Jueves, 25 de abril de 2024

Beto Valencia, el artista quiteño que intervino un símbolo de Madrid

Autor:

Fátima Cárdenas

Actualizada:

17 Jun 2022 - 0:03

Recubrió con baldosas hidráulicas una de las réplicas de la escultura "El Oso y el Madroño". Lo hizo como uno de los artistas del certamen ¡Muchas gracias, Madrid!, que rindió homenaje a quienes estuvieron en primera línea durante la pandemia.

Autor: Fátima Cárdenas

Actualizada:

17 Jun 2022 - 0:03

Recubrió con baldosas hidráulicas una de las réplicas de la escultura "El Oso y el Madroño". Lo hizo como uno de los artistas del certamen ¡Muchas gracias, Madrid!, que rindió homenaje a quienes estuvieron en primera línea durante la pandemia.

Esta nota está basada en el artículo "Beto Valencia, artista quiteño admirado en Madrid", de Soraya Constante, publicado en la revista Mundo Diners, de junio.

De hecho, fue el creador de símbolos patrios como la revista Elé y el Capitán Escudo. Pero hay más. También estuvo en la agencia McCann Erickson cuando tenía 17 años.

Esculpió un diablo huma en un bloque de hielo gigante, en Canadá; y diseñó la vaca sagrada que aparece en las envolturas del chocolate Galak de Nestlé.

Sin embargo, Beto Valencia confiesa que esto de la creatividad no le viene de cuna. ¿Será? Así lo afirma este artista que despertó y entrenó su talento con la misma tenacidad que un deportista de alto rendimiento.

No recuerdo haber nacido creativo. Yo tuve que ir trabajando el cerebro, hice muchas cosas raras y todos los ejercicios mentales sugeridos.

Beto Valencia, artista

¿Cosas raras? Sí. Algunas de ellas fueron:

  • Recorrer la ciudad en autobuses y leyendo en voz alta.
  • Pasar todo el día sin hablar con nadie
  • Disfrazarse de cura y actuar como tal en un sitio público.
  • Vendarse el brazo derecho y hacer todo con el izquierdo.

Te bancas las miradas de los demás y eso te rompe mentalmente, te libera de la vergüenza. Fue un periodo muy bestia (...) de incubación.

Beto Valencia, artista

Un hombre bala como memoria de la migración

A inicios de los años 2000, Beto descubrió Madrid. Optó por inscribirse en una escuela de escritores y de sus ejercicios de escritura nació uno de los proyectos que hoy lo ocupan. Es un corto de animación sobre un hombre bala que sale despedido de un circo, llega a un pueblo pequeño y pierde la memoria.

Esta es una metáfora de la migración, de su propia migración. Como no es un tipo pretensioso, lo escribió sin saber dónde lo iban a llevar sus trazos o sus palabras.

Fue así con el certamen ¡Muchas gracias, Madrid! Vio el anuncio y se dijo: vamos a cerrar el ciclo de pandemia agradeciendo por todo lo vivido.

Aprovechó la primera idea que se le ocurrió: las coloridas baldosas hidráulicas que estuvieron muy de moda en la península ibérica hasta los años 60.

Un fogonazo de inspiración materializado en una hora de creación bastaron para que su inquieta cabeza maquinara la piel de "El Oso y el Madroño".

Una tortuga elefante

Un mono mariposa, un calamar jirafa... Esos son algunos de los personajes que forman parte de El gran libro del reino animal imaginario.

Esta publicación, que se puede comprar en Amazon, salvó a Beto de caer en la locura durante la pandemia. "Me estaba volviendo loco. Entonces decidí que quería volver a retomar esa faceta más artística que tuve hace muchos años y que le había dejado un poquito parqueada".

Ahora estoy vendiendo un libro diario y eso puede parecer poco, pero cuando estás compitiendo entre millones de títulos de Amazon, vender un libro diario es alentador

Beto Valencia, artista

Nada mal para un experimento, que es como Beto define a este libro.

Lea el artículo original aquí.

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