Martes, 23 de abril de 2024
Leyenda Urbana

El asesor de Arauz tiene sentencia por corrupción, y viene por el resto

Thalía Flores y Flores

Thalía Flores y Flores

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC de España.

Actualizada:

14 Dic 2020 - 19:01

El código genético del socialismo del Siglo XXI adolece de un severo daño que se manifiesta como un devastador virus, que ataca de forma demoledora a las sociedades donde ha sido impuesto.

Países ricos han devenido en pobres, y es doloroso mirar cómo la miseria se extiende arrastrando consigo a las mayorías, que deben dar batalla para intentar sobrevivir.

Sociedades honestas han visto desmoronarse sus valores colectivos, por la perversa corrupción que arrasa con las riquezas del país, mientras los gobernantes envilecen al pueblo.

Cuando la enfermedad se ha expandido por todo el cuerpo social, a la pobreza de la gente se añade el orwelliano control del pensamiento y la persecución. 

Atornillado al poder, el tirano de Venezuela, Nicolás Maduro, hizo elecciones parlamentarias, para arranchar a la oposición el control de la Asamblea Nacional. 

Con apenas 30% de participación, las elecciones en las que la oposición no intervino fueron un fiasco. Pero en la Venezuela del socialismo del Siglo XXI poco importa. Maduro controla, otra vez, todos los poderes.

La Unión Europea, la OEA, el Grupo de Lima, Ecuador, Estados Unidos y una larga lista de países desconocieron los comicios del seis de diciembre último, porque incumplieron los estándares democráticos. Y Maduro es un dictador.

Pero para el aliado del chavismo y asesor anunciado del candidato Andrés Arauz, Rafael Correa, esas elecciones fueron "una expresión clara, contundente, pacífica y alegre".

Tanta impudicia en una sola declaración solo es explicable como una patología que en Correa ya no tendría remedio.

Nombrado veedor de esas elecciones, el lenguaraz expresidente llegó a decir que el sistema electoral venezolano es uno de los mejores del mundo.

Este mendaz comentario, del patrocinador del candidato de Unes, es una bofetada en el rostro de los cinco millones de venezolanos que la ACNUR (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados) calcula han huido a varios puntos del mundo, protagonizando la mayor diáspora que se conozca en la región.

El chavismo transformó en miserable al país con las mayores reservas de petróleo del mundo.

Las cifras son tan absurdas que parecen inverosímiles: 80% de los venezolanos está en situación de pobreza; el salario mínimo es de 400.000 bolívares mensuales (como lee: 400 mil), pero con la inflación más alta del mundo, representa 40 centavos de dólar. 

Eso sí, los encaramados en el poder poseen fortunas incalculables. Llevan 21 años expoliando a la nación a la que, además, han convertido en una narco-democracia. 

El drama de ese país lo viven los ecuatorianos que contemplan a miles de venezolanos bajo el sol y la lluvia y con sus hijos en brazos, buscando llevar algo a la boca.

De allí que asumir que el candidato de esa tendencia tenga posibilidades en las elecciones de 2021, según algunas encuestas, resulta incomprensible. 

De ser verdad, habría que preguntar a sus simpatizantes que les parecería vivir en Venezuela o, quizá, en Cuba. O si acaso quisieran volver al autoritarismo, la corrupción, la persecución y la mordaza de la falsaria revolución ciudadana, de la década pasada.

Para quienes han olvidado lo que pasó en Ecuador los testimonios de maestros, sindicalistas, médicos, indígenas, empresarios, estudiantes, ecologistas, mujeres y más colectivos sociales serían suficientes para que se enteren lo que supuso la intromisión del correísmo en sus vidas.

Que el sentenciado de Bélgica se regodee con lo que sucede en Venezuela, donde hay llanto y miseria. Y que los secuaces del socialismo del Siglo XXI se lamenten de que Ecuador se liberó de ese yugo, debería ser suficiente para entender lo que significa la candidatura de Arauz para Ecuador.

Pero si esto no bastara, la acogida que le dio Evo Morales, el presidente de Bolivia forzado a renunciar por pretender perpetuarse en el poder. Y la de Cristina de Kirchner, la expresidenta con el mayor número de procesos judiciales por corrupción que se tenga memoria, prueban lo que está en juego en las elecciones de 2021.

La campaña de Arauz es cínica y desafiante.

Su anuncio de que, de llegar al poder, concederá indultos presidenciales a los condenados por corrupción que, aunque siendo prófugos, viven a sus anchas en Europa, confirma su desvergüenza.

Anticipar meter la mano a la justicia para deshacer sentencias en firme prueba que la impunidad a perpetuidad es el gran objetivo. Y que vienen por el resto.

Genios de la simulación, usan enredados anuncios para referirse a la dolarización, pero la gente no olvida los apuntes de Arauz hablando de desdolarizar. 

Definitivamente, el código genético del socialismo del Siglo XXI tiene un virus letal que aniquila a los pueblos.

El mal está en su ADN político. Hay que huir de él como de la peste. Y mientras no se encuentre cura definitiva, el único antídoto posible es la pasión por las libertades y la democracia y el buen juicio del elector. 

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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