En sus Marcas Listos Fuego
CONFOURTABLE: el aniversario del gran bochorno

PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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¿Qué creen? Esta semana se cumple un año del allanamiento más vergonzoso de la década.
Sí, la independencia judicial recibió hace un año uno de los ataques más atroces imaginados y cuyos detalles los pueden recordar en mi columna: Habeas corpus para un pobre diablo.
Recordemos para no olvidar: Wilman Terán presentó un habeas corpus correctivo para que lo cambien de prisión. El SNAI, la contraparte, la tenía medianamente fácil, pero la incapacidad neuronal y profesional de los abogados del Estado permitió que a Terán se le deba dar la razón (es decir, en estricto Derecho, Terán ganó la partida limpiamente, porque claro, jugó con arcos abandonados).
Las juezas, ante la inacción e incapacidad del SNAI de hacer su trabajo, tuvieron que hacer lo que estaban jurídicamente obligadas a hacer: aceptar el habeas corpus de ese pobre diablo.
Así es el Derecho: debe ganar quien tiene la razón, no quien mejor nos cae. Y como lo dije ese día: si yo hubiese estado en los zapatos de ellas, con absoluto dolor también le daba la razón a Terán. Porque un juez está para administrar justicia, no para lanzar pan.
Ante esto sucedió lo imposible: Fiscalía General del Estado, gracias a una conveniente llamada telefónica anónima e innegablemente fraguada, solicitó el allanamiento de esas dos juezas de Corte Nacional. Así, Enma Tapia y Katerine Muñoz, por haber cumplido estrictamente con su rol, recibían a policías armados en sus casas y despachos.
Ese día, para mí, se rompió la falsa ilusión de tener una justicia libre e independiente, pues el mensaje era claro: quien se oponga a los designios de Fiscalía será perseguido y destruido.
Entonces mi asombro se transformó en terror.
Se los explico: en la Edad Media el juez y el fiscal estaban fusionados en una misma persona. El juez investigaba (torturaba si hacía falta para moldear la verdad que más le convenía) y finalmente, una vez construida la realidad a su medida, sentenciaba.
Es a lo que las abuelitas llaman: ser juez y parte.
Pero el mundo cambió, las civilizaciones evolucionaron y el sistema procesal se modernizó. Así, hoy en Ecuador, en una contienda penal de acción pública, tenemos a dos partes en conflicto: de un lado Fiscalía y de otro lado la defensa.
Cada una de estas partes llega a la audiencia con su propia versión de los hechos, es decir, con su propia verdad. ¿Y pueden existir procesalmente dos verdades? No. Imposible. Por eso, gana la parte procesal que puede probar su verdad, pues una verdad sin pruebas no existe. A esto le denominamos verdad procesal.
¿Pero ahora, en el siglo 21, quién decide si el Fiscal ya no puede juzgar sobre su propia verdad? Sencillo, al que llamamos el tercero imparcial, es decir, el Juez.
¿Ven? Por eso es un error enorme que la prensa crea que la Fiscalía es la fuente oficial de información. Nada más alejado de eso. Fiscalía no puede ser fuente oficial porque es una parte procesal y frente a su verdad existe otra historia, la historia defendida por su contrincante.
Si la posición de la Fiscalía fuese la verdad y nada más que la verdad, entonces nos veríamos avocados a hacer el siguiente cambio a la estructura del Estado:
1. Se suprimen los jueces, pues ya no es necesario que decidan entre dos posturas contrapuestas y bajo el peso de las evidencias;
2. Se suprimen los abogados defensores, puesto que, si Fiscalía es la dueña de la verdad, será culpable quien Fiscalía diga que es culpable; y,
3. Se reemplazan las pruebas por el aplauso ciudadano (mientras más aplauden los monos con cuchillo, más culpable es el acusado).
¿Ven? Básicamente el Medio Evo, de hogueras, horcas y guillotinas que tanto desean las masas suicidas.
Por eso el caso que Fiscalía bautizó como CONFOURTABLE me descorazonó tanto. Porque fue la instauración del miedo. ¿Ya entienden lo que significó? Significó que un lado de la cancha le dijo claramente a ese tercero imparcial: te ordeno que te arrodilles ante mí.
Y el día que los jueces se arrodillen ante cualquier parte procesal será el final. El final del Estado moderno. El final de la batalla centenaria para frenar al poder. El final de la libertad.
El día que los jueces se arrodillen a cualquier sujeto procesal y no ante la fuerza y peso de las pruebas, ese día nos arrepentiremos de no haber regalado todo el territorio al Perú después de la guerra, porque ese día no hallaremos razón alguna para seguir existiendo como país.
Y les decía que esta semana es el aniversario de esta intrusión inaudita y maldita, ejecutada en contra de Enma Tapia y Katerine Muñoz, tras un operativo y comunicado de Fiscalía que aseveraba entre líneas que el habeas corpus correctivo se dio por corrupción y que, con la ágil y profunda investigación que realizarían, demostrarían al país quienes son realmente esas dos juezas.
Un año entero pasó y, ¿saben qué encontró Fiscalía? Nada. Ni una evidencia de corrupción.
Las dos juezas (a quienes, por cierto, no conozco) siguen siendo juezas y siguen libres, porque siguen siendo inocentes y nadie ha sido hasta hoy capaz de demostrar lo contrario.
Es que el famoso caso CONFOURTABLE sirvió para mucho más. El objetivo no era encarcelar a esas dos juezas, sino mandarle un mensaje claro a la Justicia: o estás con Fiscalía o estás en su contra. Otra vez: o veneran la Edad Media o serán ajusticiados.
De ese bochorno no se vuelve. De ese ataque a la independencia judicial no se obtienen cicatrices. Esa herida quedará abierta por siempre.
Y este pueblo adicto al circo seguirá sangrando por esa herida, hasta por fin desaparecer. Y quienes amamos la libertad no nos quedaremos para llorar sobre su tumba.