Leyenda Urbana
El socialismo se desmorona, el mapa geopolítico regional cambia de color
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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El triunfo rotundo del ultraderechista José Antonio Kast, del Partido Republicano (PR) en Chile, al derrotar a la candidata del partido comunista, Jeannette Jara, exministra de Trabajo de Gabriel Boric, confirma la entrada de la región en un nuevo ciclo ideológico y el rediseño de su geopolítica.
Como si la región fuese un lienzo en el que se dibuja un nuevo mapa ideológico, cada una de las elecciones que se han sucedido, en los últimos tiempos, ha significado un viraje a lo establecido.
Apenas semanas atrás, en Honduras la chavista Rixi Moncada, del oficialista partido Libertad y Refundación (Libre) fue arrinconada a un tercer lugar a gran distancia de los dos primeros de la oposición.
Y aunque hasta la fecha el resultado no ha sido aceptado por las partes, que hablan de fraude, la definición está entre los conservadores Nasry Asfura, del Partido Nacional, que tuvo el apoyo de Donald Trump, y Salvador Nasralla, del Partido Liberal.
En Bolivia también se produjo un viraje cuando en octubre pasado el demócrata cristiano Rodrigo Paz Pereira ganó los comicios, ofreciendo “capitalismo para todos”, y puso fin a la hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), que estuvo 20 años en el poder, desde 2005, cuando el dirigente cocalero Evo Morales llegó a la Presidencia y le sucedió su coideario Luis Arce.
Apenas posesionado, en noviembre, Paz Pereira reestableció relaciones diplomáticas con Estados Unidos, interrumpidas por Morales, en 2008, con la expulsión del embajador Philip Goldberg.
En Argentina no hubo elecciones presidenciales pero la Libertad Avanza, de Javier Milei, consiguió lo increíble: ganar las elecciones legislativas, 45 días después de haber perdido, por más de 14 puntos, en la provincia de Buenos Aires.
Una remontada electoral en la que el respaldo de Donald Trump fue decisivo, al igual que la convicción de los argentinos de cerrarle el paso al peronismo-kirchnerista.
“Si (Milei) pierde las elecciones, no vamos a ser generosos con Argentina…”, había dicho Trump, en alusión a un paquete de apoyo financiero de hasta USD 40.000 millones en canje de moneda, que Buenos Aires necesitaba con apremio.
Aunque no es del todo admitida, la influencia del presidente de Estados Unidos es cada vez más decisiva en las elecciones de la región.
La gran interrogante es hasta dónde llegará Trump con Venezuela, luego de haber desplegado en el Caribe la poderosa flota naval estadounidense, porque resulta difícil imaginar que, tras semejante operación, Washington vaya a retirarse con las manos vacías.
Otra pregunta es qué viene luego del respaldo global que recibió la líder de la oposición, María Corina Machado, protagonista de una travesía épica desde la clandestinidad hasta Oslo, donde su hija recibió, en su nombre, el Premio Nobel de la Paz.
Y del alegato por la libertad y la democracia de su potente discurso que ilusionó a los ocho millones de venezolanos de la diáspora, y con el que recordó al mundo que Nicolás Maduro usurpó el poder a Edmundo González, ganador de las elecciones de julio de 2024, y que es un dictador que persigue y tortura a los opositores muchos de los cuales han muerto en las mazmorras del Helicoide, la temible cárcel del chavismo.
Víctima de sus propios errores, la izquierda se desvanece, porque la gente se cansó del autoritarismo y la corrupción y está agobiada por la inseguridad y la violencia.
Ecuador dejó el Socialismo del Siglo XXI cuando Lenín Moreno se separó de Correa, en 2017, y al elegir a Guillermo Lasso y a Daniel Noboa, quienes derrotaron a los candidatos del correísmo.
América Latina está abandonando la izquierda y se abre a la derecha. Trump acompasa el tránsito.
Con una potente presencia mediática, Nayib Bukele dejó atrás su pasado de izquierda y se ha posicionado como defensor del libre mercado y gobernante de mano dura. Su plan de mega-prisiones y detenciones masivas se ha vuelto el “modelo Bukele”.
Aún quedan Cuba, Nicaragua, Venezuela y México. El Brasil de Lula es algo más pragmático, y Colombia va a las urnas en 2026.
No es la espada de Bolívar, usurpada, vejada y mal usada para justificar atrocidades, la que recorre América Latina. Es el pensamiento del gran Libertador el que se impone. Que no lo vuelvan a traicionar.
El socialismo se desmorona; el mapa geopolítico regional cambia de color.