Lo invisible de las ciudades
Vías peligrosas: una historia quiteña
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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En las últimas semanas, Quito ha presenciado una serie de accidentes de tránsito en las vías Simón Bolívar y Ruta Viva. La frecuencia de estos se ha vuelto más recurrente. La escala de los mismos también ha aumentado, involucrando un mayor número de vehículos y damnificados. En un par de ocasiones, estas calamidades han terminado con incendios. Y lamentablemente, hemos presenciado también la pérdida de vidas humanas.
Cierto es que la geografía quiteña no es el mejor escenario para diseñar y construir carreteras, según las normativas viales internacionales. Nuestra topografía cuenta con pendientes muy pronunciadas; y estas no suelen permitir los radios de curvatura requeridos para vías de alta velocidad. Sin embargo, resulta difícil culpar de esto al reciente incremento de accidentes vehiculares en las vías previamente mencionadas. Más bien, puede ser uno entre varios factores, pero no el decisivo. Conviene entonces ver las diferentes causas involucradas en el escenario actual; y si se pudiera, convendría también ver cuál de los factores es el principal detonante de las calamidades ocurridas recientemente.
Pongamos como primer factor a la cantidad. Quito no para de inflar su parque automotor. El incremento de automóviles aumenta las probabilidades de colisión entre ellos. Agreguemos a esto los patrones de movilización de la población. La estrechez del valle de Quito no permite un mayor número de alternativas para recorrer la ciudad de norte a sur, o viceversa. La Simón Bolívar se ha convertido en la columna vertebral de la movilidad en la ciudad; sobretodo por el colapso de la vía Occidental Mariscal Sucre, y por la expansión de la ciudad hacia los valles orientales.
La Simón Bolívar sirve como conector del norte y sur de Quito; así como de los valles de Tumbaco y los Chillos. A eso, agreguémosle los carros que van de Quito a los valles y viceversa. Queda claro entonces, que es esta vía la que tiene una congregación extraordinaria y riesgosa de los vehículos que se desplazan por la capital. Muchos carros, en una carretera que no cumple con regulaciones de pendientes y radios de curvatura, en concentraciones abrumadoras de horas-pico, suenan como la receta perfecta para un desastre vehicular.
La Ruta viva también ha sido el escenario de desastres vehiculares recientes. No se puede negar, que -en comparación con la Simón Bolívar- la Ruta Viva cuenta con un trazado mejor diseñado. Esto se debe en gran parte, a que no sigue el contorno montañoso oriental del valle de Quito. Al contrario, esta vía aprovecha mejor las pendientes más suaves que hay entre Tumbaco y Puembo. Sin embargo, existen un par de rectas, cuya pendiente sí resulta peligrosa. Es justo en aquellas rectas, donde se han dado la mayor parte de accidentes; compitiendo en su cantidad con las curvas cerradas que hay en la Simón Bolívar, antes de tomar el puente sobre el Machángara, junto al Camino de los Conquistadores.
A este escenario agreguemos otros elementos que debemos considerar; como la intrepidez de nuestros conductores y el control equivocado de la AMT; que está más pendiente del pico y placa o de la revisión de papeles; en lugar de establecer el control de flujo vehicular de manera preventiva.
¿Hay cómo solucionar esta situación? Opino que sí. Los valles de los Chillos y Tumbaco deberían contar con alternativas de conexión, que no impliquen usar la Simón Bolívar. Algo como la Intervalles; pero con mayor capacidad. Alternativas mejores a esa hay muchas. Implementar otros medios de comunicación que no deriven en demanda inducida sería algo bueno. El transporte público bien implementado e integrado es siempre una opción positiva. Deberíamos implementar más líneas de metro en Quito; o trenes de cercanías en los valles.
Es hora de buscar nuevas y mejores formas de movernos en nuestra capital.