Jueves, 18 de abril de 2024
Economía y Desarrollo

En el autoritarismo está la causa del subdesarrollo

Andrés Mideros Mora

Andrés Mideros Mora

Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Actualizada:

14 Sep 2021 - 19:00

El autoritarismo, como lo señala Rodrigo Borja en su enciclopedia, “no obstante derivar de ‘autoridad’, es decir, de la idea de una facultad de mando jurídicamente reglada, denota la tendencia a imponer un poder abusivo e ilimitado en la sociedad”.

“Mientras que la autoridad es el ejercicio legítimo del poder o el ejercicio del poder legítimo, el autoritarismo está asociado con la arbitrariedad, la ilegitimidad y la antidemocracia”.

El autoritarismo es una forma de ejercer el poder, que en el Ecuador se enmarca en una larga historia de caudillos, que han gobernado imponiendo determinaciones individuales, argumentando, como si el Ecuador fuese una sociedad del pasado, que se requiere la imposición de la fuerza para ordenar y mantener la unidad social.

Con una historia de caudillos y fragmentación social, sumada a la baja confianza en la Función Judicial (por permanente injerencia política) y al permanente desprestigio de la Función Legislativa (por el mal accionar de sus miembros) en el Ecuador se genera un sistema de gobierno presidencialista, y centralista, que, en busca de una gobernabilidad malentendida, ha permitido el desarrollo del “hiperpresidencialismo”.

Pocos son los contrapesos legales, políticos y administrativos; y ningún presidente ha tenido problemas para limitarlos según sea necesario: comprar conciencias, repartir cargos, reformas legales para cambiar o controlar la designación de autoridades judiciales, electorales y de control, e incluso rodear con tanques la Corte Suprema de Justicia (acto socialcristiano), son parte de nuestra historia reciente.

No todas las expresiones del autoritarismo manifiestan violencia explícita, hay formas sutiles, como, por ejemplo: decir que el único que puede decidir es quien ha ganado las elecciones, que se debe “hacer entender a la gente”, o que “dejen gobernar”; amenazar con renunciar o con una consulta popular si no se hace lo que el caudillo quiere.

Autoritarismo es dar información incompleta, confusa y poco transparente; negociar intereses nacionales sin escrutinio público; o tomar decisiones inconsultas vía decreto ejecutivo, simplemente porque se puede.

En el autoritarismo radica el problema de la mala calidad de las instituciones, y por ende la causa del subdesarrollo.

Para un proceso sano de desarrollo, hay que desmontar el caudillismo, descentralizando el poder, generando contrapesos institucionales, y ampliando la democracia para superar la representatividad, y dar mayor fuerza a la deliberación, la participación y la toma de decisiones directa.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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