Jueves, 02 de mayo de 2024
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Argentinos, no tengan miedo de la dolarización

Lourdes Hernández Vásconez

Lourdes Hernández Vásconez

Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.

Actualizada:

25 Nov 2023 - 0:52

Milei dice que va a dolarizar la economía en Argentina. Yo les digo, ¡argentinos acepten! Es cortar por lo sano. Y para siempre.

En 1999 me di cuenta de que mi salario perdía su valor cada mes. Entonces decidí comprar dólares. Todo el mundo hacía eso. Sucres por dólares. En ese cambio se perdía dinero, pero podías guardar tu ingreso en una moneda fuerte.

Muchas transacciones ya eran en dólares. Arriendos, en dólares; la venta del carro y otros negocios, eran en dólares. Hasta algunos colegios cobraban en dólares. El tipo de cambio era algo de lo que estábamos pendientes.

Había privilegiados -pocos- que tenían sueldos en dólares. Y por supuesto, tenían cuentas de ahorro en esa moneda.

Recuerdo que por esas fechas tenía que pagar una membresía atrasada, entonces ofrecí parte de mis preciosos dolaritos para saldar la deuda. El administrador sonrió satisfecho: "¡ha sido dolarizada!", dijo.

De pronto, para salvar al país de la hecatombe, el presidente Jamil Mahuad firmó el decreto de la dolarización.

Algunos líderes de opinión y especialistas económicos protestaron en los medios de comunicación: vamos a perder nuestros ahorros. Los más patriotas decían que vamos a perder nuestra soberanía, "el sucre es como el himno nacional, como la bandera", decían.

Los más positivos dijeron que iba a ser progresivo. Lento, despacio. Sin embargo, fue un shock. Ayer estábamos en sucres y hoy amanecimos en dólares.

Como a la semana de esta novedad, caminé media cuadra desde mi oficina donde una señora viejita que vendía garrapiñada. Saqué mis sucres y ella me dijo: ya no cojo eso, dólar deme.

Ahí dije: la dolarización va porque va.

Inmediatamente todo empezó a costar un dólar, el chocho, la mandarina, el caramelo. No había cosas a precio de centavos, todo era redondeado.

No existían los 50 centavos, los 25, o los 5. Salieron las monedas de dólar ecuatorianas para compensar la ausencia.

Un amigo cuenta que en esos días le dio varias monedas a su hijo de seis años y el chiquito le dijo: "no papi, dame las verídicas".

La capacidad de adaptación de los ecuatorianos fue increíble. La gente no intuía lo que iba a pasar, pero no había otra. Las señoras del mercado se dolarizaron ipso facto. El hornado y la fritada con precio en dólares de una.

Cuando España ingresó a la Comunidad Europea y debía pasar de pesetas a euros, hubo largos meses de capacitaciones: que el billete rojo era esto, el azul esto otro.

En Ecuador ni un curso, pero la gente entendió rápidamente y 23 años después estamos felices con la dolarización. En X alguien puso que "el salario básico equivalía a USD 41 ese rato y ahora ganamos USD 450. No nos ha ido mal".

En los bancos esas primeras semanas fueron complicadas. Hubo que estar de acuerdo con Estados Unidos para que nos provea de la moneda. Ellos se sorprendían del nivel de deterioro que tenían los billetes a poco de haberlos entregado. ¿Por qué son rayados, sucios, rotos?, preguntaban.

Pese a que Mahuad tenía popularidad por la firma de paz con Perú, la severa crisis económica y la decisión de dolarizar el Ecuador, le costó la Presidencia. Ahora es al revés: el gobernante que se le ocurra atentar contra el dólar, marcha.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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