Lunes, 18 de marzo de 2024

Socio Vivienda: el plan habitacional que se convirtió en el barrio más violento de Guayaquil

Autor:

Xavier Letamendi

Actualizada:

21 Feb 2020 - 0:05

Uno de los ejemplos más crueles de la fallida acción de un Estado que construyó casas pero se olvidó de darle la mano a sus habitantes. Los niños consumen H y sufren violencia de todos los tipos.

Socio Vivienda

Autor: Xavier Letamendi

Actualizada:

21 Feb 2020 - 0:05

Un policía revisa la documetación de conductores que transitan por Socio Vivienda 2, al norte de Guayaquil. - Foto: Cortesía

Uno de los ejemplos más crueles de la fallida acción de un Estado que construyó casas pero se olvidó de darle la mano a sus habitantes. Los niños consumen H y sufren violencia de todos los tipos.

En junio de 2010, la desaparecida Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) declaró como prioridad del gobierno de Rafael Correa el proyecto Guayaquil Ecológico.

La iniciativa, a cargo del Ministerio del Ambiente, buscaba rescatar el Estero Salado de Guayaquil. El programa incluía varias acciones, entre ellas desalojar las invasiones de las riberas de este cuerpo de agua.

En las orillas se construyó un malecón y las personas que vivían allí fueron reubicadas. Así fue como nació Socio Vivienda, un plan habitacional ideado por la administración Correa para las familias desalojadas.

Los pobladores venían del Suburbio y de la Isla Trinitaria. Fueron enviados al otro extremo de la ciudad, al norte. Diez años después, Socio Vivienda tiene tres etapas y la segunda de ellas es una de las zonas más peligrosas de la ciudad.

La situación es tan extrema que hace dos semanas se viralizó un video en el que se observa a un grupo de niños asaltando un taxi. El hecho ocurre ante la sonrisa de los adultos de los alrededores.

Las imágenes motivaron la quinta intervención policial en el barrio. La meta es bajar los índices delictivos.

Las barracas

Gloria Escobar es una dirigente barrial que llegó a Socio Vivienda 2 en 2012. El foco del conflicto es en “Las barracas”, una zona que se encuentra entre las manzanas 1.503 y 1.514.

Las barracas se denomina porque así se llamaba el barrio de Trinitaria de donde salieron sus pobladores. Cada manzana tiene 35 villas. En toda la zona viven 24.000 personas.

“Son niños cuyas madres tienen antecedentes penales. Hay niños con padres presos o cuyas sus mamás murieron de SIDA. Están botados”, lamenta la señora.

Es una situación de pobreza extrema. Escobar asegura que existe hacinamiento porque en cada villa, que tiene tres habitaciones, pueden llegar a convivir tres o cuatro familias.

Un profesor que trabaja en la escuela pública de la zona y que prefiere el anonimato describe una situación similar. “Las condiciones de violencia son tan graves que hay demasiados casos de abuso sexual en niños”, advierte.

Los constantes hechos delictivos agravan el problema. “Si eres de Socio Vivienda ya no te dan préstamos, ni trabajo”, comenta Escobar.

Martha Espinosa es sicóloga y trabajó en la fundación Juconi, que tiene presencia en Socio Vivienda.

Ella indica que antes, en las zonas de donde los pobladores fueron desalojados, se vivían los mismos problemas. Pero cuando todos fueron agrupados en una misma zona, los problemas se profundizaron.

“Hay niños que crecen viendo violencia, dentro y fuera de su casa, como balaceras y asesinatos. Sus dibujos son de violencia y sangre”, expresa.

Faltó acompañamiento social

En cambio, el sociólogo Ricardo Arreaga señala otro problema. La entrega de casas no tuvo acompañamiento social.

“No hay nadie que les dé la mano a estos chicos, desde los 12 consumen H y desde los 10 tienen relaciones sexuales. Son como animalitos”, dice.

“Faltó un acompañamiento social, que les enseñen valores para que sepan cómo vivir en sociedad”, remarca.

Eso lo comprueban Escobar y Espinoza. La segunda dice que no hay programas de arte o deportivos, solo dos canchas que están tomadas por la delincuencia.  

Escobar en cambio narra que una vez que los jóvenes terminan el colegio, se quedan sin nada que hacer.

Ir al centro de la ciudad puede tomar hasta dos horas. Los taxis no quieren ingresar por miedo al robo. Entonces, incluso, el transporte es una barrera.

Los niños que crecieron en un ambiente de violencia se hacen adultos y en esta etapa se quedan sin opciones de vida. Por eso son presa fácil de la delincuencia. Y allí se cierra el círculo vicioso que sufre Socio Vivienda 2.

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