Pan con chicharrón, el sabroso sánduche peruano que derrotó al bolón y al encebollado de Ecuador en el Mundial de Desayunos

El Mundial de Desayunos promocionado por el influencer español Ibai Llanos ha sido el éxito viral de temporada. Ciudadanos de Ecuador, desde gente de a pie hasta famosos y políticos (que jamás dejan pasar una oportunidad), se pasaron una semana haciendo campaña en favor del bolón, el plato clasificado a cuartos de final de este torneo, y lo defendieron como si fuese una causa patriótica. 

Pero en Perú el concurso también alcanzó niveles virales y el mismísimo Gobierno ha metido cuchara (o mejor dicho, aceite y sartén) en favor de su querido pan con chicharrón. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo lanzó una campaña oficial para promocior al "engreído de los domingos".

La campaña dio frutos (y manjares), ya que el pan con chicharrón venció al bolón y al encebollado de Ecuador.

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¡No hay que subestimar el sabor de este sánduche!, que en realidad se lo consume preferentemente los domingos y en familia. Hace más de 40 años, el "pan con chicharrón" que hoy conocemos ganó popularidad en el distrito limeño de Lurín, donde las "sangucherías" locales lo hicieron famoso. Desde entonces, este plato se extendió y se hizo popular por toda la capital peruana.

¿Qué lleva? El alma de esta preparación es, obviamente, el chicharrón. Se lo obtiene preferiblemente de la panceta de cerdo, que debe quedar tierna por dentro y dorada y crujiente por fuera. 

Se le agregan finas rodajas de camote frito, cebolla y limón. Pero hay variantes que adicionan aguacate (palta le llaman en Perú a esta fruta) y la salsa criolla peruana o "sarsa" (hecha con cebolla morada, cilantro y algún tipo de ají peruano como el amarillo o el rocoto). 

Todo va dentro de un pan francés fresco, también llamado de agua. Y se lo disfruta con café.

Aunque el pan con chicharrón ha ganado, la verdad es que el gran ganador de este 'trending' es Ibai Llanos, quien no es precisamente un chef con estrellas Michelin, pero ha logrado tener cautivos a públicos de dos países, pendientes de defender sus delicias gastronómicas.