El idioma español, además de su natural dimensión de patrimonio sociocultural, también es un valioso activo intangible, generador de riqueza material para los países y las personas que lo utilizan.
En el mundo, 21 países son hispanohablantes. El español (después del chino) es la segunda lengua más hablada como lengua materna, con 480 millones de hablantes nativos, lo cual representa un 6,4% de la población mundial.
En Internet, luego del inglés y el ruso, el español es el tercer idioma con más presencia en contenidos web, y según el número de usuarios, es tercero, luego del inglés y el chino.
Desde una dimensión económica, los hispanohablantes tienen un poder de compra del 9% del PIB mundial y se ha comprobado que el español multiplica por cuatro los intercambios comerciales entre los países hispanohablantes, y por siete los flujos bilaterales de inversión extranjera directa.
Desde inicios de este siglo, el español ha sido el vehículo para la internacionalización de las empresas latinas en España, pues compartir una lengua, a más de diluir las naturales barreras culturales al comercio, reduce costos y mejora la competitividad.
Una de las fortalezas de nuestro idioma radica en mantener un ejemplar órgano rector: la Asociación de Academias de la Lengua Española. La Asociación incluye a las Academias de los principales países hispanohablantes, e internacionalmente se la reconoce por su exitoso modelo de gestión, que ha evitado la fragmentación de la lengua a través de un esquema colaborativo para la toma de decisiones.
Sin embargo, en la actualidad, el principal promotor del español en el mundo es la música. Ricky Martin, Shakira, Maluma, entre otros, son embajadores informales de la lengua que -al margen de que nos guste o no su música- acercan y despiertan la curiosidad hacia el idioma en todos los rincones del planeta.
Pero el reto está en la producción científica, en donde la presencia del español es marginal. Si bien el dominio del inglés en este campo es irrefutable -el 97% de los artículos científicos de impacto están en inglés-, el español apenas aparece en el quinto lugar en el ranking, con un irrelevante 0,24% de las publicaciones mundiales.
El desafío está en posicionar internacionalmente al español como la segunda lengua, complementaria al inglés. Para ello, en el marco de una estrategia común, recae en los gobiernos de Hispanoamérica la generación de políticas de Estado orientadas a fortalecer el estatus del español como lengua diplomática, como idioma relevante de producción científica y como lengua de contenido de calidad en internet.
Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.
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