Miércoles, 24 de abril de 2024
El indiscreto encanto de la política

Cómo se celebra la vida alrededor del mundo

Matías Abad Merchán

Matías Abad Merchán

Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.

Actualizada:

13 Mar 2021 - 19:00

En cualquier parte del mundo, el nacimiento de un niño es un acontecimiento especial.

A lo largo de la historia, pueblos y culturas han ido construyendo tradiciones y ceremonias para dar la bienvenida a un nuevo integrante de la familia.

En Bali, Indonesia, el bebé es considerado un ser divino por lo que al nacer no puede tocar el piso.

Solo seis meses después, toca "tierra firme" en una ceremonia llamada otonan, en la que se subsanan los errores y los males de su vida pasada para que tenga una mejor existencia.

A pesar de las bajas temperaturas, el primer moisés sobre el cual hace sus primeras siestas un recién nacido en Finlandia es una sencilla caja de cartón con un colchón pequeño.

Esta tradición se ha mantenido ya 75 años por una política pública de entregar a las mujeres embarazadas un ajuar completo para el bebé que trae, además de ropa, pañales reutilizables y productos para el baño, la cajita de cartón.

En la misma vecindad escandinava, los padres suizos y daneses llevan a sus bebés a que hagan siesta en la intemperie -a menos de cero grados- con el afán de que desarrollen defensas para vivir y soportar los inviernos extremos.

Al sur de Europa, en la localidad española de Castrillo de Murcia se celebra El Colacho, festival en el que extraños personajes vestidos de arlequín y cubiertos con máscaras de diablo recorren la ciudad saltando sobre colchones en los que reposan los recién nacidos de ese año.

Esta temeraria gimnasia se realiza hace ya cuatro siglos con el propósito de purificar a los niños y protegerlos de enfermedades venideras.

En Trinidad y Tobago, quienes visiten al infante tienen que cerciorarse de llevar consigo algo de dinero pues, según la tradición del país, hay que colocar algo de efectivo entre sus pequeñas manos para que el destino les traiga prosperidad y bendiciones.

Desde la cosmovisión andina ecuatoriana, el parto es un ritual ancestral. La partera es portadora de toda la sabiduría de la comunidad indígena y conduce la ceremonia de alumbramiento.

Arregla y purifica el cuarto, se encomienda a la energía de la naturaleza y bendice el vientre. Con todo preparado, maneja las contracciones de la mujer y procura que el cuerpo de la parturienta esté siempre abrigado.

El alumbramiento es un instante sagrado. La matrona recibe al bebé entre sus manos y le entrega oralmente palabras dulces de bienvenida que marcan el inicio de su cultura e identidad.

Según la creencia ancestral, el niño actuará en su vida de acuerdo a como haya venido al mundo. Asimismo, como parte del ritual, la placenta de la madre se envuelve en una manta y se entierra bajo un árbol cerca de la casa para que el recién nacido no olvide nunca sus orígenes.

Ceremonias, tradiciones, rituales, amuletos; a la larga, todos estos elementos tienen un mismo propósito: proteger al recién nacido de los peligros del entorno y asegurar una vida llena de prosperidad y bendiciones.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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