En Ecuador todavía hay obstáculos para erradicar o disminuir la desnutrición crónica infantil, advierte experta
La desnutrición crónica infantil afecta al 19,3% de niños menores de dos años en Ecuador. Después de 10 años, la investigadora estadounidense Chessa Lutter ve avances en los esfuerzos por erradicar este cuadro, aunque todavía hay aspectos por mejorar.

Un niño acompaña a su madre en una actividad laboral informal en la avenida Naciones Unidas y Amazonas, en Quito, en septiembre de 2022.
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Hamilton López / API
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En Ecuador, el 19,3% de los niños menores de dos años sufre de Desnutrición Crónica Infantil (DCI), según los datos de la última Encuesta Nacional sobre Desnutrición Infantil (ENDI), con corte hasta agosto de 2024.
Esa cifra representa una disminución del -0,8% respecto a los resultados levantados entre 2022 y 2023.
Si bien es una cifra que ahora se ubica por debajo del 20%, desde la Fundación Ecuador Crece Contigo calculan que esto implica que, al menos, 87.000 niños menores de dos años son afectados por la DCI en el país.
¿Qué es la Desnutrición Crónica Infantil (DCI)?
La Desnutrición Crónica Infantil, según la Secretaría Técnica Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil (STECSDI), es "una problemática multicausal que retrasa el crecimiento de los menores en relación a su edad, e impacta negativamente de manera definitiva en su desarrollo".
La STECSDI recientemente se fusionó con el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), que a su vez cambió de nombre a Ministerio de Desarrollo Humano, movimiento que ha preocupado a expertos.
Simplificando las palabras de la secretaría, la DCI es un problema que impacta en los procesos de aprendizaje y desarrollo de un niño, con repercusiones incluso en la etapa adulta.
La Desnutrición Crónica Infantil no está delimitada solo por una alimentación inadecuada o insuficiente, sino que también es causada por enfermedades continuas en los primeros años de vida así como una falta de infraestructura y acceso a servicios públicos o sanitarios, según explica la Unicef en su apartado para Ecuador.

La investigadora estadounidense Chessa Lutter, exasesora de la Organización Panamericana de la Salud, explica en una entrevista con PRIMICIAS que este tipo de desnutrición también impacta en las generaciones posteriores.
"Una mujer que tiene desnutrición de niña, tiene más riesgo de tener un hijo con desnutrición crónica infantil", ilustra la investigadora.
Desafíos en Ecuador
Lutter comenta que, si bien el panorama del país ha cambiado en los últimos 10 años, desde su última visita a Ecuador, todavía hay obstáculos para lograr la erradicación o disminución de la DCI.
"Cuando vine antes, no vi la desnutrición crónica en la agenda política como la veo ahora. Eso sí es un cambio. El ministerio, las academias y las agencias estaban preocupadas, pero no observé que llegara más allá", reconoce Lutter, quien también afirma que actualmente "un obstáculo es el compromiso político para mantenerlo en la agenda como una prioridad".
La experta también señala que es importante que el asunto se trabaje de una forma intersectorial. "No se puede enfrentar solamente como un problema de salud", aclara al recalcar que también se debe dar prioridad al acceso y calidad del agua, saneamiento, seguridad, agricultura y a la educación.
Ruralidad más vulnerable, pero las ciudades no se quedan detrás
En Ecuador, según indican las cifras, este problema tiene carácter global y no solo se limita a zonas rurales (21,2% de DCI en menores de 5 años), personas de comunidades indígenas (34,5%), o del quintil más pobre (21,5% en el Quintil 1).
La última ENDI señala que Chimborazo (34,08%), Santa Elena (29,98%) y Cotopaxi (29,35%) son las provincias con más niños con DCI.
Pero, también se ha registrado porcentajes superiores al 10% en entornos que no siguen el patrón de ruralidad + comunidades indígenas.
Por ejemplo, en el Quintil 5, es decir el de mayor riqueza, un 11,7% de menores de 5 años tienen DCI. Aunque, en contraste, en 2022 esa cifra alcanzaba el 14,9% y hasta el 20,7% en los menores de dos años.
¿Por qué esas cifras?
Tras observar estos números Lutter sugiere que la razón está en la forma de alimentar a los niños: es posible, dice, que existan familias que en la dieta de los menores prioricen carbohidratos, como la papa, y los vegetales.
"La OMS está empujando mucho en la nueva guía de 2023 que, a los seis meses después de terminar la lactancia materna exclusiva, se empiece a dar alimentos como huevo o carnes, es decir, de origen animal, para promover el crecimiento", explica.
Lutter también hace referencia a un estudio realizado en 2015 en Cotopaxi, del que formó parte, en el que se concluyó que dar un huevo al día por seis meses a niños ayudaba significativamente en el desarrollo de los menores, disminuyendo la prevalencia de afecciones respiratorias y relacionadas a la piel.

Erwin Ronquillo, director de la Fundación Ecuador Crece Contigo, da luces sobre el 11,7% de niños con DCI en el quintil de personas con más recursos económicos
"Muchas veces en estos estratos socioeconómicos la madre sale de la casa, se va a trabajar, y deja a los niños con las niñeras. Ellas no tienen la misma preocupación al cuidar a los niños al igual que lo haría su mamá. Eso se da mucho acá en ese quintil", explica Ronquillo, quien también fue secretario de la STECSDI entre 2021 y 2023.
Y los datos lo respaldan. De acuerdo con el ENDI, solo en el 41,2% de los casos los menores de seis meses recibían lactancia materna exclusiva (sin presencia de sustitutos) hasta 2023 en el quintil 5; mientras que en 2024 se observó que el 42,5% del quintil 4 recibían solamente la leche de su madre.
El promedio nacional de menores que reciben lactancia exclusiva en sus primeros seis meses de vida es el 53,1%.
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