Lo invisible de las ciudades
“Residir” y “habitar” no son los mismo: lección importantísima para Quito

Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Para cuando se publique esta columna, ya se habrá realizado el conversatorio sobre La Mariscal, al que fui invitado como panelista. El propósito de aquel evento era intercambiar puntos de vista sobre el plan realizado por el Municipio Metropolitano de Quito para poder rescatar a aquel barrio tan querido por la ciudad. Aprovecharé con ustedes este insomnio, para poner en palabras mis conclusiones.
Creo que el plan propuesto para La Mariscal parte de una lectura real de las condiciones actuales del sitio. Amplía el área de influencia e impacto del barrio, llegando hasta calles como la Versalles y la Orellana. La propuesta apunta a estrategias certeras: desarrollar la vivienda, rescatando la existente y promoviendo la construcción de nuevos proyectos residenciales; preservar el patrimonio construido; y reorganizar las actividades existentes, combinando éstas con actividades nuevas. Los detalles de implementación de dichas estrategias son los que preocupan a muchos; sin embargo, tiendo a ver el problema desde otra perspectiva.
Residir y habitar no son lo mismo. Si deseamos que La Mariscal sea nuevamente habitable por familias, debemos incorporar al plan normas que incentiven el establecimiento de instituciones educativas, que sus futuros habitantes consideren como una opción válida para la formación de sus hijos. Sin el retorno de la educación primaria y secundaria a La Mariscal o a sus barrios colindantes, este sector estará condenado a no tener habitantes; sino solamente a contar con residentes. Pretender que surjan nuevas familias, cuyos hijos dependan de las instituciones educativas que han abandonado el corazón de la ciudad para irse a los valles orientales, sería un abominable desperdicio de recursos, un monumento viviente a la entropía. Ojalá la inserción del distrito de innovación considerara también la implementación de instituciones con métodos de formación alternativa.
Quien puede ser el verdadero salvador de La Mariscal a corto plazo es el estudiante universitario; y la propuesta presentada para el barrio reconoce esta realidad. Al estar rodeado por 5 campus universitarios, esta zona debería apuntar a la transformación de edificaciones abandonadas (existen actualmente hoteles enteros que se encuentran desocupados) en residencias universitarias. Alrededor de estas, pueden implementarse actividades económicas que surgen por la presencia de adultos jóvenes sin familias. Sin embargo, apostarle todo a los estudiantes significa una ocupación intermitente del barrio; discontinua en el mejor de los casos. Por muy complicado que suene La Mariscal debe apuntar a los universitarios como un primer frente repoblado del barrio, que permita luego la coexistencia armónica con familias jóvenes y miembros de la tercera edad.
Las soluciones de barrio son insuficientes para problemas de ciudad. No importa entonces qué tan bueno sea un plan de rescate barrial, si dichas soluciones van a ser arrolladas por los problemas que agobian a nuestra urbe. El problema principal que debemos enfrentar -con un “mea culpa” por parte del gremio de los arquitectos- es que hemos permitido que la ciudad se rebose de manera desproporcionada hacia los valles orientales. Esto no abarca solamente lo residencial, sino además lo educativo. No somos tan distintos a los estadounidenses en ese sentido. Ellos buscan habitar en los distritos educativos mejor calificados de su zona. Nosotros, buscamos tener el mejor acceso posible a las instituciones privadas que nos interesan.
Habitar es entonces el objetivo que debemos lograr; no solo en La Mariscal, sino en otros sectores, como La Gasca, La Tola, La Kennedy, Bellavista y la Floresta. Habitar es echar raíces en un lugar que permite nuestro salto a la siguiente etapa de nuestras vidas, sin que tengamos que irnos muy lejos de él. Tomemos esta premisa a escala de ciudad primero; y como consecuencia comenzarán a resurgir los barrios de antes.