Guía de invierno para migrantes; estos son derechos básicos al alquilar en Estados Unidos
En los meses más fríos, la ley fija estándares que los caseros deben cumplir y que muchos inquilinos desconocen. Organizaciones de ayuda a los migrantes en Estados Unidos piden no tener miedo para reclamar pese a cualquier estatus migratorio.

Trabajadores limpian la nieve tras una nevada en Newark, Nueva Jersey. En muchos municipios, los propietarios deben despejar aceras y entradas en un plazo de 8 a 24 horas para evitar caídas y accidentes.
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Selene Cevallos
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NUEVA YORK. La primera señal del invierno no siempre es la nieve. El desfile de abrigos gruesos y bufandas, el clic del radiador que debería encenderse y no lo hace, o el crujido del hielo formándose en las escaleras de un edificio. Es en esos detalles donde muchos migrantes descubren que el frío no empieza afuera, sino dentro de las casas que alquilan y donde pocas veces alguien les explica qué pueden exigir.
María lo entendió una madrugada de noviembre, cuando su hija no lograba dormir por el aire helado que entraba por el pasillo. La calefacción llevaba días sin funcionar. Llamó al casero, luego al conserje, pero nadie respondió. Fue una vecina quien le habló del 311. Al día siguiente, un inspector del New York City Department of Housing Preservation and Development (Departamento de Preservación y Desarrollo de Vivienda, HPD por sus siglas en inglés) documentó la falta de calor y multó al propietario. “No sabía que podía reclamar”, dice María. “Pensé que yo tenía que pagar la reparación del heater.”
El caso es común. Según HPD, durante la temporada oficial de calefacción —del 1 de octubre al 31 de mayo— los propietarios están obligados a garantizar una temperatura interior mínima de 68 °F (20 °C) durante el día cuando afuera baja de 55 °F (13 °C), y no menos de 62 °F (17 °C) durante la noche. Estas cifras forman parte de la normativa conocida como NYC Heat Law, una de las más estrictas del país. Y, de acuerdo con el propio Departamento de Vivienda, las quejas por falta de calefacción son de las más frecuentes en distritos donde vive población migrante.
Pero el invierno trae otros riesgos. Para quienes viven en Nueva York y Nueva Jersey, la nieve y el hielo en escaleras y aceras son una amenaza cotidiana. En Nueva York, la ley municipal establece que el propietario es responsable de limpiar la nieve y el hielo de las aceras adyacentes a su edificio dentro de plazos específicos: si deja de nevar entre las 7:00 p.m. y las 7:00 a.m., debe removerse antes de las 11:00 a.m.; si la nevada termina durante el día, la limpieza debe realizarse en un lapso de entre 4 y 14 horas, según el horario. El incumplimiento puede resultar en multas del Department of Sanitation (DSNY).

En Nueva Jersey, aunque las normas varían por municipio, muchas ciudades —incluyendo Newark, Elizabeth y Jersey City— obligan a los propietarios a limpiar la nieve en un plazo que suele oscilar entre 8 y 24 horas tras la nevada. La lógica es simple: prevenir caídas y lesiones en entradas, escaleras y aceras que comparten decenas de inquilinos. Para quienes caminan cada madrugada hacia sus trabajos, un resbalón puede significar perder semanas de ingresos.
"Nadie debería callar por miedo"
Esa vulnerabilidad se agrava cuando hay miedo o desinformación. Una colaboradora de Casa de Don Pedro, una organización que acompaña a familias migrantes en Nueva Jersey y Nueva York, lo observa cada año. “Muchas personas creen que la calefacción o la limpieza de nieve son ‘favores’ del casero, pero no lo son. Son obligaciones legales”, explica. “Y nadie debería quedarse callado por miedo al idioma o a su estatus migratorio.”
Por eso, las organizaciones comunitarias insisten en lo mismo: documentar antes de denunciar. Fotos de radiadores apagados, capturas de temperatura interior, videos de escaleras congeladas. En Nueva York, el canal más efectivo sigue siendo el 311; en Nueva Jersey, las oficinas municipales de vivienda o los departamentos de construcción reciben las quejas. Según HPD, cada reporte abre un expediente que debe ser inspeccionado y puede derivar en sanciones económicas.
Aun así, más allá del marco legal, la fuerza está en la comunidad. En varios edificios del área triestatal, los inquilinos han empezado a organizarse para presentar quejas colectivas, lo que según la colaboradora de Casa de Don Pedro, acelera las respuestas oficiales: “Cuando un casero recibe un reclamo de diez familias a la vez, no puede ignorarlo.”
La vivienda en invierno —calefacción estable, agua caliente, accesos seguros— forma parte del estándar mínimo de habitabilidad que exigen las leyes estatales y municipales. Para los inquilinos, muchos de ellos migrantes sosteniendo trabajos esenciales y con ingresos ajustados, conocer estos derechos puede evitar enfermedades, accidentes y el desgaste silencioso de un invierno vivido sin protección.
Hoy, tanto María como otras familias del área triestatal coinciden en algo: el frío fue la primera señal, pero no el verdadero problema. Lo decisivo fue descubrir que podían exigir. En un país donde la normativa cambia por ciudad y por estado, la información se vuelve abrigo. Y entender cómo reclamar puede convertir un apartamento helado en un hogar habitable, incluso cuando afuera la temperatura siga cayendo sin documentos.
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