Leyenda Urbana
El poder naval de Estados Unidos contra el narcotráfico tensa a la región
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Hasta dónde llegará la demoledora campaña militar de Estados Unidos contra del narcotráfico en el Caribe y el Pacífico se pregunta la región y el mundo, cuando su dimensión se ha vuelto extraordinaria después que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, ordenara, la semana pasada, que el portaviones USS Gerald R. Ford, con capacidad para 90 naves, se traslade del Mediterráneo al Caribe.
Que el colosal portaaviones esté rumbo a la región marca una escalada en la campaña que comenzó el 2 de septiembre pasado, anunciada por el propio presidente Trump que, en su red Truth Social, reveló que bajo sus órdenes las Fuerzas Armadas realizaron un ataque militar “contra narcoterroristas del Tren de Aragua, que operan bajo el control de Nicolás Maduro (…)”.
En esa operación murieron 11 personas y 32 más en 9 adicionales.
La campaña cobró dramatismo, el fin de semana, con la llegada a Trinidad y Tobago, a 11 km. de Venezuela, del buque de guerra USS Gravely. Y porque en Washington se comenta que, al regreso de su gira por el Asia, el presidente Trump informaría al Congreso sobre posibles operaciones militares futuras en tierra contra el narcotráfico en Venezuela y Colombia.
Las acciones contra Maduro, a quien el secretario de Estado, Marco Rubio, considera “fugitivo de la justica estadounidense”, y por quien ofrecen USD 50 millones de recompensa, son vistas con expectación por los más de siete millones de venezolanos que huyeron de su país por el hambre y la persecución, y llaman a Maduro gobernante ilegítimo por haber usurpado el poder a Edmundo González, ganador de las elecciones de julio de 2024.
Pero haber incluido a Gustavo Petro, presidente de Colombia, país aliado durante décadas, podría significar un rediseño de la geopolítica regional, después de que ese país fuera sacado de la lista de naciones que luchan contra el narcotráfico, aunque a Petro solo le quedan nueves meses de gobierno.
El giro ocurrió cuando Petro llamó a Trump “cómplice de genocidio en la Franja de Gaza”, y en Nueva York, tras hablar en Naciones Unidas, pidió a los soldados estadounidenses desobedecerlo.
Hace poco, Trump calificó a Petro de “líder del narcotráfico que incentiva la producción masiva de drogas por todo Colombia”, y el Departamento del Tesoro lo incluyó junto a su esposa y su hijo mayor, así como al ministro del Interior, Armando Benedetti, en la llamada “Lista Clinton”, que designa a personas asociadas con el narcotráfico.
Lo acusan de “ser socio y aliarse con el régimen narcoterrorista de Nicolás Maduro y el Cartel de los Soles”.
Ecuador se había mantenido casi como un observador hasta que el 20 de octubre el presidente Daniel Noboa envió un mensaje a su homólogo estadounidense y le dijo que “Ecuador se mantiene firme en su lucha global contra el narcotráfico y la minería ilegal, desafíos que demandan unidad entre naciones comprometidas con la paz y la prosperidad”.
Coincidencia o no, el mismo día, Gustavo Petro aseguró que el lugar desde donde hoy se exporta más cocaína no es Colombia, sino Ecuador, y que “la cocaína se está yendo por Manta”.
Lo que no dijo es que su Gobierno abandonó la frontera y que la producción de coca aumentó en Colombia, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga (UNDOC), por lo que hay más tráfico.
Después de meses de tensión, el fin de semana el presidente Lula de Brasil se reunió con Donald Trump en Kuala Lumpur (Malasia), en el marco de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), y se ofreció como interlocutor en la crisis. Dijo que Sudamérica es una región de paz.
La expectación aumenta.
Los letales ataques a las lanchas han generado recelos también en Estados Unidos y no solo entre los demócratas sino en republicanos como el senador Rand Paul quien cree que no se está aplicando el debido proceso porque faltan evidencias.
A casi dos meses de iniciadas las acciones militares, la región está sometida a un estrés nunca imaginado, y hay riesgo de división, aunque todos los países sufran, en diferentes dimensiones, el horror de las acciones del narcoterrorismo y el crimen organizado.
Hoy, todas las miradas están en el Caribe donde se aguarda el arribo del Gerald R. Ford, símbolo del poder naval de los Estados Unidos.
Sobre este coloso de los mares leí alguna vez que más que su valor militar, es un poderoso instrumento diplomático y estratégico.
Y apuesto a que eso sea verdad.