Sábado, 20 de abril de 2024

Azules turquesas: una película confesional que funciona como denuncia

Autor:

Eduardo Varas

Actualizada:

20 Jun 2019 - 0:05

Autor: Eduardo Varas

Actualizada:

20 Jun 2019 - 0:05

Fotograma del filme 'Azules turquesas', de Mónica Mancero. - Foto: Flacq

La película que escribe, dirige y protagoniza Mónica Mancero tiene un fuerte componente emotivo al contar el infierno que viven ‘pacientes’ de clínicas de desintoxicación. Se estrena en el Festival Latinoamericano de Cine de Quito.

Esta es una película de traslados, de pasar de un lugar al otro, de una pesadilla detrás de otra. Azules Turquesas se centra en el largo y complicado proceso por el que pasa Isabella -personaje central, interpretado por la también directora y guionista Mónica Mancero- para desintoxicarse.

Proceso al que ingresa por decisión de su familia, con la firme intención de ayudarla y con la evidente ignorancia sobre lo que pasa en estos centros que, en apariencia, buscan curar estos problemas.

Con cámara al hombro y una serie de planos que, más que alterar las convenciones sobre cómo se deben ver dos personas en una escena, rompen la armonía y apuestan por la incomodidad y la tensión, Azules Turquesas tiene su corazón en el segundo acto. Este corresponde al segundo centro al que Isabella es enviada, de los tres a los que ingresa.

Es en este punto en el que el espectador permanece más tiempo y en donde el horror adquiere forma y, por qué no, mejores interpretaciones. Tanto en el plano de los ‘pacientes’ (entre los que se encuentran Diego Naranjo, Paty Loor y Maya Villacreces), como en el nivel superior de los líderes de esta estructura panóptica, comandados por un Tomás Ciuffardi que resulta tan natural en el rol del villano. Un Darth Vader andino, desesperante. Quizás lo más alto de la película, hay un conjunto de violencias que se articulan en cadena.

El título del filme genera un momento metacinematográfico. Hay mucha esperanza detrás de ambas palabras, que se pone de manifiesto en la canción Azules turquesas, del argentino Lisandro Aristimuño, que suena en la última escena y créditos. Finalmente la película termina siendo una labor de amor. Y para muchos no necesitará ser perfecta.

En el siguiente video, Mónica Mancero cuenta entretelones del filme y su proceso de producción.

La película se proyectará este jueves 20 de junio en el marco del Festival Latinoamericano de Cine de Quito (Flacq)— a las 20:00 en la sala Alfredo Pareja, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. La entrada es gratuita.