en cada entrenamiento. Su principal objetivo era ocultar el busto y sus caderas. Aún no lo logra y por eso tiene previsto ingresar al quirófano para que le practiquen una mastectomía.
León es el que más resultados ha obtenido. La morfología de su cuerpo es la de un hombre. El cambio también se debe a que se extirpó las mamas.
Gordillo dice que el ejercicio y la testosterona, hormona masculina que se consume principalmente en inyecciones y pastillas, son indispensables para masculinizar al cuerpo y evitar que las personas trans caigan en depresión.

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