Tablilla de cera
Secretario Rubio, ayúdenos en lo que importa

Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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Secretario de Estado y, como tal, cuarto en la línea de sucesión del presidente de EE. UU., usted es el funcionario estadounidense de más alto nivel que haya visitado el Ecuador desde octubre de 2021 cuando vino su predecesor en el cargo, Anthony Blinken.
Pero usted no es Blinken, usted desempeña no uno sino cuatro cargos a la vez, luego de su confirmación como secretario de Estado el 20 de enero, el mismo día en que el señor Trump asumió la presidencia, algo nunca visto.
En lo que parece ser un récord de acumulación de cargos en la historia de Estados Unidos, usted es, además, administrador de la Agencia para el Desarrollo Internacional, director de los Archivos y Registros Nacionales y asesor de Seguridad Nacional del presidente.
No hay duda de que la suya es una historia de éxito: hijo de inmigrantes latinos (o “hispanos” como dicen en EE. UU.), su padre fue bartender mientras su madre se dedicaba a los quehaceres domésticos y trabajaba en un hotel, tras huir de la Cuba de Fulgencio Batista a EE. UU.
A los 28 años usted ya fue representante estatal en su natal Florida y a los 40, senador por su estado en el Capitolio en Washington.
No es la primera vez que visita el Ecuador. Como lo recordó PRIMICIAS, usted estuvo en nuestro país entre el 20 y el 25 de febrero de 2023, cuando eran presidente Guillermo Lasso y canciller Juan Carlos Holguín.
Aquellos interlocutores ya le expusieron la necesidad de obtener más financiamiento y cooperación bilateral para asuntos de seguridad, defensa y lucha contra el narcotráfico.
Usted sabe de la importancia de la cooperación, aunque mucho me temo que no esté tan dispuesto a llevarla adelante después de la demolición de la USAID, la Agencia para el Desarrollo Internacional que usted dirige y que, perdóneme la expresión, hoy es un montón de ruinas.
Esto es sorprendente porque durante años usted fue firme defensor de la USAID, pero cambió violentamente cuando el presidente Trump y sus aliados decidieron desmantelar la agencia.
Luego de que Elon Musk dijo a inicios de febrero que Trump había aprobado sus planes de cerrar la USAID, con el despido de miles de empleados, el fin de sus proyectos y el congelamiento de sus fondos, usted cambió por completo sus anteriores puntos de vista y acusó a la agencia de operar como “una institución de caridad global” y declaró a Fox News, “que básicamente [la Usaid] se había convertido en una entidad que ni siquiera se considera una agencia del Gobierno de EE. UU.”
Una contradicción total con, por ejemplo, lo que usted había tuiteado en febrero de 2017, cuando era senador, indicando que “la ayuda internacional no es caridad. Debemos asegurarnos de que se gasta bien, pero es menos del 1% del presupuesto & crítico para nuestra seguridad nacional”.
Sería de mal gusto, ya que es huésped de nuestro país, extenderme en la contradicción de su actual posición con los años de firme apoyo y encomio que brindó a la USAID, pero supongo que usted lo sabe y se lo han hecho notar. Le remito, en todo caso, al demoledor artículo de CNN: Rubio’s years of strong support for USAID stand in contrast to his sudden criticism of the aid agency.
La USAID en el año fiscal 2023 distribuyó más de US$ 40 mil millones en ayuda exterior a más de 160 países y su cierre, que fue calificado por los expresidentes George W. Bush y Barack Obama como “un error colosal”, ya ha causado miles de muertes y seguirá causando más, por la suspensión de vacunas y tratamientos, apoyo alimenticio y crediticio a millones de pobres en África, Asia y América Latina.
Una pequeñísima parte del presupuesto de la USAID también se destinaba al Ecuador, que se benefició con US$ 250 millones en programas de desarrollo y asistencia humanitaria en 2023, y que en 2024 destinó fondos por alrededor de US$ 88 millones para 100 actividades.
Seguridad, migración y comercio están entre los temas clave de su visita, según otro análisis de PRIMICIAS.
Así que, señor secretario de Estado, quisiéramos que en su reunión con el presidente Daniel Noboa del día de hoy concrete el apoyo que le pidieron el presidente Lasso y el canciller Holguín de más financiamiento y cooperación bilateral para asuntos de seguridad, defensa y lucha contra el narcotráfico.
Su apoyo es fundamental para otro tema, señor Rubio, y con esto cierro: el fortalecimiento de la democracia ecuatoriana. Resulta que, de un tiempo a esta parte, el presidente con quien se va a reunir hoy está mostrando una peligrosa deriva autoritaria, al haber logrado prácticamente el control de todos los poderes y hallarse en plan de ataque al único ente independiente que queda, la Corte Constitucional.
Pero ¡qué ingenuo soy! La ayuda para mantener y profundizar la democracia, que fue eje de la diplomacia de su país y también suya, ya no es prioridad de un gobierno encabezado, perdóneme la franqueza, por un megalómano admirador de dictadores, que, además, está destrozando los valores e instituciones de los EE. UU.
No lo digo yo. Lo dicen los propios estadounidenses, Un informe del Center for American Progress, titulado “Trump’s First 100 Days: Creating an Imperial Presidency That Harms Americans”, resume la forma en que se está demoliendo la democracia en EE. UU.
“El presidente Donald Trump,” dicen Michael Sozan y Ben Olinsky, autores del informe, “está instrumentando de manera agresiva un plan multifacético de extrema derecha para crear una presidencia imperial. Actuando de manera mucho más agresiva que en su primera administración, Trump irrespeta la Constitución y las leyes federales de EE. UU., destroza las barreras de protección que desde hace tiempo han protegido el sistema de “checks and balances” (controles y equilibrios) y usa el gobierno para sofocar la oposición”.
Añaden que Trump está imponiendo su superioridad sobre el Congreso, las cortes, la burocracia federal, los medios, las universidades y la sociedad civil, al tiempo que incorpora elementos de la oligarquía y la corrupción sistemática.
Concluyen que “si no existe una oposición más firme a esta apropiación sin precedentes del poder de Trump, EE. UU. llegará a parecerse a las autocracias modernas como Hungría y Turquía, donde la seguridad, la prosperidad y los derechos fundamentales estadounidenses sufrirán las consecuencias”.
Como decía el martes el respetado columnista Thomas Edsal en el New York Times, Trump ha logrado que las universidades se acoquinen bajo su presión, los bufetes de abogados se sometan a la extorsión, desaparezca el financiamiento para la investigación médica y científica, los empleados federales enfrenten purgas ideológicas, se impongan aranceles como armas políticas, los militares se conviertan en fuerzas policiales domésticas y se exija a las instituciones culturales que reduzcan o incluso eliminen la crítica a los peores aspectos del pasado de EE. UU.
Así que, francamente, secretario Rubio, ¿podrá un gobierno contrario al libre comercio ayudarnos a comerciar mejor con EE. UU.?, ¿podrá un gobierno que no cree en la cooperación ayudarnos a mejorar la seguridad interna y la lucha contra el narcotráfico?, ¿podrá siendo no democrático ayudarnos a preservar la democracia ecuatoriana?