Lo invisible de las ciudades
A rescatar los centros de Guayaquil y Quito
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Quito y Guayaquil enfrentan escenarios problemáticos, relacionados con el reasentamiento de sus habitantes en sus respectivos territorios. Ambas ciudades están lidiando con el abandono de sus áreas céntricas, debido al surgimiento de nuevas zonas residenciales en las periferias, que resultan más atractivas para aquellos con los recursos necesarios para mudarse. Esto ha derivado en un escenario lamentable; con un dramático decrecimiento de residentes y con una preocupante reducción de las actividades económicas en las zonas centrales.
Usualmente, estos escenarios suelen conllevar al abandono y deterioro de casas y edificios; lo cual empuja a los barrios a un incremento de la inseguridad y de actividades ilícitas. Creo que las ciudades en cuestión aún no llegan a esta etapa. Uno puede encontrar en ellas edificios con señales de abandono, pero no a un nivel crítico, como podría haber en ciudades de otros países. Es indispensable, que se hable sobre las posibles medidas para evitarlo.
La tarea de gobernar y administrar una ciudad es una compleja maniobra de equilibrio, que debe balancearse entre varias aristas. Por un lado, se debe mantener el flujo de ingresos necesarios para que la ciudad siga funcionando. Menos dinero en las arcas municipales significa el deterioro de servicios básicos y equipamientos. En contraparte, si un municipio se fija solo en el flujo económico y deja a un lado el aspecto humano, puede agravar la situación crítica de sus ciudadanos y empujar a los barrios en deterioro a peores condiciones. Adicionalmente a esto, quien gobierna una ciudad y no es sensible ante las dificultades que enfrentan sus ciudadanos, paga cara dicha indiferencia en las urnas.
Esto lo entendió muy bien Antanas Mockus, durante las ocasiones en que fue alcalde de Bogotá. Ante los daños ocasionados a edificios abandonados, tales como vidrios rotos y alteraciones en sus fachadas, Mockus podía optar por la solución convencional: pedirle al propietario de dicho inmueble que reparase la fachada de su propiedad, so pena de una multa. Sin embargo, Mockus era consciente, de que dicho propietario ya pasaba por tiempos austeros; precisamente, porque dicho inmueble abandonado ya no está en capacidad de generar las rentas de antes. El decaimiento de las actividades en el barrio le quita a muchos edificios la capacidad de generar rentas para su mantenimiento. Es por eso, que la estrategia de Mockus resultó ingeniosa. Al poner sobre la balanza los costos de las refacciones a las fachadas, versus los gastos en seguridad y deterioro provocados por las edificaciones mal mantenidas, Mockus nota que es más rentable que el municipio asuma -al menos, temporalmente - , los costos de dichas reparaciones. Reparar una ventana rota vale mucho menos que aumentar la seguridad o los costos provenientes por ataques y asaltos a ciudadanos e inmuebles.
Guayaquil y Quito necesitan reactivar sus centros. Ello requiere un plan integral para dichos sectores, que sea específico en las metas a alcanzar y flexible con quienes no están en capacidad de asumir los costos de dichas mejoras. Pretender solo exigir sin dar la mano sería una actitud unilateral que no permitiría transformaciones reales y estables. El potencial que esconden los centros es enorme. Se pueden tomar decisiones, que permitan el interés y la inversión de nuevos interesados; mientras se protege a los residentes actuales. No es un equilibrio difícil de alcanzar. Tan solo hay que cumplir con la consigna base que debe tener cualquier municipio: buscar el bien común de sus habitantes.