Miércoles, 24 de abril de 2024

Sabrina Duque, Ojeda, Hidalgo y Oates, libros para el domingo

Autor:

Eduardo Varas

Actualizada:

8 Jun 2019 - 20:03

Autor: Eduardo Varas

Actualizada:

8 Jun 2019 - 20:03

'Volcánica', de Sabrina Duque - Foto: Primicias

Un libro de crónicas como reflejo de un gran trabajo. Cuentos de un autor que consigue mucho con poco. Relatos de una escritora que nunca ha dejado de ser importante. Una pesadilla en forma de novela, escrita por una ecuatoriana. Estas son las recomendaciones para hoy.


 

Volcánica: crónicas desde un país en erupción

Sabrina Duque

Debate / Penguin Random House, 2019

175 páginas

USD 20,90

La mejor crónica es aquella en que la autora o autor se hace presente para darnos perspectiva. No se trata de que la persona que la escribe adquiere protagonismo, es más el tema de la mirada que ofrece, a través de sus palabras y del acto de comparar y contar los hechos.

Más que una serie de datos y de experiencias ajenas, en una buena crónica se está ante un punto de vista particular.

Y en Volcánica: crónicas desde un país en erupción, es la posición de Sabrina Duque, como escritora, la que eleva la lectura. Porque ella no solo ha decidido ordenar la información que muestra de una manera particular,. Sino que ha establecido el mecanismo por el cual cuenta sobre Nicaragua, su pulsión de vida y muerte viviendo en una olla de presión de volcanes, y la explosión social del último año, en contra del régimen de Daniel Ortega.

“Pero la agenda de un viajero no es como la de un turista. Yo estaba rastreando historias de volcanes cuando empezaron los disparos. Volvieron las consignas, regresaron los poemas (...) Yo me había propuesto escribir sobre su geografía poderosa. Sobre su gente valiente. La palabra volcán seguía habitando los cuadernos de apuntes. El volcán era un espejo, una metáfora”, escribe Duque en el preámbulo.

En este trabajo, las crónicas se mueven desde la impresión inicial de ese primer encuentro con el país, la ciudad y los volcanes -Duque lo cuenta en primera persona, habla de su esposo y de su hijo. No solo le da al lector sus palabras, se entrega en el proceso-, el paseo por las distintas conversaciones y locaciones que muestran la relación de la gente con el peligro, con los volcanes, las fumarolas, cenizas, la tierra que no se queda quieta y sus luchas.

Esa comprensión del otro que, entre historias -como aquella en la que un sello postal hizo que el canal no fuera construido en Nicaragua, sino en Panamá-, y entre los varios traslados, elevaciones y tragedias, consigue mostrar lo humano, lo sensible, lo doloroso y lo valiente de los nicaragüenses.

En ese sentido, lo que se inició como un libro de viaje, se vuelve una declaración de amor hacia la gente de un país que, de golpe, vivió otro tipo de erupción. Y ella estuvo ahí, para retratar ese tipo de horror que los mandatarios prodigan cuando se olvidan de todo, menos de su propia megalomanía.


 

El manual de la derrota

José Hidalgo Pallares

Festina Lente, 2019

119 páginas

USD 12

El manual de la derrota

El manual de la derrota 

El lugar común en estos días, para hablar sobre este libro -el quinto de Hidalgo-, es establecer una relación entre el autor y su trabajo como director general de la Corporación de Estudios para el Desarrollo (Cordes). Y así, a la carta aparecen las bromas sobre economía, sobre todo si se toma en cuenta de que uno de sus cuentos se llama Impuesto a la renta.

El problema de lo gracioso de estas precisiones es que ignoran no solo el pasado literario de este autor (su primer libro se publicó hace 16 años) sino lo que sucede con estos cuentos que entre idas y vueltas, presenta a un escritor cómodo en su rol y contundente en su estilo.

Quizás no todos los cuentos le funcionen a todos los lectores. En ese sentido hay un par de relatos que no brillan tanto ante la calidad restante.

Pero eso da cuenta de un proceso de escritura, de constante transformación, y de un autor que está a la búsqueda de dos experiencias particulares: deshacerse del narrador (el mejor cuento y quizás uno de los mejores cuentos que ha dado la literatura ecuatoriana, llamado Los graduados, brilla con solo la presencia de los personajes hablando), y reflejar el terror de las relaciones humanas, especialmente entre seres que no se conocen del todo, extraños que pasan uno al lado del otro, a diario.

Libro necesario para saber cómo se encuentra el estado de las narraciones cortas en el país.


 

Dame tu corazón

Joyce Carol Oates

Gatopardo Ediciones, 2017

339 páginas

Edición Kindle: USD 10,99

 

'Dame tu corazón', de Joyce Carol Oates

'Dame tu corazón', de Joyce Carol Oates PRIMICIAS

El mejor consejo que se puede dar sobre la obra de Joyce Carol Oates es que debe ser leída y de inmediato. La calidad y maestría de una grande de la literatura contemporánea está tan bien reflejada en este libro casi monumental (por la cantidad de páginas) que solo se espera que su lectura nunca termine.

Oates escribe historias densas, oscuras, duras y es capaz de ofrecer salidas a la misma dureza que cuenta sin que su lector lo vea venir. En el cuento Strip poker, una adolescente es abordada por un grupo de adultos que la llevan a una cabaña, invitada a un juego de cartas.

La tensión es brutal. Oates consigue generar tal estado con su narración que como buena prestidigitadora no revela el truco, sino hasta el final, cuando logra que la posible víctima cause estupor entre sus victimarios y los congele.

Asfixia es un cuento sobre lo terrible detrás de los recuerdos de una hija y de una madre sobre la infancia de la primera.

En El primer marido, la obsesión de un hombre al encontrar una foto del pasado de su esposa es suficiente para destapar la violencia y cambiar la vida de varios involucrados.

Joyce Carol Oates ofrece sobresaltos en Dame tu corazón y los lectores le terminan dando las gracias.


 

Mandíbula

Mónica Ojeda

Candaya, 2018

288 páginas

USD 29,50

'Mandíbula', de Mónica Ojeda

'Mandíbula', de Mónica Ojeda PRIMICIAS

Se trata de escribir fuera de los tabúes y de prodigar experiencias al lector para sacarlo de su asiento de testigo pasivo. Sí, de eso se trata.

Mucha gente sabe de Mandíbula. Muchos la han adquirido y otros han preferido no leerla por lo que les “han contado”. ¿Es una novela fuerte? La respuesta es no. No es shock lo que genera el libro.

Lo que existe en sus páginas es la maestría de una escritora que, desde las primeras oraciones -cuando nos enteramos que una profesora tiene maniatada en un lugar desconocido a una de sus estudiantes, de un colegio adinerado-, quiere generar otro tipo de relaciones entre el texto y los lectores: porque la literatura no puede ser únicamente un momento de solaz.

El terror de Mandíbula -que tiene mucho de ese género- no radica tanto en lo que se cuenta, sino en lo que muestra: un espacio de absoluta represión que se manifiesta en lo sexual y en lo que socialmente se considera aceptable.

Hay momentos en los que todo cambia, los giros que invierten lo que se atestigua, en medio de los 'creepypastas' (estas historias de terror que circulan por Internet) y nociones sobre el Opus Dei.

La violencia y los retos que un grupo de amigas del colegio realizan se convierten en mecanismos para encontrar algún tipo de sentido. Y los personajes (docente y estudiantes) se verán afectados en el camino. Hasta un punto en el que solo funciona hacer daño.