Aprender haciendo, enseñar con el corazón | La cocina que cambia vidas en Guayaquil
31 jóvenes guayaquileños se forman gratuitamente como asistentes de cocina en un programa que combina la teoría con la práctica en hoteles y restaurantes, una experiencia que les permitirá graduarse con oficio y confianza.

Los 31 aprendices de cocina participaron en el conversatorio “Cocinas guayaquileñas que transforman vidas”, en Guayaquil, el 7 de octubre de 2025.
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Autor:
Redacción Primicias
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“Todo lo que uno hace con el corazón es respetable”, dice Lorena frente al micrófono, con una mezcla de nervios y convicción. Su voz resuena en el conversatorio con los jóvenes aprendices del programa 'Asistente de Cocina-Formación Dual'.
Habla pausado, como quien pone en palabras algo que ya se volvió certeza. Lorena es una de los 31 jóvenes que participan en programa de formación gratuita para convertirse en asistentes de cocina.
"Cuando uno se desenvuelve en la empresa, en el campo, puede sentir que pertenece allí y que no le va a dar miedo ir a una entrevista de trabajo, y eso es una oportunidad aplicar lo que estoy aprendiendo".
Lorena Sarmiento, participante del programa
El proyecto, inspirado en el modelo dual alemán, busca que los estudiantes aprendan haciendo: la mitad del tiempo en el aula, la otra mitad dentro de restaurantes y hoteles de Guayaquil. Allí, los tutores no solo corrigen, también enseñan y acompañan.
Según María Brown, directora ejecutiva de la fundación Crisfe, a diferencia de otros programas, este modelo no parte de un currículo rígido, sino de lo que las empresas realmente necesitan. Son los propios establecimientos —tras un proceso de certificación— los que definen qué habilidades deben aprender los estudiantes para integrarse al mercado laboral.
"En lugar de, desde la teoría, decir qué es lo que debería necesitar la empresa, es la empresa misma la que define en qué necesita formar a los jóvenes para que luego puedan fungir y ejercer los distintos cargos dentro de esas empresas".
María Brown, directora ejecutiva de la fundación Crisfe.
Durante los 16 meses de formación, los aprendices pasan por cuatro meses de teoría, 10 de práctica, actualmente están en esta fase, y dos de evaluación final. Cuando terminen, en 2026, saldrán con un título técnico en asistente de cocina, experiencia laboral y una red de contactos en el sector gastronómico.

Vocaciones que nacen entre fogones
“Hace un año estaba en un quirófano y hoy estoy en una cocina profesional”, cuenta Reichel Farías, quien relató su deseo de abrir un restaurante de comida italiana. “Cada día aquí es una oportunidad para aprender algo nuevo. Antes no me veía haciendo esto, pero ahora sé que quiero seguir estudiando gastronomía y crecer profesionalmente.”
Isaac Navarro, técnico en enfermería, también encontró su lugar entre los sabores. “Mis abuelos me enseñaron los secretos de la cocina ancestral. Este programa me ha hecho entender que cocinar no es solo preparar un plato, sino llevar recuerdos y emociones a la mesa”.
Más que una técnica, una forma de vida
“Ser profesional es hacerlo bien”, dice Javier Ortiz, director del Humboldt Zentrum, mientras observa a los jóvenes servir los primeros platos del día. “En Ecuador solemos creer que ser profesional es tener un título universitario. Nosotros queremos demostrar que también se puede ser profesional haciendo las cosas con excelencia y compromiso”.
La iniciativa es impulsada por la Fundación Crisfe, Diners Club del Ecuador y el Humboldt Zentrum, con el apoyo de nueve hoteles y restaurantes guayaquileños que abrieron sus cocinas para acoger a los aprendices.
A pocos meses de culminar el proceso, los aprendices ya dominan técnicas básicas y avanzadas, pero sobre todo han ganado algo que no se enseña en libros: la paciencia, el trabajo en equipo y la confianza. Lorena lo resume mejor que nadie: “La vida no es lineal, uno se cae y se levanta, pero cuando haces lo que amas, lo haces bien. Y eso también es ser profesional.”
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