Del Club de la Unión al Centro Cultural Olmedo | La nueva vida del edificio más exclusivo de Guayaquil
Por casi un siglo, fue escenario de reuniones reservadas y decisiones influyentes. Hoy, su arquitectura patrimonial busca abrir las puertas a la cultura y a la vida pública de la ciudad. Esto pasa en Guayaquil.
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Durante casi un siglo, el edificio que albergó al histórico Club de la Unión, en las calles Olmedo y Malecón, fue sinónimo de reuniones privadas, tertulias diplomáticas y celebraciones sociales. Allí se cruzaban empresarios, políticos y figuras de la vida nacional e internacional, en un entorno de discreción y pertenencia selecta.
Ubicado frente al río Guayas, en el extremo sur del Malecón 2000, el inmueble se convirtió en un punto emblemático del paisaje urbano porteño: una esquina donde confluyen la historia, la arquitectura y la memoria colectiva.
Hoy, el mismo edificio se prepara para vivir otra etapa: bajo administración municipal, funcionará como 'Centro Cultural Olmedo', un espacio destinado al arte, los encuentros ciudadanos y los eventos públicos.
Un edificio con historia y símbolos
Construido en la década de 1940, el inmueble se levantó cuando Guayaquil aún combinaba la madera con los primeros trazos del hormigón. Su arquitectura modernista rompió con el clasicismo predominante y lo convirtió en uno de los referentes estéticos de la ciudad.
En sus puertas y rejas aún se advierten símbolos masónicos —la escuadra y el compás—, y la escalera principal cuenta con 33 peldaños, cifra cargada de alusiones a la masonería. Dentro, los detalles en madera y cobre resisten el paso del tiempo, al igual que los salones donde alguna vez se discutieron decisiones políticas, se sellaron alianzas y se brindó por la prosperidad del puerto.
El historiador Melvin Hoyos recuerda que el club, fundado en 1869, “nace prácticamente de los descendientes de los próceres de la independencia".
"Estamos hablando de las familias más antiguas de Guayaquil, de los que formaron a la ciudad. Era la élite social y cultural, no solo desde el punto de vista político, sino también económico; los que crearon la ciudad fueron quienes hicieron ese club”.
Melvin Hoyos, historiador
“Era —continúa Hoyos— un espacio de poder: allí se reunían empresarios, políticos y diplomáticos que definían decisiones económicas y sociales de la ciudad”.
Con 156 años de vida, el Club de la Unión es una de las instituciones más antiguas de Guayaquil, junto al Benemérito Cuerpo de Bomberos y la Sociedad Filantrópica del Guayas. Su historia se entrelaza con la evolución urbana, política y cultural del puerto.
De club privado a bien público
La adquisición del edificio permitió completar, por primera vez, todo el frente ribereño del Malecón 2000 bajo administración municipal, incorporando al dominio público el último tramo que permanecía en manos privadas.
El inmueble —donde funcionó el Club de la Unión desde 1942— pasó a manos del Municipio en abril de 2025, cuando la institución social se trasladó oficialmente a su nueva sede en Samborondón, a pesar de que la expropiación fue anunciada en enero de 2024.
La Alcaldía describe el proceso como una expropiación “de mutuo acuerdo”. Tres meses después, en julio, el edificio acogió su primer evento municipal, marcando el inicio de su nueva etapa como espacio cultural.
“Hoy es de los guayaquileños, hoy es de todos. Estamos juntos toditos, no hay que ser socios”, dijo el alcalde Aquiles Alvarez durante un acto reciente en el lugar. “Este edificio patrimonial e histórico de Guayaquil es de los guayaquileños. Siéntanlo suyo, porque es suyo”.
El alcalde explicó a PRIMICIAS que la adquisición del edificio respondió a una decisión planificada del Municipio para preservar su valor patrimonial y destinarlo a fines culturales. Añadió que la operación también evitó que el inmueble —que había despertado el interés de empresas privadas con intención de convertirlo en un hotel— pasara a nuevas manos particulares.
“Ellos (el club) tenían prácticamente vendido el predio a unas empresas que querían hacer de esto un hotel. Nosotros, de manera consensuada, lo expropiamos porque necesitamos también un espacio para incentivar y promocionar la cultura”.
Aquiles Alvarez, alcalde de Guayaquil
En este contexto, para Hoyos el cambio representa “una ganancia cultural”, al permitirle "a Guayaquil tener acceso a un lugar que antes era reservado. Es una oportunidad para que sus espacios se utilicen en actividades de alto nivel, culturales y sociales, abiertas a todos”.
El inmueble, valorado en aproximadamente USD 4 millones, sigue atravesando una fase de transición. La administración municipal aún evalúa la función que tendrán varios de sus antiguos espacios, y de esa definición dependerán los trabajos de adecuación y mantenimiento que se ejecuten.
Solo dos de ellos —los salones Inglés y Amarillo— tienen ya un destino definido: serán convertidos en galerías de arte a cargo de la Dirección de Patrimonio.
Alvarez adelantó además que se proyecta habilitar un restaurante público con precios accesibles para 2026, “para que cualquier persona, con diferentes tipos de economías, pueda venir a disfrutar de este espacio”.
Patrimonio en transformación
La directora de Turismo y Eventos Especiales, Tahiz Panus, resume el nuevo propósito, y señala que su objetivo es que en 2026 el Centro Cultural Olmedo funcione plenamente y se incorpore a la red de espacios culturales del Malecón 2000.
“El objetivo es proporcionarle a la ciudadanía un espacio para la cultura, para la reactivación del turismo en un lugar que es ícono de la ciudad. Los espacios ubicados en lugares emblemáticos no pueden ser exclusivos; tienen que ser para todos”.
Tahiz Panus, directora de Turismo
La mayor parte del mobiliario, luminarias y obras de arte del antiguo club —valoradas en alrededor de USD 4 millones— fue trasladada a su nueva sede en Samborondón. Una parte de ese inventario, compuesta por sillas, sofás, libros, vajilla y estanterías, fue donada al Municipio.
Entre los bienes que el club dejó a la ciudad destaca la Biblioteca Raúl Gómez Lince, una colección patrimonial con volúmenes sobre historia, arte y literatura, considerada una de las más completas donaciones privadas transferidas al dominio público en Guayaquil.
Desde su reapertura, el edificio ha acogido actividades de distintas dependencias municipales: la premiación del Premio José Joaquín de Olmedo, la presentación de las candidatas a Reina de Guayaquil, y el lanzamiento del programa “Bullying es violencia. Deténlo ahora”. También ha sido escenario de eventos privados, como la presentación de las candidatas a Miss Universo Ecuador.
El historiador José Antonio Gómez Iturralde, fallecido en 2021, definió alguna vez al Club de la Unión como “parte de la vida misma de la urbe, un centro de discusión para el desarrollo de Guayaquil y la forja de generaciones”.
Esa definición parece conservarse, aunque en otro registro: el de un edificio que deja de ser símbolo de pertenencia para convertirse en un bien común.
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