Columnista invitada
La expansión del crimen organizado brasileño hacia la amazonía ecuatoriana
Experta en prevención de crimen organizado. Docente de la UG, con más de 5 años de expertise en prevención de crimen organizado y lavado de activos. Licenciada en Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas. Máster en Seguridad.
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Históricamente, Brasil ha sido un país marcado por conflictos tanto entre pandillas locales como entre grupos del crimen organizado. Según GI-TOC, Brasil en 2023 tenía un índice de resiliencia de 4.92 y el índice de influencia criminal era de 6.77, duplicaban la fuerza del Estado brasileño. En 2025, se estima que existen alrededor de 80 organizaciones criminales activas en el país. Las dos más notorias son el Primeiro Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), anteriormente conocido como Falange Roja.
El Comando Vermelho es considerado el grupo delictivo más antiguo de Brasil. Surgió en la década de 1970 en la prisión de Cândido Mendes, donde se originó la Falange Roja como un grupo de autoprotección de los prisioneros que luchaban por sus derechos ante las condiciones infrahumanas en las cárceles. Este proceso se inició cuando líderes de izquierda de la oposición fueron encarcelados junto con criminales violentos sin educación formal, lo que dio lugar a un intercambio de conocimientos y estrategias. Durante la década de 1980, la Falange Roja comenzó a incursionar en el narcotráfico, tras haber acumulado un capital considerable a través de robos a bancos en los años setenta, transformándose así en el Comando Vermelho. En 2020, el CV tenía un aproximado de 30.000 miembros en Brasil.
El Primer Comando da Capital (PCC) también se formó como un grupo que “velaba” por los derechos de los presos en la cárcel de Taubaté en 1993. Sus miembros comenzaron a denunciar las masacres ocurridas en el sistema penitenciario brasileño, así como las precarias condiciones en las prisiones. El PCC empezó a cobrar a los prisioneros por servicios básicos como alimentación, higiene y atención médica. En ese contexto, el PCC surgió como consecuencia del vacío estatal dentro de las cárceles y de problemáticas de corrupción de agentes penitenciarios.
Hoy en día, el PCC se ha consolidado como el grupo criminal más grande de Brasil, con una red estimada de alrededor de 100.000 miembros distribuidos en 28 países. Sin embargo, en los últimos años, el Comando Vermelho (CV) se ha posicionado como la organización con mayor poder operativo dentro del país. El CV le arrebató el monopolio del tráfico de drogas en la zona de la triple frontera, “Las Tres Fronteras”, y desde 2019, ha extendido su influencia de forma indirecta hacia la Amazonía ecuatoriana. Tanto el PCC como el CV han diversificado su portafolio delictivo, expandiéndose hacia actividades como la minería ilegal de oro y otros delitos ambientales que requieren de complicidad con municipios locales.
Parecería que los esfuerzos aislados de Brasil, aunque han logrado reducir la tasa de homicidios en 2024, no están siendo efectivos contra el PCC ni contra el CV. Esto se evidencia en una reciente operación realizada hace una semana en las favelas de Alemão y Penha, en Río de Janeiro, que movilizó a unos 2.500 policías. Según Gabriel Funari, del Global Initiative Against Transnational Organized Crime (GI-TOC), “durante la redada, al menos 121 personas fueron asesinadas y, en última instancia, la policía solo logró capturar a 20 de las 100 personas contra las que se habían emitido órdenes de arresto”. Además, alias Doca, el segundo al mando del CV, logró escapar, posiblemente debido a una filtración de información desde el aparato público. Dentro del nicho de seguridad, la operación fue un terrible fracaso.
El hecho de que la inteligencia brasileña esté interesada en realizar operaciones en la Amazonía ecuatoriana representaría un valor agregado para la cooperación bilateral, especialmente en el intercambio de información orientado a un mapeo más preciso de la región amazónica. Dentro del ámbito de la seguridad, existe una teoría que aún debe ser comprobada: el narcotráfico estaría tan activo en la Amazonía como en el Pacífico. Sin embargo, las características geográficas del territorio y la falta de tecnología por parte del Ecuador han dificultado su adecuado mapeo.
El CV compra y negocia la venta directa de droga tanto con disidencias de las FARC como con los Comandos de la Frontera, utilizando los ríos de la Amazonía, en Ecuador, Perú y Colombia, como rutas para trasladar la mercancía hacia Manaos. Desde allí, su objetivo es exportarla a Europa, ya sea a través de puertos de aguas profundas o por vía aérea desde Brasil. Todo indica que la presencia del Comando Vermelho en la Amazonía ecuatoriana es más profunda y estructurada de lo que hasta ahora se ha reconocido.