El ganador del Premio Eugenio Espejo, en la categoría Arte y Cultura, cuenta lo que significa la distinción y cómo se ve a la música que le apasiona.
Álvaro Manzano no pierde nunca esa carácter didáctico, esa postura de maestro. Ni cuando habla.
Hay una vocación ahí, presente. De escuchar, de dar forma, de explicar de la mejor manera lo que sabe y lo que busca. Un tipo de disposición que es importante para ejercer su profesión.
Manzano es director de orquesta. Un rol que el reciente ganador del Premio Nacional Eugenio Espejo, en la categoría de Arte y Cultura, define con claridad.
El espacio en el que él desarrolla su oficio es la Orquesta Sinfónica Nacional a la que se ha unido "prácticamente de por vida", como dice. Un espacio en el que celebra, también, el haber recibido el galardón.
Por un compromiso de más de 35 años dedicado a la música académica. Una distinción que, dice, lo obliga a dar mucho más de lo que ya da.
Lo que deja la música académica para quien la escucha
Álvaro Manzano mira desde una posición crítica la relación que existe entre la música en la que se mueve y el público en general. El acceso está ahí, para todos, especialmente con YouTube en el camino.
Pero al mismo tiempo, cree, existen problemas ligados a la difusión mediática y a la educación que hacen que se pierda el chance de percibir esta música con propiedad.
En diálogo con PRIMICIAS, Manzano se refiere a este tema, así como por qué la música académica conmueve, por qué no le gusta el reggaetón y el tipo de compromiso y trabajo que sigue, para un ganador del Premio Eugenio Espejo.
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No es música de élite
¿Por qué cree que exista distancia entre la música clásica y un público masivo?
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La mala educación
Pero hay más razones para esta lejanía, ¿no? Más allá de la mala difusión...
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Sensibilidad abierta
¿Qué sucede con un oyente no acostumbrado a la música académica cuando por fin la escucha?
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Las obras que se vienen
En términos de compromiso, ¿qué significa a nivel de trabajo el Premio Espejo?