Jueves, 28 de marzo de 2024
De la Vida Real

Dietas: querer ser fit, pero en el fondo ser fat

Valentina Febres Cordero

Valentina Febres Cordero

Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido. 

Actualizada:

19 Ene 2020 - 19:00

El otro día me subo al auto, y el botón del pantalón salió volando. Les dije a mis hijos: 

“Niños, ahora sí voy a hacer dieta”. 

-Má, tú empiezas dieta en el desayuno y en la noche escondida te comes todo. ¿Qué crees, que no te oigo?Dijo mi hijo mayor.

-Má, no hagas dieta. Ahí solo nos das esos batidos asquerosos, comentó mi hija.

-Má, no hagas dieta, porque ¿quién nos va a llevar a comer rico? Nos quedamos sin golosinas, porque tú nos compras puras delicias, añadió mi otro hijo.

Es verdad. Siempre he fracasado con las dietas. Las he hecho todas. Creo que he pasado por unos 50 nutricionistas. Definitivamente las dietas no van conmigo. 

Por eso, busco productos externos que me hagan perder peso, pero jamás dejo de comer. Tampoco soy tan constante. Nunca cumplo con eso de tomar 30 minutos antes de cada comida. No me fijo en la hora.

Primero como, luego me acuerdo de los tés, hierbas o pastillas. Al menos hago el intento de comprarlos y tenerlos, como un acto de fe y esperanza para bajar de talla.

El otro día, me compré un té. Como soy novelera, ni bien llegué a la casa lo preparé. Puse tres tazas de agua y cuatro funditas, tal como decía en las instrucciones.

Dejé la preparación en una jarra mientras se enfriaba. No le conté nada a mi marido, porque se muere de las iras que compre todo lo que diga ADELGAZAR. Es mejor omitir que mentir. 

En la noche oí que el Wilson, mi esposo, se levantaba mucho al baño. 

-Chi, ¿qué te pasa?

-No sé, pero me muero. Creo que algo que comí me hizo mal.

-¿Qué comiste?

-El arroz que había en olla, la carne que me dejaste en el micro, la ensalada de la refrigeradora y tomé dos vasos de esa limonada que había en la jarra.

Me sentí la peor persona del mundo. Me dormí con mi secreto bien guardado, al igual que la conciencia. 

Me he metido a todos los gimnasios, a todos. Pero definitivamente con el dolor corporal y el sufrimiento no me identifico. Fui a clases, una de cycling. No pude más del dolor. Fue una tortura. Luego fui a clases de aquarobics. Terminé con una infección a las vías urinarias que casi  muero.  

Entré también a hacer crossfit. Creo que llegué a tres clases. En la vida me han dolido tanto los brazos, no les podía ni cargar a mis hijos. Fue un verdadero martirio.

A mí me dicen, tomate esto para adelgazar y me lo tomo. Si me dicen que hay un alga en una laguna específica y que es buenaza, voy y la consigo. 

Hace un año, una amiga me dijo que en una tienda en Sangolquí venden unas “gotas lunares” excelentes para adelgazar. Me hice el viaje a comprar. A los pocos días, tenía planeado un viaje a Estados Unidos. Lo único que no me podía olvidar de empacar eran las gotitas estas.

Al entrar por Migración me llama un policía y me dice que han encontrado algo sospechoso en mi maleta de mano. Yo temblaba de la mandíbula hasta las rodillas. 

Solo pensé que me fregué, me habrán cambiado la maleta por una llena de droga. Todos los programas que he visto de Presos en el extranjero y Fronteras peligrosas no me ayudaron en esos momentos. Me iba a quedar presa unos 35 años.

Me llevaron a un cuarto. Me esculcaron entera. No podía parar de llorar. No hablo una gota de inglés. Tendré la pinta, pero no el don de ser bilingüe. 

Sacaron de la maleta las “gotitas lunares”. Yo les explicaba que son drocs for fintesnt (la verdad es que quería decir drops for fitness), pero no me entendían. Llegó un policía mexicano bravísimo. Sacó unos papelitos y un gotero. Yo sabía que si salía azul era cocaína.

Hizo la prueba, y me dejaron en libertad. Al final reclamé mis gotitas. No me las querían devolver, pero ¿cómo me iba a entrar al paraíso de la comida sin mis gotitas? Giveme my drocs pleas I really need, les decía.

Aquí estoy. Mientras escribo, me tomo un té de hojas de sen. ¿Cómo las conseguí? El otro día, en un grupo de Facebook, alguien preguntó qué es bueno para adelgazar. Obvié todos los comentarios de dietas sanas y ejercicio y por ahí leí que estas hojas son milagrosas. Veamos cómo me va.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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