Viernes, 19 de abril de 2024
Leyenda Urbana

La Asamblea y ciertos dirigentes darán a Lasso argumentos para la consulta popular

Thalía Flores y Flores

Thalía Flores y Flores

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC de España.

Actualizada:

27 Sep 2021 - 19:05

Con tres campañas presidenciales a cuestas y muchos años de cercanía al poder; recién ahora, como Presidente de la República, Guillermo Lasso descubre el verdadero rostro de la política. Y de los políticos.

Este debe ser el momento más difícil de lo que va de su gestión, porque el éxito de su Plan de Desarrollo, que se sustenta en la 'megaley' de Creación de Oportunidades, que entregó en la Legislatura, no depende de él, sino de la votación de una Asamblea desgastada y sin liderazgo, que ha dado muestras de un desenfoque moral y ético, sin precedentes.

Aunque las reformas tributarias y laborales fuesen distintas a las planteadas, los legisladores se iban a oponer de cualquier manera, porque no es la conveniencia del país, sino la de cada uno de ellos, o la de su sector, lo que les mueve.

Lasso ganó las elecciones con unos aliados que ya no están a su lado, por lo que no cuenta con los votos de ese bloque, ni con el de ese otro aliado de ocasión, al que ayudó para que se alzara con la conducción de la Asamblea.

Del bloque correísta, de 49 miembros, se prevén una cerrazón absoluta y muchas trampas.

Fuera de la Legislatura, tampoco tendría el apoyo de cercanos ideológicos, entre quienes hay gente tan pudiente, como insensible, que no se inmuta ante el drama económico y social de un país altamente endeudado, con un sobrecogedor déficit fiscal, una desigualdad social que clama al cielo, y millones sin empleo.

Que los trapecistas ideológicos alardeen de su aventurismo político, no sorprende. Pero sí de algunos empresarios, que se suponía concordaban con las tesis con las cuales Lasso llegó al poder; pero cuando sienten que deben dar su aporte económico, abjuran de sus preceptos.

La similitud argumentativa para criticar varios artículos de las leyes, entre un sector del empresariado y del sindicalismo, y sin mencionar alternativa alguna, es sorprendente, porque, a pesar de que sus razones son distintas, se sustentan mutuamente.

En un escenario así, se impone un amplio debate en todos los espacios posibles de la sociedad, para que los ecuatorianos conozcan los alcances de la propuesta tributaria y laboral; cómo afectará a los distintos segmentos de la población, y ubiquen a quienes se oponen.

Si el Gobierno no preparó el terreno, antes de entregar las reformas, hoy está obligado a difundir su contenido, así como a explicar por qué son esas y no otras las propuestas de Carondelet.

Se trata de un momento delicado, con temas de alta sensibilidad social, por lo que Lasso no necesita panegiristas, sino gente que argumente por qué optó por más impuestos, cuando había dicho que no lo haría, aunque estos afecten solo a los de mayores ingresos.

Urge también que los expertos analicen lo que significa gravar el patrimonio de personas naturales con más de USD 500.000, y el de las empresas con más de USD 1 millón, que tuvieron ganancias durante la pandemia.

Y que sustenten por qué propiciar la creación de dos millones de empleos requiere un nuevo código laboral, porque el existente no aplica para una realidad tan distinta a la de hace 80 años, cuando fue expedido el código vigente.

También tienen que explicar por qué no se dice nada de cómo cobrar a los evasores ni de las sanciones que deberían recibir aquellos que se burlan de las leyes y del país.

La pedagogía debe ser la herramienta para que se comprenda que la pandemia ha sido un golpe furibundo al núcleo de la salud y la economía, por lo que el costo a pagar es inmenso, y nadie podrá librarse.

En la sala de mandos del país, el botón lo tiene siempre el Presidente de la República, pero en las circunstancias actuales, la ministra de Gobierno, Alexandra Vela, debe ser una arriesgada operadora política, aunque de antemano sepa que las aguas por las que tendrá que navegar son turbulentas.

Tendrá que, incluso, navegar a contracorriente, porque en las redes se han desatado los odios, que no solo que no contribuyen a los consensos, sino que propician las revanchas, en un país en el cual todo parece fuera de control y de la lógica.

Estos días he recordado a Giulio Andreotti, influyente líder de la política italiana, cuando decía que “el poder desgasta, sobre todo cuando no se tiene”.

Carentes del potente liderazgo que los distinguió, por años, algunos políticos parecen, hoy, superados por la inquina. Sin argumento alguno, se oponen a toda propuesta que no provenga de ellos, aunque así contradigan sus propias creencias. Y su historia.

Estas conductas, sumadas a las de la Asamblea Nacional son sólidos argumentos para que el presidente Lasso convoque a la consulta popular, antes de que las altas cifras de apoyo que tiene, empiecen a menguar.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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