El indiscreto encanto de la política
Noboa marcha en Guayaquil: la estrategia política detrás de la movilización

Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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Para Daniel Noboa, el poder no se ejerce únicamente desde Carondelet, sino también desde la escenografía y el eslogan. Bajo la consigna de “paz y justicia”, ha convocado una nueva marcha multitudinaria que recorrerá el corazón de Guayaquil.
La vocera presidencial, Carolina Jaramillo, insiste en el carácter ciudadano y pacífico de la movilización, abierta a todos los sectores y sin distinción ideológica.
Sin embargo, como casi todo en política, lo que se ve no siempre es lo que es.
Esta marcha, lejos de ser un acto espontáneo, es un dispositivo cuidadosamente diseñado para apuntalar al Ejecutivo en al menos tres frentes.
El primero es simbólico. Llenar la avenida 9 de Octubre —otrora escenario de las multitudinarias demostraciones de fuerza de Jaime Nebot contra el correísmo— ofrece a Noboa una plataforma ideal, en su propia ciudad, para exhibir músculo político.
Recuperar ese espacio es, al mismo tiempo, un gesto de legitimidad y apropiación.
El segundo objetivo es narrativo. La marcha refuerza el libreto oficialista que presenta a la Corte Constitucional como freno al desarrollo y cómplice del crimen organizado.
Se trata de seguir construyendo un antagonista para atribuir los problemas persistentes del país, pues con todos los poderes alineados, Noboa ya no tiene con quién pelear sin mirarse en el espejo.
Seguramente, en el punto más efervescente de la jornada, el presidente exigirá a la Corte aprobar la nuevas preguntas para su consulta popular, como ya anticipó la vocera Jaramillo.
El tercer frente es de distracción. La marcha, antes y después, desviará la atención de los temas que realmente desgastan al Gobierno: una inseguridad que supera a la del año pasado, escándalos ministeriales que se acumulan sin consecuencias y un crecimiento económico que todavía no llega al bolsillo ciudadano.
La apuesta es arriesgada. Puede proyectar a un presidente fuerte y popular, pero también deja flotando una paradoja: el Gobierno marcha para exigir seguridad... ¿al propio Gobierno?
Este jueves Guayaquil verá desfilar banderas y consignas. Entretanto, la inseguridad y la crisis seguirán marchando por su cuenta, sin que nadie logre detenerlos.