Viernes, 19 de abril de 2024

Verónica Coello y lo que sucede detrás de un premio literario

Autor:

Eduardo Varas

Actualizada:

17 Dic 2020 - 0:05

Verónica Coello publicó en 2017 su primer libro, el volumen de cuentos "La Cena", con ña editorial Cadáver Exquisito.

Autor: Eduardo Varas

Actualizada:

17 Dic 2020 - 0:05

Verónica Coello publicó en 2017 su primer libro, el volumen de cuentos 'La Cena', con la editorial Cadáver Exquisito. - Foto: Cortesía Verónica Coello

La escritora guayaquileña ganó, a fines de noviembre, el VIII Concurso Nacional de Literatura Miguel Riofrío con su novela 'Memoria de papel'. Aquí habla con PRIMICIAS sobre el premio y sobre su experiencia al escribir.

Cuando se refiere a Memoria de papel, Verónica Coello debe también hablar sobre su anterior libro. Quizás para establecer los vasos comunicantes, los puntos en común, un sentido de continuidad en su obra.

Y también porque -a pesar de haber ganado la VIII edición del Concurso Nacional de Literatura Miguel Riofrío, que organiza la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Benjamín Carrión, núcleo de Loja- la novela corta ganadora todavía no se publica.

Así que para tener algo sobre lo cual partir, lo primero que surge es conversar sobre lo que aproxima a Memoria de papel con su libro de cuentos La cena (Cadáver Exquisito, 2017).

Y en el fondo, eso da pie para desentrañar las claves de un libro ganador, en el que una mujer recupera su vida, cuando está al borde de la muerte.

Escribir siendo mujer, escribir en Guayaquil

Verónica Coello con su libro

Verónica Coello con su libro "La Cena", en Librería Rayuela, en noviembre de 2017. Twitter / Verónica Coello

Hay roles para cumplir. Funciones, cuidar de otros, probar el valor. La mujer que escribe tiene una complicación adicional en un entorno como el de Guayaquil, sobre todo cuando hay una imagen profesional de por medio.

Verónica Coello lo sabe. Es comunicadora -columnista en varios medios- y además es copresentadora del programa de entrevistas Al Día.

Y esa presencia mediática tiene la contraparte privada: Coello es madre y eso exige mucho.

Recuerda que en sus tantas conversaciones con colegas -sobre todo hombres- ha recibido la recomendación de ser disciplinada, para conseguir tener una obra.

En onda: trabajar hasta las 17:00 y de 17:00 a 19:00, todos los días, encerrarse a escribir.

Su respuesta ante eso toca puntos importantes: "Pero tú tienes a tu esposa, que le da de comer a los bebes, que se encarga de que todo esté listo, que cuando uno de tus hijos necesita ir a comprar algo, cualquier cosa, ella es la que va. En mi caso soy yo. Yo soy la que cocino, yo soy la que voy si las niñas necesitan algo. Entonces, ¿en qué momento yo digo "perdón, necesito escribir?".

Igual lo hace. Anuncia que va a escribir y pide que no la interrumpan. Pero, siempre va a pasar algo que la va a mover de ese espacio. Ser madre es un rol del que no se descansa.

Eso tiene un elemento adicional a considerar en la ciudad en la que vive. Una Guayaquil que ella adora, pero ese amor no le impide ser crítica.

Mecanismos internos

El anuncio del premio Miguel Riofrío vino acompañado de un comunicado en el que se le entregaba el premio a Coello por "el tratamiento poético dado al discurso narrativo, que le confiere profundidad y trascendencia a la historia".

Para ella, que se considera desordenada, llegar a esa profundidad le significó encarar de otra forma su trabajo. Hacer literatura de otra manera.

Con un mecanismo que, probablemente, no sea la única vez que use, como lo cuenta aquí:

Todavía no hay fecha para la salida del libro. Esa es la comunicación que debe darse entre ella y los organizadores del concurso. Pero la escritura no se ha detenido.

"La escritura es mi compañera y en la pandemia se convirtió en mi mejor compañera", dice. Y esa relación ha dado luz a una serie de cuentos que se crearon en el confinamiento. Que ya están enviados a una editorial; solo es cuestión de tiempo para que se haga el anuncio de un nuevo libro de Verónica Coello.

Podría ser Memoria de papel o un nuevo volumen de relatos. Lo que llegue primero.

Porque así como la escritura es compañía, la lectura es la otra cara de ese contacto.