Convento de Santo Domingo: un tesoro de historia, fe y arte con puertas abiertas al turismo, en el corazón de Quito
El convento e iglesia de Santo Domingo, joya arquitectónica del Centro Histórico de Quito, ahora recibe visitantes en sus pasillos, cúpulas y museo. Su prior, Antonio Cabrejas, lleva 50 años en Ecuador.

Plaza con la vista frontal de la iglesia y convento de Santo Domingo, en el Centro Histórico de Quito. 15 de mayo de 2025.
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A pocos pasos de la Plaza Grande, en la llamada Loma Grande del Centro Histórico de Quito, se alza uno de los conjuntos religiosos más emblemáticos de la ciudad: el convento e iglesia de Santo Domingo.
Desde 1541, la Orden de Predicadores (más conocida como dominicos) ha habitado este lugar, cuya historia atraviesa los siglos y ahora se abre al público como una experiencia turística única, que conecta arte, patrimonio y espiritualidad.
El Convento de Santo Domingo no es solo una iglesia; es un complejo habitado por 12 frailes dominicos (cinco sacerdotes y siete estudiantes de la Universidad Católica) que conviven entre claustros centenarios y libros antiguos.
A la cabeza de esta comunidad está el padre Antonio Cabrejas, dominico de origen español que en 2025 celebra cinco décadas de entrega pastoral en Ecuador.
500 años de historia, a la vista de todos
Desde hace algunos años, el convento ha desarrollado una propuesta de turismo patrimonial que permite recorrer espacios antes reservados exclusivamente a la vida religiosa.
Los visitantes pueden acceder a la iglesia, al museo Fray Pedro Bedón, a una impresionante biblioteca con libros incunables (anteriores a 1500), también subir a las cúpulas y a la torre para disfrutar de una de las mejores vistas de la capital.
“Hay mucho por descubrir. Aquí se encuentra historia viva, desde los frescos coloniales hasta piezas de arte sacro, arquitectura mudéjar y espacios que conservan la memoria espiritual de Quito”, comentó Vicente Ramos, coordinador del área de Museo y Patrimonio del convento.
Los recorridos se ofrecen de martes a sábado, de 09:00 a 18:00. Hay dos modalidades: una visita habitual por USD 4 (nacionales) o USD 6 (extranjeros), y una visita especial más extensa, por USD 6 y USD 10 respectivamente.
De Castilla a la Amazonía: la vida del padre Cabrejas

En medio de este tesoro patrimonial, vive uno de sus principales guardianes: el padre Antonio Cabrejas. Nacido en Pedrajas de San Esteban, Valladolid, llegó al Ecuador el 12 de octubre de 1975, “el día que descubrí América”, dijo entre risas, pues esta fecha en el calendario se vincula con la llegada de Cristóbal Colón a este continente, en 1492.
Tenía 26 años y venía como misionero voluntario a la selva amazónica. Pasó 25 años en el vicariato de Puyo, entre Pastaza y Morona Santiago, antes de desempeñar diversas funciones pastorales en Quito, Baños y Guayaquil.
“Mis superiores en España se opusieron inicialmente a mi salida, pero al final aceptaron con la condición de que fuera para quedarme. Y aquí estoy, con doble nacionalidad y con el deseo de quedarme hasta el final”, contó con serenidad en el patio principal del convento.
Su lugar de descanso eterno ya está decidido: Baños de Agua Santa, ciudad a la que le guarda un cariño profundo tras 10 años de servicio.
Durante sus 50 años de vida misionera, el padre Cabrejas ha enfrentado momentos difíciles y memorables. Entre ellos, un grave accidente de autobús en la Amazonía, la erupción del Tungurahua en 2006, y su salida de Guayaquil durante los días más crudos de la pandemia de Covid-19.
Patrimonio vivo, futuro abierto
Pese a los daños que sufrió por un incendio en el siglo XIX y las restauraciones posteriores, la iglesia de Santo Domingo aún conserva elementos originales del periodo colonial, como el artesonado mudéjar del techo de la iglesia y la Capilla del Rosario, característica por estar construida sobre el arco de ingreso a la Mama Cuchara.

A mediados del siglo XVII, el arquitecto español Francisco Becerra diseñó la mayor parte de la estructura actual.
“Muchos vienen por la vista, otros por la fe, y otros por la historia. Y aquí encuentran todo eso junto. Es un lugar que invita a detenerse, a aprender y también a sentir”
Vicente Ramos, coordinador del área de Museo y Patrimonio del convento.
En una ciudad que guarda silencios centenarios entre sus muros, el convento de Santo Domingo se presenta ahora como una puerta abierta al pasado, de la mano de quienes han hecho de este espacio su vida, como el padre Cabrejas, cuya historia personal es ya parte del legado de este sitio.
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