Tablilla de cera
Clamor en Colombia para bajar la agresividad verbal

Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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El atentado que el sábado sufrió el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay levantó en Colombia un clamor para que se reduzca el nivel de agresividad y polarización del discurso político del Gobierno y la oposición.
Allí y acá, y en toda la región, nos ha horrorizado ver, en los videos que nos llegan, las escenas del ataque, la frialdad del sicario adolescente, la desesperación de los ayudantes que intentan detener la sangre que mana de la cabeza del político, apretujados al lado de un auto blanco, cuyo capó quedó pringado de rojo.
Y nos conmueven las vigilias frente a la Fundación Santa Fe y las concentraciones masivas en Bogotá y otras ciudades, para pedir a Dios que salve al herido.
Uribe Turbay, de 39 años, es miembro del partido de extrema derecha Centro Democrático, fundado por el expresidente Álvaro Uribe, con quien no tiene parentesco (el expresidente es de Medellín, de una familia con propiedades rurales, mientras la del senador es de la muy urbana clase alta bogotana).
No está claro quién ni por qué ordenó que le dispararan. No es que haya sido una figura especialmente destacada en la oposición. Sí, es verdad que Uribe Turbay fue opositor de Petro desde cuando este era alcalde y aquel, concejal de Bogotá. Y también que en estos años, como senador, ha sido un fuerte crítico de Petro, de su Gobierno, de sus iniciativas de paz y, sobre todo, de las negociaciones con el ELN. Pero Uribe Turbay no ha sido más descollante o crítico que otros políticos de la extrema derecha colombiana, y tampoco se lo consideraba un candidato presidencial con opciones reales.
El atentado ha despertado en Colombia el miedo a que vuelvan los oscuros tiempos de la violencia que la azotó entre 1980 y 2000, cuando el crimen organizado empleó los secuestros y asesinatos de políticos para jactarse de su fuerza, influir en la política y sembrar el desconcierto y la discordia.
De hecho, la familia Uribe Turbay es parte de esa historia: su abuelo fue el presidente Julio César Turbay Ayala y su madre, Diana Turbay, destacada periodista, fue asesinada cuando, tras permanecer varios meses secuestrada por el grupo de “Los Extraditables” que encabezaban Pablo Escobar y otros mafiosos del cartel de Medellín, le dispararon por la espalda en medio de una fallida operación de rescate.
Según reporta La Silla Vacía, en otro acto el sábado, pocas horas antes del atentado, Uribe Turbay, enseñó la foto de su madre y dijo que su muerte marcó su vida. Él quedó de cuatro años y fue criado por su abuela.
Mientras tanto, es escalofriante comprobar la similitud del joven sicario con aquel que disparó contra Fernando Villavicencio. Ambos provienen de familias muy pobres: el asesino de Villavicencio era de Cali, y tenía 17 años. Este chico, aún menor, de15 años — que, según las crónicas, gritó mientras lo capturaban, que lo hizo por plata y por su familia — vivía en un barrio pobre de Bogotá con una tía, pues su madre ha muerto y su padre ha salido del país, supuestamente como voluntario para la guerra en Ucrania.
Por ello fue parte del programa gubernamental para los jóvenes en riesgo, llamado “Jóvenes en paz”, aunque eso también ha servido como argumento para atacar al Gobierno. El propio Petro aclaró que el muchacho tenía problemas de convivencia y no duró sino dos meses en el programa.
El martes fue acusado formalmente por “homicidio en grado de tentativa” y por tenencia ilegal de armas. Por cierto, la policía ha determinado que el arma que usó, una Glock 9 mm, fue comprada originalmente en Arizona, EE.UU., en 2020.
También existen sospechas, levantadas por el propio presidente Petro, de que el grupo de protección de Uribe Turbay (el “esquema de seguridad”, como dicen en Colombia) se redujo mucho el día del ataque (de siete guardaespaldas a dos).
Y Petro también insinuó que entre ellos puede haber un soplón, pues el acto de Uribe Turbay fue improvisado. Desde el martes ya están siendo investigados.
El abogado de Uribe, Víctor Mosquera, ha interpuesto una denuncia criminal contra la Unidad de Protección, que se encarga de las personas de alto perfil que tienen riesgo, pues ha presentado, tan solo en lo que va del año, más de 20 solicitudes infructuosas para que se aumente la seguridad de su cliente.
Exactamente igual sucedió con Villavicencio: la policía no incrementó el personal de seguridad asignado a su custodia, a pesar de las peticiones de quien estaba a cargo.
Pero los intentos de asesinatos a los políticos no ocurren en un vacío, como bien dice la ONG “Washington Office for Latin America” (WOLA): “Aunque no se sabe quién es el responsable del ataque al senador Uribe, es importante notar que el discurso político, la polarización y la erosión de un debate respetuoso juegan un papel en alentar la violencia”.
Ese discurso polarizante, esa pugnacidad manifiesta, es lo que achacan muchos críticos al presidente Petro. No solo sus opositores, sino varios de sus aliados le han pedido que baje el tono, algo que dice hará.
Un trabajo del La Silla Vacía ayuda a entender el panorama del discurso radical en la política colombiana. Usando un modelo de identificación del discurso agresivo desarrollado por Meta, clasificó los trinos de los políticos e influenciadores con mayor alcance en Twitter entre enero de 2024 y el 5 de junio de 2025, poco antes del atentado a Uribe Turbay. En total revisó 60 mil trinos.
Entre las cinco cuentas identificadas que más usan un discurso agresivo, figura, de lejos, en primer lugar, el presidente Petro, a pesar de que, como mandatario, debería ejercer responsabilidad y tener más restricciones en su discurso público.
Más abajo, con mucha distancia, se encuentran varios precandidatos opositores y que ahora han pedido moderación al presidente, como Vicky Dávila y María Fernanda Cabal. Las otras dos cuentas del top 5 son influenciadores de izquierda; Mamertos0 es la segunda con más trinos agresivos y ha sido marcada como desinformadora en varias ocasiones. Debajo de estos cinco, en los diez siguientes están los influencers de derecha, “Segundo la Verdad” y Adriana Veterin, y los políticos Paloma Valencia y Miguel Uribe.
El portal también midió las cuentas que más odio reciben. Y allí Petro es también, de lejos, el que más recibe: tiene diez veces más comentarios de odio que Álvaro Uribe, el siguiente en la lista.
Otras personas del Centro Democrático también están entre las más mencionadas. Uribe Turbay, la víctima del ataque, está por debajo de otros de sus copartidarios.
Cuentas institucionales como las de la Fiscalía, la Corte Suprema y la Policía también reciben muchos mensajes agresivos, normalmente relacionados con procesos políticos como el juicio de Álvaro Uribe.
Según las mediciones de la revista, en 2025 han aumentado la polarización en la discusión política y el nivel de agresión en el discurso respecto al año anterior.
Estos discursos de odio en Colombia se manifiestan sobre todo en discusiones sobre el gobierno y la presidencia. Son ataques tanto desde el gobierno como en su contra.
Otra comprobación del trabajo periodístico de La Silla Vacía es que, entre más odio generan las cuentas, más seguidores tienden a tener. Vicky Dávila y Gustavo Petro, que tienen el mayor porcentaje de odio entre las cuentas principales, son también las dos con más seguidores.
Ese es el discurso que hoy se pide moderar. La polarización no lleva a ninguna parte. O peor: provoca que la agresión se manifieste en otros campos. En ese caldo de cultivo puede pasar cualquier cosa. Y pasa.