Dos tiburones contra Zelenski

Zelenski, Trump y Putin son los tres líderes más nombrados en los medios de comunicación de Occidente. Pero hace diez años, cuando Vladimir Putin fungía ya como el nuevo zar de Rusia y Donald Trump andaba en plena campaña para la presidencia de EE.UU., nadie podía imaginar que el simpático cómico que personificaba al presidente en la televisión de Ucrania, se convertiría en el obstinado líder que ha debido manejar la guerra con Rusia y negociar, siempre en desventaja, el destino, no solo de su país sino de toda Europa. 

¿Estaba listo para asumir semejante responsabilidad, teniendo al frente a tipos como Putin y el camaleónico Trump, que le dio la espalda?

Leyendo los inicios de estos personajes y la manera cómo ascendieron al poder, los tres son tan peculiares que parecen diseñados por un guionista de Netflix para agudizar los contrastes y enriquecer la trama. Pero no son guionistas sino periodistas, casi todas mujeres, quienes mejor los retratan.

Así, en la estupenda crónica biográfica llamada ‘El hombre sin rostro: el sorprendente ascenso de Vladimir Putin’, la periodista ruso-americana Masha Gessen sigue la carrera de un adolescente duro, de barrio pobre, que se convirtió en agente de la KGB y gracias a su instinto político surgió como el hombre fuerte y despiadado en medio del caos generado por la implosión de la Unión Soviética.

Putin llega al Kremlin apoyado en las estructuras de la policía secreta y de la nueva oligarquía. Aunque el país está quebrado, desde los primeros meses incrementa en 50% el presupuesto militar, decreta la instrucción militar para reservistas y colegiales y extermina a la disidencia de Chechenia. Además, hace reformar la Constitución para que Rusia pueda dar el primer golpe nuclear e impulsa para ello la construcción del misil hipersónico.

Donald J. Trump, en cambio, nace en cuna de oro. De origen alemán, su padre es un exitoso empresario de bienes raíces en Nueva York. Luego de estudiar en una academia militar y seguir en la universidad finanzas aplicadas al área inmobiliaria, Donald se integra al negocio paterno y al jetset newyorkino, donde surfean tiburones como Jeffrey Epstein.

Luego desplegará su talento de showman en ‘El aprendiz’ y aprovechará la enorme popularidad de ese reality para lanzar su carrera política con el halo del outsider y el apoyo clandestino de los hackers rusos y desatará varios escándalos. Pero en ‘El camaleón. La invención de Donald Trump’, Maggie Haberman, editora del NYT,  resalta su habilidad para reinventarse las muchas veces que estuvo al borde del desastre, “blofeando y siendo encantador, engatusando y abriéndose camino a la brava”.

Lo curioso es que Volodimir Zelenski también conquistó el poder en Ucrania apalancado en la popularidad generada por su programa cómico ‘Servidor del pueblo’, nombre que luego pondría al partido político creado para la campaña presidencial. Sin embargo, mientras Trump se representaba a sí mismo como el magnate que despedía a los concursantes, Zelenski encarnaba sin saberlo al presidente que iba a ser.

Por otro lado, Zelenski comparte con Putin la lengua materna pues nació en una familia de intelectuales judíos de la región rusoparlante de Ucrania, hoy en disputa, y buena parte de su carrera de cómico, guionista y productor de éxito la desarrolló en Moscú.

Luego aprendería a hablar bien en ucranio, además del inglés que tanto le ha servido en la diplomacia. En medio de toda esa información, sus biógrafos Steven Derix y Marina Shelkunova destacan rasgos del ucraniano tales como el coraje y el talento creativo, junto a la capacidad de un trabajador obsesivo.  

Cuando empezó a moverse por las capitales de Occidente, dando discursos hasta en el Parlamento inglés y en el Congreso de EE.UU. Chomsky se refirió a él como “ese payaso que se cree Churchill”, enfoque compartido por la izquierda cavernaria alineada con Moscú.

Pero al frente de un pueblo que resistía heroicamente al invasor, Zelenski estuvo a la altura de su destino y obtuvo el apoyo de los principales líderes de Occidente… hasta que llegó Trump, quien le guarda una fuerte animadversión desde que refusó hacerle un oscuro favor contra Biden. Y ahora le ajusta las tuercas con un negociador absolutamente prorruso.

El costo del viraje de Washington es tan alto que Macron, presidente de Francia y fuerte aliado de Zelenski, expresa que, incluso si se firma la paz en Ucrania, Putin seguirá siendo un peligro para Europa, algo que Masha Gessen advirtió hace muchos años, cuando escribió su libro. En ésas está Occidente.