Jueves, 25 de abril de 2024

Los diablos de Píllaro bailaron en vivo, en un desafío virtual a la pandemia

Autor:

EFE / Redacción Primicias

Actualizada:

2 Ene 2021 - 12:50

Los diablos de Píllaro, una ciudad ecuatoriana enclavada en el corazón de los Andes del país, salieron este viernes 1 de enero a bailar en vivo, en un desafío virtual a la pandemia del coronavirus, que también amenazó este tradicional festejo de Año Nuevo.

Autor: EFE / Redacción Primicias

Actualizada:

2 Ene 2021 - 12:50

Los diablos de Píllaro, una ciudad ecuatoriana enclavada en el corazón de los Andes del país, salieron este viernes 1 de enero a bailar en vivo, en un desafío virtual a la pandemia del coronavirus, que también amenazó este tradicional festejo de Año Nuevo. - Foto: EFE / José Jácome

Hay pandemia, sí. Pero las celebraciones tradicionales no se detienen, como la Diablada de Píllaro, que tiene una versión digital, acorde a estos tiempos.

Los diablos de Píllaro, ciudad ecuatoriana enclavada en el corazón de los Andes del país, salieron este 1 de enero de 2021 a bailar. Como desafío virtual a la pandemia del coronavirus, que también amenazó este tradicional festejo de Año Nuevo.

Los diablos, que suelen bailar por seis días en las calles de Píllaro, trasladaron el festejo a la vecina hacienda Huagrahuasi. Para evitar las aglomeraciones y minimizar el contagio con el coronavirus SARS-CoV-2.

Declarada como Patrimonio Cultural de Ecuador, la "Diablada pillareña" -muy parecida al carnaval de Oruro (Bolivia)-, se organizó esta vez en total silencio. Esto para que la gente no acuda masivamente como ha ocurrido en otros festejos similares.

Participante en la versión online de la Diablada de Píllaro.

Participante en la versión online de la Diablada de Píllaro. EFE / José Jácome

Y es que no hay que "bajar la guardia" ante la pandemia, según comentó a Efe el alcalde de Píllaro, Francisco Yanchatipán. Él encabezó el festejo en Huagrahuasi.

Una tradición que se ajusta a la nueva normalidad

En total se presentaron 30 personas en el desfile, entre diablos y parejas de línea. Ellos pasearon para la plazoleta de Huagrahuasi bajo la mirada de cámaras de vídeo para la retransmisión por una plataforma virtual del Municipio pillareño.

La aceptación ha sido total, pues la transmisión en vivo del espectáculo ha tenido más de 200.000 visitas, según comentó una fuente del Municipio.

En total han desfilado 30 personas que representaron a siete barrios de Píllaro. Un número absolutamente reducido a los miles que han participado en años anteriores.

Diablos, parejas de línea y una banda de pueblo incluyó el festejo que se repetirá el próximo 6 de enero. El escenario se mantiene en secreto para evitar aglomeraciones. Pero también se reproducirá en vivo por el canal del Municipio de Píllaro.

Lo que sucedió el viernes fue una "representación simbólica", transmitida en tiempo real para que "la gente disfrute desde la casa", agregó el alcalde Yanchatipán.

Esperamos que "el próximo año ya vuelva la Diablada pillareña" de forma presencial y "como Dios manda". Aunque si aún persistieran causas sanitarias, se buscarán "mecanismos de participación" para la población, agregó el alcalde.

La Diablada en su versión virtual ha supuesto "una pérdida". En anteriores ediciones, Píllaro recibe la visita de más de 10.000 turistas cada día, atraídos por el colorido de las caretas de los diablos.

El alcalde remarcó que el próximo miércoles participarán otras 30 personas en el desfile.

Que podrá ser admirado incluso fuera del país a través de la plataforma de Facebook, bajo el enlace "@gadmpillaro".

La Diablada de Píllaro es una de las tradiciones más importantes de año nuevo en Ecuador.

La Diablada de Píllaro es una de las tradiciones más importantes de año nuevo en Ecuador. EFE / José Jácome

Las máscaras con rostros de diablos, que los danzantes usan para bailar, son elaboradas con papel, alambre, pintura y engrudo. Pero, sobre todo, con mucha paciencia y el apego a una tradición milenaria.

Los diablos junto con las guarichas (mujeres jóvenes) y los "oficiales" desfilan al ritmo de tambores y trompetas. Al mismo tiempo bufan y maldicen en un ritmo pegajoso que asusta y divierte.