Leyenda Urbana
2025, luces y sombras en la gestión de Noboa
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Como si la dualidad de la vida se hubiese trasladado a la gestión pública, para Daniel Noboa, el año que termina será recordado por haber logrado un rotundo triunfo electoral, el 13 abril de 2025, cuando el pueblo lo reeligió para que gobernara por cuatro años más. Y, siete meses después, encajar una sonora derrota, cuando los ecuatorianos le dijeron No a las cuatro preguntas de la consulta popular, por lo que el 16 de noviembre, probablemente, sea uno de los días más tristes en lo que va de su administración.
Esa misma condición ha marcado su gestión con un crecimiento económico por sobre 3,8%, según la previsión oficial para 2025, pero que no alcanza para celebrar porque, según los expertos, se trata de un rebote por la producción perdida en 2024 debido a los apagones que soportó el país; y porque para 2026 la previsión es de un modestísimo 1,8%.
Sí es positivo, en la extensión de la palabra, la reducción del riesgo país, a los niveles más bajos de los últimos años; como también la eliminación de los subsidios a los combustibles y el aumento de la recaudación tributaria, así como los acuerdos con el FMI, que le han permitido contar con liquidez para cubrir las necesidades de la caja fiscal.
Los demás rubros están cobijados por las sombras y han llenado de temores y frustración a la mayoría, que mira, con dolor, como las previsiones más funestas se han vuelto realidad.
El episodio de un narco amenazando a un juez anticorrupción, durante una audiencia, fue la gota que derramó el vaso de la impúdica justicia conducida por operadores que han hecho currículum defendiendo a los capos, azotes de la sociedad; por lo que 2025 termina con la frustración colectiva y buscando respuestas de las autoridades que prefieren mirar para otro lado.
Uno quisiera señalar lo positivo que ha resultado la captura y extradición de los capos más peligrosos del país, pero descubrir la injerencia de las mafias en las instancias más altas de la justicia, no solo anula el optimismo, sino que causa desazón.
La misma sensación provocan los 8.393 homicidios (cifra de finales de noviembre), frente a los 8.248 asesinatos ocurridos en 2023, que tenía el récord histórico, y que ubica a Ecuador como uno de los países más violentos del mundo lo que arruina su imagen y afecta la psicología colectiva.
No se trata de una cifra sino de muertes en crímenes horrendos en los que familias enteras han sido eliminadas, incluyendo inocentes niños, en masacres que se han producido hasta los últimos días del año 2025 convertido en el más violento desde que se tiene registros.
La crisis de la salud con hospitales sin las medicinas más básicas y gente esperando un turno para una cirugía que no llega, es otro de los mayores dramas sociales del Ecuador, proporcionalmente inverso a la indolencia de las autoridades y el quemeimportismo de las élites autoprotegidas en sus burbujas.
A lo largo de 2025, la corrupción ha mostrado el rostro desvergonzado de autoridades arropadas con la impunidad de una Asamblea Nacional epicentro de la descomposición política en la que campea la conveniencia personal y de grupo, operando al amparo de su propia indignidad y haciendo añicos los códigos de ética y las leyes de la República.
La mayoría oficialista no dio paso a un solo juicio político para que casos como HealthBird, Progen y Amazon, por mencionar los considerados como los mayores atracos a los fondos públicos, descubra a sus responsables y se los sancione en el ámbito parlamentario.
En esta descomposición social, que más de 450.000 niños hayan quedado por fuera del sistema educativo es una tragedia que prueba la ausencia de políticas públicas y de un ápice de sentido de Patria de las autoridades que han demostrado no estar preparadas para ejercer el poder.
No es que el país no funciona, es que así habrían planificado ejercer autoridad desde la desidia y su ineptitud.
Un país en semejantes condiciones necesitaría un gobernante que se entregue a su tarea las 24 horas del día, los 365 días al año, pero, en lugar de ello, las ausencias del gobernante al exterior son, francamente, inquietantes. Y la irrelevancia del Gabinete, sobrecogedor.
En Ecuador hay que poner la casa en orden, porque no se puede admitir, ni en broma, que se diga que lo único organizado en el país es el crimen.
Si así fuese, mordiendo el dolor y el coraje, la sociedad debería movilizarse para exigir una conducción con las luces de un guía y líder, y no con las sombras de la desidia y la indolencia.